El 'Che' y Fidel, los pobres que van al comedor de la Iglesia católica en Santa Clara

Decenas de personas acuden cada domingo a un viejo garaje frente a la catedral para recibir comida

La asociación humanitaria Cáritas sigue sostiene programas de ayuda en Cuba, como guarderías, comedores y asilos
La asociación humanitaria Cáritas sostiene programas de ayuda en Cuba, como guarderías, comedores y asilos / Cáritas Santa Clara
14ymedio

19 de septiembre 2024 - 17:32

Santa Clara/Desde hace cinco meses, un garaje frente a la catedral de Santa Clara se llena de personas en busca de comida. En dos habitaciones del viejo storage –como todos en la ciudad llaman a esas viejas instalaciones de la Iglesia católica– se sirve de cena lo que haya: un salchichón laminado con ensalada, picadillo con champiñones o aceitunas, o arroz. Pronto el bullicio se apodera del local. Todos conversan. Sucede cada domingo. 

La comida la pone Cáritas –la asociación humanitaria católica–; el dinero, donaciones que “van apareciendo”, sobre todo de la asociación alemana Ayuda a la Iglesia Necesitada. En teoría, puede ir quien quiera. En la práctica van decenas de personas, unos 60 o 70, para las que el Estado tiene muchos nombres y pocas soluciones: deambulantes, vulnerables, mendigos. “Lo que se busca es que se alimenten, pero también hablar con ellos y que se sientan acogidos”, cuenta a 14ymedio un sacerdote de la diócesis. 

Algunos comensales se han hecho célebres, como el Che, un mendigo que viste chaqueta militar, boina y barba, y que no pocas veces “da la nota”, afirma el cura. “Se junta con otros dos hermanos”, dice no sin sorna, “que casualmente se llaman Fidel y Raúl”. El espacio –bajo la gruesa placa de cemento del storage– es reducido, pero en las mesas hay, por lo general, buen ambiente. 

Alimentar a los pobres de Santa Clara no es un proyecto nuevo para la Iglesia católica de la ciudad

Alimentar a los pobres de Santa Clara no es un proyecto nuevo para la Iglesia católica de la ciudad. Ha habido muchas iniciativas, todas mal vistas por las autoridades locales. “Empezó cuando unos jóvenes de la diócesis iban por la ciudad repartiendo jabitas de comida, pero eso no gustó y llegó a suspenderse. Ahora se está haciendo esto gracias a varias donaciones a Cáritas, pero el acuerdo ha sido dar la menor publicidad posible”, asegura el sacerdote. 

En efecto, en las redes sociales circulan pocas imágenes de los encuentros. En manos de las autoridades, cada foto puede ser utilizada para vigilar u obstaculizar el proyecto. La Iglesia –afirma– sigue siendo muy vigilada por la Seguridad del Estado que, práctica ya antigua, “siembra” chivatos en las parroquias, los espacios culturales y el Centro de Formación de la diócesis, donde se siguen impartiendo cursos al margen del adoctrinamiento oficial. 

Como el país, el trabajo humanitario de las diócesis pasa por un mal momento. Desde la Tarea Ordenamiento, el poder adquisitivo de la Iglesia católica sufrió una estocada casi mortal y los recortes se hicieron notar. Cáritas, no obstante, sigue siendo una prioridad y sus programas de ayuda –las conocidas jabas con insumos básicos que se ofrecen en no pocas parroquias, así como sus comedores y guarderías– no han dejado de funcionar. 

Como el país, el trabajo humanitario de las diócesis pasa por un mal momento

En otros casos, como los asilos y dispensarios –el de Santa Clara, a cargo del proyecto Corazón Solidario–, donde se entregan medicamentos a quien los necesite con prescripción médica, la administración es propia pero también se apoya en Cáritas. 

Lo alertaban los obispos cubanos en una carta firmada a inicios de septiembre, en la que pedían ayuda a los católicos de España. “La situación”, afirmaban entonces, “es peor que la vimos en los años 90, en el llamado Período Especial”. Emilio Aranguren, presidente de la Conferencia Episcopal, explicó que hay una “gran escasez de productos de primera necesidad que solo se consiguen a precios desorbitados". Además, faltan medicamentos, lo cual provoca que “los enfermos estén muy alterados y sea muy difícil su vida y la de los que le rodean".

Tampoco hay sacerdotes dispuestos a viajar a la Isla –cuyo clero nacional es exiguo–, una ausencia que en la práctica supone no contar con suficientes administradores confiables para los proyectos eclesiales y la vida pastoral. 

Esta falta de curas es uno de los problemas que, según la fuente entrevistada por este diario, Aranguren y otros dos prelados –Arturo González, vicepresidente de la Conferencia, y el jesuita Juan de Dios Hernández, secretario general– plantearon al papa Francisco durante su visita, el pasado 16 de septiembre, al Vaticano. 

Los obispos han declarado que conversaron con el Papa sobre “la difícil realidad” del país

Los tres obispos han sido en extremo discretos con el contenido de la reunión, y en escuetas declaraciones a medios eclesiásticos han afirmado que conversaron con el Papa sobre “la difícil realidad” del país, sobre la cual Francisco –que ha visitado Cuba en varias ocasiones– ha sido renuente a hacer pronunciamientos críticos. 

La Conferencia Episcopal tendrá elecciones en noviembre y, pese al envejecimiento de los obispos –casi todos en edad de retiro y sin ningún relevo joven a la vista–, es de esperar que Aranguren, que lleva desde 2017 ocupándose de un cargo más que delicado, no vuelva a la presidencia. Sin embargo, afirma el sacerdote entrevistado por este diario, tratándose de Cuba, no es imposible que deba seguir en su oficina. 

En busca de un balance oficial sobre la visión de la Conferencia Episcopal sobre el panorama cubano, 14ymedio ha intentado comunicarse varias veces con su secretario ejecutivo, el sacerdote Ariel Suárez. Las llamadas, sin embargo, no han sido atendidas. 

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