"¿Castro, conoces a estos niños?", el grito de los familiares del remolcador '13 de Marzo'

Este sábado, en la Ermita de la Caridad de Miami, los cubanos conmemoraron el 30 aniversario del acto de barbarie

Cruces blancas con imágenes de rostros infantiles a la entrada de la Ermita de la Caridad, en Miami
Cruces blancas con imágenes de rostros infantiles a la entrada de la Ermita de la Caridad, en Miami / 14ymedio
José Antonio García Molina

14 de julio 2024 - 16:17

Miami/Una decena de cruces blancas, con imágenes de rostros infantiles, recordaba este sábado, a la entrada de la Ermita de la Caridad, en Miami, a los niños fallecidos en el hundimiento del remolcador 13 de marzo. La conmemoración por el 30 aniversario de la tragedia ha convocado a un exilio cubano que sigue exigiendo justicia por las 37 víctimas de aquella masacre.

A la iglesia, lugar de confluencia de una comunidad que se ha nutrido con sucesivas oleadas de migrantes provenientes de la Isla, llegaron desde ancianos que recuerdan cómo vivieron aquella jornada de luto para las familias cubanas, hasta niños y adolescentes que han crecido escuchando la historia en la voz de sus padres y de sus abuelos. Las banderas cubana y estadounidense flanqueaban la entrada. 

Entre los que llegan a la Ermita estaba Iván Prieto a quien la tragedia le marcó la vida. Este habanero, actualmente de 57 años, estaba entre las 68 personas que iban a bordo del remolcador 13 de Marzo que zarpó del puerto de La Habana rumbo a Estados Unidos el 13 de julio de 1994. Todavía, cuando cierra los ojos recuerda la confusión, los gritos y que al caer al agua no podía ver ni sus propias manos.

"Logré sobrevivir pero muchos otros murieron ahí, al caer al agua, porque no nos rescataron"

Nada más alejarse de la costa, las autoridades portuarias enviaron tras los migrantes a otros remolcadores, entre ellos el Polargo 5 que lideró la agresión lanzando chorros de agua sobre la cubierta del 13 de Marzo y también embistiéndolo hasta lograr hundirlo. En aquel acto de barbarie, Prieto perdió a 14 miembros de su familia, incluyendo a su padre. "Fue algo terrible", cuenta ahora a 14ymedio.

"Con chorros de agua y golpes nos hundieron", recuerda. "Logré sobrevivir pero muchos otros murieron ahí, al caer al agua, porque no nos rescataron". A pocos metros de donde Prieto evoca su historia, un cartel con las imágenes de las víctimas pide "¡Justicia para nuestros muertos!" y otra valla lanza la pregunta "¿Castro, conoces a estos niños?" junto a la imagen de los infantes que perdieron la vida aquella madrugada.

La Ermita se va llenando a medida que avanza la mañana. Unos llegan vestidos con ropas de color amarillo en homenaje a la Virgen de la Caridad del Cobre, patrona de Cuba; otros encienden una vela, y los más se mantienen mirando la imagen que preside la iglesia, mientras rezan. Algunos de ellos, que vivían en la Isla en aquel mes de julio de hace tres décadas, solo se enteraron de lo ocurrido años después o a través de los rumores callejeros.

El régimen de Fidel Castro lanzó un manto de silencio sobre lo ocurrido y solo cuando los sobrevivientes comenzaron a hablar se pudieron reconstruir los minutos de angustia y terror que se vivieron a poca distancia del litoral habanero. A Iván Prieto lo rescató una cañonera cubana casi una hora después de haber caído al agua, los remolcadores implicados en el hundimiento no hicieron nada por salvar a los migrantes.

Aunque durante décadas los voceros oficiales cubanos han negado cualquier implicación de la cúpula del régimen en lo sucedido, no se han hecho públicos los resultados de una investigación sobre la actuación de los tripulantes de la Polargo 5 y los otros remolcadores implicados en el hundimiento. Tampoco se ha sabido de penalización o castigo contra ellos por su actuación, más bien todo lo contrario.

