El Che ya tiene quien le haga sombra
Las vigilias por El Taiger opacan el homenaje oficial a Guevara en el 57 aniversario de su muerte
La Habana/El bicitaxi recorre las calles de La Habana con más talismanes castristas que un desfile del Primero de Mayo. De poco sirve. El peso de los pasajeros, que descargan el espinazo sobre una banderola del 26 de Julio, más el del conductor –artífice de la carroza revolucionaria–, pronto hace colapsar el vehículo. Para diagnosticar el daño, el triciclo hace un aterrizaje forzoso junto al contén de la acera.
Si es la cadena desprendida o un ponche, no se sabe: la cuestión es que el Guerrillero Heroico trajo poca suerte a la travesía. Cinco enseñas coloradas con el rostro del Che ondean sobre el techo mientras, malhumorado, el conductor baja la cabeza hasta el chasis. Sus dos clientes no se inmutan. Pagaron por el trayecto, no para hacer gala de solidaridad con el proletariado.
El apodo de Guevara, escrito una y otra vez con caligrafía dudosa sobre el bicitaxi, hace que a ratos parezca un homenaje al chachachá. El conductor, en efecto, se mueve de un lado a otro tratando de detectar la falla, pero la carcasa sigue inmóvil. Dos coloridos pañuelos, a babor y a estribor, rematan el mensaje: representan la guapería, otro valor “revolucionario” que el propio Miguel Díaz-Canel ha enaltecido. “Yo amo Cuba”, es la consigna final, un cariño que la escena hace más que difícil compartir.
“Andando”, dice por fin el conductor y pedalea. Sobre su cabeza, otra “estampita del santo”: la enésima reproducción del retrato que Korda hizo del Che, y que en el bicitaxi funge como mascarón de proa.
Este 8 de octubre, junto a los desabridos y habituales homenajes que la prensa oficial dispensa al argentino muerto en 1967, los personajes más insólitos lucen pulóveres del Che. Es el caso de uno de los buzos que frecuentan los basureros de Cayo Hueso. Hay que ser un “guerrillero heroico” para, como hace ahora el anciano, hurgar la basura en busca de comida.
En su cabeza no hay relación de causa y efecto entre el régimen que Guevara ayudó a instaurar y su miseria. Como muchos otros “fieles”, piensa que si Cuba está llena de vertederos no es por culpa del Che o de Fidel, sino por causas más abstractas: el bloqueo, la coyuntura o la situación. Con el rostro de Guevara en el pecho, el mendigo se arrodilla sobre el basurero para ganarse el almuerzo: al menos en el plano de lo simbólico, ambas caras ven la misma podredumbre.
No lejos de allí, otro vehículo –un Lada, también rojo del capó al parabrisas– lucha contra parálisis y las roturas. Es un carro de Prensa Latina, la agencia con la que el Che soñó llevar una verdad, la suya y la de Castro, a todo el continente. Afincado a la puerta delantera, en shorts, tabaco en boca y con la barriga visible, el chofer –junto a un mecánico y otro pasajero–, empujan el Lada.
En La Habana del 8 de octubre, donde no faltan escenas como estas, las palabras de Fidel sobre Guevara en 1987 –que hoy retuitean decenas de dirigentes, incluyendo Díaz-Canel– suenan a ironía: “Si hace falta un paradigma, si hace falta un modelo, si hace falta un ejemplo a imitar para llegar a esos tan elevados objetivos, son imprescindibles hombres como el Che”. Pero la realidad no promete nada. La “iniciación” de un menguado grupo de pioneros que recibió su pañoleta azul este martes contrasta con las animadas vigilias por la salud de El Taiger, que agoniza tras un disparo recibido en Miami.
Los cubanos no aspiran a ser como el Che sino como el repartero. Aunque la posición oficial ha sido condenar el ataque al autor de Washypupa y Me quemaste, no pocos cuadros han lamentado que los jóvenes no homenajeen con el mismo fervor al guerrillero o a las víctimas del atentado al vuelo 455 de Cubana, procedente de Barbados, el 6 de octubre de 1976.
Pero ya no son los tiempos de “Pioneros por el comunismo, seremos como el Che”. Ahora tiene la palabra El Taiger, cuyas letras –quién se lo iba a decir al régimen– no carecen de lucidez: “Tu historia está mal contá’ / Y nadie te la cree”.