Los Sitios, epicentro de la pandemia y del trapicheo en La Habana, desafía la cuarentena
Cercado por confinamiento un cuadrante entre las calles Reina, Monte, Belascoaín y Ángeles
La Habana/La tarde del sábado fue puro vértigo en la barriada de Los Sitios, en Centro Habana. Los vecinos trataban de abastecerse de productos básicos antes de que quedara cerrado por cuarentena un cuadrante entre las calles Reina, Monte, Belascoaín y Ángeles. La zona se ha convertido en los últimos días en el epicentro de covid-19 en la capital cubana.
Durante toda la jornada del domingo, los residentes tuvieron que ir digiriendo la noticia de que no se podían traspasar las estrictas postas con uniformados levantadas en los límites del confinamiento. Nada fácil para una zona densamente poblada y dependiente en grado sumo del mercado informal.
Las autoridades han creado brigadas locales que van advirtiendo a los vecinos de que deben estar dentro de sus casas, caminar lo menos posible por las calles interiores de la zona de confinamiento y esperar a que se les avise para comprar en algunos kioscos las pocas ofertas de alimentos.
Mario y Elena son dos jubilados residentes en la calle Maloja, un área que ha quedado dentro del cerco epidemiológico. "Nosotros nos enteramos del cierre el mismo sábado y por el corre corre de los vecinos", refiere la mujer. "En esta zona la gente no ve la televisión nacional porque todo esto está cableado por los negociantes de la antena, así que aquí nos enteramos primero de lo que ocurre en Miami".
"Empecé a ver gente de un lado a otro cargando cosas y cuando pregunté, supe que nos iban a poner en cuarentena", cuenta Elena. "A esa hora ya no nos daba tiempo a buscar nada"
"Empecé a ver gente de un lado a otro cargando cosas y cuando pregunté, supe que nos iban a poner en cuarentena", cuenta Elena. "A esa hora ya no nos daba tiempo a buscar nada, así que empezamos el confinamiento con dos panes, un poco de azúcar y unos boniatos que yo había podido comprar el día anterior".
El mismo sábado, las autoridades locales dieron a conocer que el Consejo Popular de Los Sitios acumulaba el 28,5% del total de los casos positivos por covid-19 reportados en La Habana en los últimos 15 días. El barrio, de solares hacinados, constantes peleas callejeras y juegos ilegales, estaba bajo la lupa epidemiológica y su cierre era cuestión de horas.
Los primeros en dar la voz de alarma fueron los llamados apuntadores que llevan las apuestas para el clandestino juego de La Bolita. "No importa lo que pase, vamos a seguir recogiendo apuestas", le advirtió a Mario un joven que trabaja para el banquero más cercano a su casa. "Así que le puse dinero al 8 y al 64, que son muerto y muerto grande", cuenta el jubilado.
Pero no ganar en la lotería ilegal era la menor de las preocupaciones del matrimonio. "Dijeron que la comida la iban a traer en camiones pero hasta ahora lo que nos han vendido es muy poco", advierte Mario. "Aquí en el kiosco de la esquina vendieron refrescos, caramelos y galletas pero muy caros y eso no es comida, eso es para entretener al estómago si acaso".
Los Sitios colinda con varios de los principales centros comerciales de La Habana. "Aquí hay mucha gente que vive de hacer colas en las tiendas y después revender lo que compran", explica Clara, madre de dos niños y residente en la calle Gervasio. "Este barrio se dedica al trapicheo, el que no vende una cosa vende la otra".
En la ferretería en divisas La Cubana, antigua Feíto y Cabezón, el panorama es diferente este lunes porque no se ve la tradicional presencia de vendedores informales que ofrecen materiales de construcción a los clientes que se acercan. En lugar de eso, una valla de metal y varios uniformados impiden traspasar la calle hacia el interior de Los Sitios, al tiempo que repiten a los transeúntes: "Circulen, circulen, no se pueden quedar parados aquí".
Los portales de la calle Reina, una de las fronteras de la zona de confinamiento, tampoco se ven como de costumbre. Los vendedores que pregonan habitualmente su mercancía desde las puertas, una escalera o amparados en una columna, han desaparecido. Algunos han quedado encerrados en la zona de cuarentena y otros no quieren tomar el riesgo de contagiarse.
Los pocos comerciantes informales que todavía quedan se centran en el filón que ha proporcionado la pandemia. "Tengo cloro, hipoclorito, gel con alcohol para las manos, salfumán y detergente líquido", advierte en un susurro un merolico que aparenta hacer la cola para una panadería.
"No vamos a permitir indisciplinas sociales", repetía la mujer a voz en cuello mientras desde los balcones varios vecinos miraban la escena. "No va a pasar lo mismo de ayer"
Sacando partido al encierro, los servicios pueden ser también a domicilio. "Si usted quiere que le hagamos llegar el producto a alguien en la zona de cuarentena me avisa. Por un poco más de dinero se lo ponemos en la puerta de la casa", publicita sus servicios el vendedor. "Lo mismo se lo mandamos por la azotea que se lo tiramos por el balcón, usted nos dice".
"En este barrio la gente no se va a quedar con los brazos cruzados. Estos son Los Sitios, aquí nacimos para inventar y si hay que sacarle algo a la pandemia se lo sacamos", apunta el vendedor. "Olvídese de los vigilantes, aquí el entra y sale no ha parado, solo que hay que ser discretos", detalla.
Por las calles patrullan pequeñas brigadas conformadas por los llamados factores. Miembros de los Comité de Defensa de la Revolución, militantes del Partido Comunista y trabajadores sociales que monitorean a los que salen de sus casas. La mañana de este lunes algunos de ellos se reunían en las vallas metálicas que cierran el acceso a la calle Reina para recibir instrucciones.
"Solo se puede salir a lo imprescindible", regañaba una mujer de estas brigadas a un hombre que caminaba por la calle Rayos. "No vamos a permitir indisciplinas sociales", repetía la mujer a voz en cuello mientras desde los balcones varios vecinos miraban la escena. "No va a pasar lo mismo de ayer", alertaba la joven.
El domingo, Día de los Enamorados con una fuerte tradición de celebraciones, a las brigadas de vigilantes les fue más difícil contener la situación. "Esto se puso complicado porque las parejitas querían encontrarse, hubo familiares en el extranjero que mandaron alguna cena de celebración a sus parientes y fue difícil la entrega. Había que pedir permiso para ir a buscar la comida a las talanqueras", cuenta un vecino de la calle Sitios.
"Pusieron muchas multas a gente que estaba sentada afuera", cuenta vía telefónica a este diario. "Fue un 14 de febrero muy raro, por todas partes sonaba Juan Gabriel, Julio Iglesias, Roberto Carlos y los gritos de los factores llamando a la gente a entrar a las casas y a no reunirse. Yo nunca había visto algo así".
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