Cerdo de Brasil, pavo de EE UU y arroz de Turquía para la Nochebuena de los cubanos con recursos
"Son yumas, nada de cubiches, con poca grasa y sin pellejo", aclaran los vendedores para justificar el precio de 1.000 pesos la libra de puerco
La Habana/Pechugas de pavo llegadas desde Minnesota, lomos y piernas de cerdo que en la etiqueta aclaran "Made in USA", pollos criados en Brasil y trozos de impecable carne de res alimentada con hierba de las planicies de Iowa. Pocas horas antes de los festejos por Nochebuena, las tarimas de los mercados de La Habana se nutren mayoritariamente de productos importados, en un país donde la agricultura y la ganadería tocan fondo.
En el mercado de la calle Tulipán en Nuevo Vedado, antes gestionado por el Ejército Juvenil del Trabajo (EJT), del que solo le queda el nombre, los vendedores anuncian este martes piezas de carne de puerco a 1.000 pesos la libra "limpia, con poca grasa y sin pellejo", aclara sonriente un joven tras el mostrador. Para convencer a los indecisos clientes, con cara de circunstancias debido a los elevados precios, subraya que los trozos "son yumas, nada de cubiches". A pocos metros, los paquetes de la marca Turkey Valley Farms exhiben pechugas "listas para echar en la cazuela o meter en el horno", según otra empleada. Cada una de las piezas ronda los 6.000 pesos.
Cortado en cubos, para los que cuentan con menos recursos, en el mercado de la calle 17 y K, otrora también en manos del EJT, el picadillo de pollo se comercializaba igualmente. A pesar de no contar con el vistoso empaque del pavo ni la apetitosa presencia de las piernas de cerdo, en la tablilla que acompaña al producto se advierte que viene de Estados Unidos. Cansados de las adulteraciones y del mal sabor de los animales criados con restos recogidos de la basura o con harina de pescado, aquellos comensales cubanos que pueden financiar la cena de este 24 de diciembre optan por animales nacidos y sacrificados fuera de la Isla.
Para completar el panorama de lo foráneo, un saco de arroz con los datos de una empresa turca descansaba junto a otros de harina de maíz proveniente de España y algunos paquetes de dulces que dejan claro su origen mexicano o panameño. Los pomos de especias secas, de las marcas Goya o Iberia, también han desplazado al culantro fresco de otros años, al orégano cimarrón que se le agregaba a los frijoles negros y, en lugar de la naranja agria criolla para embadurnar el lechón, un pomo de mojo de la marca Badia acaparaba las miradas y los anhelos de los que pasaban.
Eso sí, al lado de la zona de las carnicerías, las tarimas con yucas y lechugas solo exhibían mercancías nacionales. Nada más verlas se notaba que venían del patio. Unas raquíticas mandiocas, llenas de tierra, atraían a numerosos ancianos que, con su bolsa colgada del hombro armaban a toda carrera una cola. Las hojas de los vegetales empezaban a ponerse mustias pero, muy probablemente, la gran mayoría se vendará antes de que caiga la tarde.
A pesar de la inflación y del duro año que está llegando a su final, muchos tratan de garantizar la comida familiar de esta noche. Como si de un conjuro para dejar atrás las penurias, la gente está tratando de rescatar cierto ambiente festivo y el saludo que más se repite en las calles reza: “Feliz Navidad”.
En la medida en que pasan las horas, el sortilegio que algunos habaneros preparan para esta noche frente a las mesas se va pareciendo más a un exorcismo para expulsar los demonios de la debacle nacional. Se hará, además, con alimentos extranjeros, con puras cosas llegadas desde fuera.