Chapisteros: artistas de la lata y el soplete
La Habana/El ruido apenas deja hablar. Hay martillazos, sonidos de cortes de metal y una pulidora que zumba sin descanso. El taller de chapistería de Manolo, El Gordo, ubicado en Santiago de las Vegas, se ve este viernes como cualquier otro día: repleto de autos necesitados de un nuevo guardafango, un maletero o una puerta. La reciente autorización para la venta mayorista de gases industriales a trabajadores por cuenta propia, apenas altera la trepidante rutina del lugar.
Manolo se ha especializado en realizar piezas para Chevrolet ’55, ’56 y ’57, pero por su taller pasan también los “carros del socialismo real”, como llama irónicamente a los Lada y a los Moskvitch. La creación de columnas traseras es su trabajo preferido y hace tres décadas se graduó de una especialidad universitaria que nunca ha ejercido.
Este artista del metal asegura a 14ymedio que la nueva flexibilización comercial, enfocada en las actividades de chapistería, herrería y oxicorte, “cambiará muy poco la actual situación”.
“Se han demorado mucho en dar este paso, pero al menos es algo”, indica.
La venta mayorista comenzó con la puesta en vigor de la Resolución 335, del 31 de agosto del 2016, publicada en la Gaceta Oficial Extraordinaria No. 25. La medida llega tres años después de que se autorizara la licencia para ejercer como chapistero, un tiempo en el que estos profesionales del soplete han tenido que seguir lidiando con los precios minoristas o con el mercado informal.
La medida llega tres años después de que se autorizara la licencia para ejercer como chapistero
Desde 2013 se había aprobado también la venta minorista de oxígeno y acetileno en las tiendas de las cadenas TRD y CIMEX, junto a los cilindros vacíos tan necesarios para el almacenamiento de estos gases. Ahora se incorpora también la comercialización mayorista de los gases de nitrógeno y argón.
Sin embargo, Manolo asegura que “esos balones que supuestamente vendían en las tiendas en divisas” nunca llegó a comprarlos, porque el suministro era inestable y “siempre estaban perdidos”, remacha.
“Era mucho más fácil y barato conseguirlos por la izquierda”, explica a este diario. Una práctica que es común entre los chapistas que abundan a lo largo de todo el país.
Hace tres años las autoridades explicaron que la decisión de otorgar licencias a ese y otros oficios se debía a que se habían creado las condiciones en el país para comercializar “materias primas, equipos y otros insumos en la red de tiendas y puntos específicos”, pero la demora en facilitar estos recursos preocupa a los beneficiados.
A pocas cuadras del taller de Manolo se incuba la competencia. Agustín, tiene un local más modesto y sin señalización, pero desde hace un par de años ha comenzado a labrarse una clientela fiel. No puede beneficiarse de la nueva opción de comercialización mayorista de gases porque vive en La Habana sin papeles, después de migrar desde su natal Camagüey.
Agustín: “Nadie sabe lo que se gasta saltando de alquiler en alquiler y rentando un rancho medio escondido en el monte para poder trabajar en lo único que sé hacer, chapistear carros”
“Nadie sabe lo que se gasta saltando de alquiler en alquiler y rentando un rancho medio escondido en el monte para poder trabajar en lo único que sé hacer, chapistear carros”, explica.
Sin una residencia legal en la capital cubana no puede siquiera solicitar una licencia para ejercer la chapistería. “Sin eso no me van a vender ni un fósforo para encender la mecha, así que tendré que seguir pagando 400 pesos por la pareja de balones”.
No puede siquiera optar por el servicio de arrendamiento de cilindros vacíos mediante el pago de una tarifa mensual ni contratar con una empresa estatal la transportación de los cilindros hasta su taller. Dos de las flexibilizaciones anunciadas este viernes.
A Agustín le preocupa que en la información oficial que publicó el diario Granma no se especifica cuáles serán los nuevos “precios mayoristas” en las “unidades territoriales de la Empresa de Gases Industriales”. Tampoco se detalla si se ofertarán también las chapas metálicas de diferentes calibres tan necesarias para crear piezas de carrocería.
“El mayor problema que tenemos ahora son las herramientas”, se queja el chapista. “Van a vender los gases, pero ¿dónde están las cizallas, las prensas, las buenas cortadoras, dobladoras y troqueladoras que hacen falta en cualquier taller de chapistería?”, cuestiona.
En medio del taller de Agustín, un Chevrolet desarmado en piezas comienza a recuperar el brillo de antaño. “Esto es con paciencia, este es un oficio en que hay que saber esperar”, sentencia.