"Éramos 17 parientes y solo sobrevivimos tres", detalla Prieto a este diario. Los que lograron vivir fueron encerrados en Villa Marista, el cuartel general de la Seguridad del Estado en La Habana, por casi un mes. "Nunca pude tener una vida normal después de aquello, me chequeaban todo el tiempo". Aunque advierte que cada 13 de julio es "un día muy triste" para él y su familia, agradece los homenajes a las víctimas que se realizan cada año y especialmente el recordatorio de este sábado.

Prieto no solo perdió a buena parte de su familia en la masacre sino que tras su salida de la Isla, a inicios de este siglo, no ha podido regresar al país que lo vio nacer. En 2018, el migrante denunció que agentes de inmigración lo detuvieron a su llegada a Cuba en el Aeropuerto Internacional José Martí y lo devolvieron a Estados Unidos. Mientras se mantenga el actual régimen, sus posibilidades de participar en La Habana en un homenaje similar al de este sábado son nulas.

Susana Rojas Martínez (vestida de negro), una de las sobrevivientes del hundimiento, estuvo en el homenaje junto a sus dos hijos
Susana Rojas Martínez (vestida de negro), una de las sobrevivientes del hundimiento, estuvo en el homenaje junto a sus dos hijos / 14ymedio

Entre los que llegaron a la Ermita este 13 de julio no faltaron figuras del exilio político cubano. "Este es uno de los crímenes más atroces que puede cometer un Estado", comenta a este diario Ramón Saúl Sánchez, líder del Movimiento Democracia. Además de las 37 víctimas mortales, 27 adultos y diez niños, el hundimiento del 13 de marzo dejó "una cantidad tremenda de secuelas entre los familiares y sobrevivientes, psicológicas y de toda índole".

Sánchez recordó a Jorge García, otro de los sobrevivientes del hundimiento que recientemente falleció a los 80 años en Miami. "Él perdió a 14 familiares en aquella masacre", recuerda el exiliado. "Hemos venido hasta aquí a darle consuelo a las almas de esos niños pero también a hacer un compromiso de que se borren de la faz de la tierra los gobiernos que sean capaces de cometer atrocidades como estas".

Varios de los asistentes recordaron también a la hija de Jorge García, María Victoria García, fallecida a inicios de este año y quien perdió aquella madrugada a su hijo de diez años que murió ahogado al caer al agua. El homenaje de este sábado enfatizó en la labor de concientización y la importancia del testimonio que brindaron padre e hija para conocer los detalles de un suceso que la propaganda oficial cubana intentó sepultar.

"Nunca pude tener una vida normal después de aquello, me chequeaban todo el tiempo". Aunque advierte que cada 13 de julio es "un día muy triste"

Entre las palabras más emotivas que se pronunciaron a las afueras de la Ermita estuvieron las de Jorge Félix García, también hijo de Jorge García, pero que no estaba a bordo del remolcador, que aseguró: "hace 30 años el dolor tocó a la puerta de nuestros hogares y del corazón de todos los cubanos". El migrante considera que "las víctimas fueron más que 37 porque todos los que estamos aquí fuimos tocados por una decisión totalmente arbitraria de una tiranía". 

"Lo último que recuerdo de aquella noche fue ver salir de la casa a mi hermano [Joel García], virarse hacia nosotros, abrir los brazos y decir ‘los quiero a todos’, eso fue lo último que escuché de su boca", añade. "Nos dejó un testamento de amor en esas últimas palabras y eso inspiró la lucha que mi padre y mi hermana mantuvieron durante 30 años para que se supiera lo que había ocurrido". 

Como un gesto de esperanza, Susana Rojas Martínez, una de las sobrevivientes del hundimiento llegó al homenaje junto a sus dos hijos. La mujer, que tenía ocho años cuando la masacre, compartió su testimonio: "Yo hubiera podido estar hoy aquí en esas fotos de los niños que murieron ese día". Rojas resume aquella madrugada con dos breves y contundentes palabras: "Mucho dolor".

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