La Chocolatera, un oasis de lujo en Cuba al margen de la pobreza y escasez

Aupada en sus inicios por una ex funcionaria del régimen, la empresa está por abrir dos tiendas más

Tienda La Chocolatera, en la misma puerta del Club Habana, en el municipio de Playa de la capital.
Tienda La Chocolatera, en la misma puerta del Club Habana, en el municipio de Playa de la capital. / Facebook/La Chocolatera
Juan Diego Rodríguez/Olea Gallardo

14 de septiembre 2024 - 14:07

La Habana/Entrar en la tienda La Chocolatera es un placer para todos los sentidos. El local, situado en el Club Habana, en el municipio de Playa de la capital, es pequeño, pero limpio, iluminado, surtido y perfectamente climatizado. El olor recio –avainillado y áspero a la vez– de bombones y dulces se cuela hasta el cerebro. La experiencia es, en suma, deliciosa y, por ello mismo, muy poco habitual en una Cuba cada vez más deprimida.

No muchos cubanos pueden permitírsela, y una de las cosas que más llama la atención del establecimiento es precisamente la cantidad de empleadas que hay –media docena– para tan pocos clientes. Eso sí, de trato amabilísimo, impecablemente uniformadas y sirviendo la mercancía con finos guantes de látex. “Lo que no se ve aquí, vaya”, concuerda Ana María, que visitó La Chocolatera hace unos días para comprar bombones para su hija, que acaba de ser madre, tras ver el anuncio de la tienda en redes sociales. “El sitio es carísimo, pero la ocasión lo merece. ¡No creo que sea abuela otra vez!”, confiesa a 14ymedio.

Cada bombón suelto, por ejemplo, dependiendo del sabor y la forma, oscila entre los 150 y los 200 pesos, y pueden ser macizos o estar rellenos de crema o de licor. “Pero hay otros especiales que cuestan más”, informa Ana María. “Luego hay unas cajas muy lindas, una de 35 piezas a 8.000 pesos y otras de 50 a 9.000. ¡Lástima que no podía gastar tanto, porque están exquisitos!”. 

El establecimiento también ofrece otros artículos, como peluches, conservas dulces y saladas y cavas catalanes Mistinguett
El establecimiento también ofrece otros artículos, como peluches, conservas dulces y saladas y cavas catalanes Mistinguett / 14ymedio

Según le dijo una de las trabajadoras, los bombones y el chocolate, de la marca propia, D’Carlie, los fabrican ellos, mientras que los dulces –cheesecakes, brownies, señoritas, rosquitas, capitolios, africanas…– se elaboran en locales externos y, si acaso, allí solo se recubren de cacao y se decoran. El establecimiento también ofrece otros artículos, como peluches (a 7.000 y 8.000 pesos), conservas dulces y saladas y cavas catalanes Mistinguett.

Todo es lujo en La Chocolatera, empezando por la propia ubicación, en la misma puerta del Club Habana, junto a la garita de paso del complejo. La exclusiva instalación, fundada en los años 20 con el nombre de Havana Country Club, con cafetería, campo de golf, canchas de tenis, piscinas y hasta caballerizas para las pistas de hípica, fue expropiada tras el triunfo de la Revolución y, habiendo pasado épocas mejores y peores, está destinada hoy a vivienda y recreación de altos funcionarios, diplomáticos y empresarios extranjeros. 

Por cercanía y por capacidad económica, los propios vecinos son la clientela natural, aunque la empresa ofrece ventas online y envíos a domicilio a través de su página. No solamente es prohibitivo comprar en esta dulcería para la inmensa mayoría de los cubanos, sino simplemente llegar. “Nada más que en el pago del taxi la cuenta se dispara”, lamenta Josué, que reside en Centro Habana y desiste de acercarse tras informarse de los 5.000 pesos que le quiere cobrar un taxi particular. Con la escasez de combustible, descarta ir en transporte público.

Imagen del local de La Chocolatera en los bajos del Hotel Gran Muthu de La Habana, de próxima apertura.
Imagen del local de La Chocolatera en los bajos del Hotel Gran Muthu de La Habana, de próxima apertura. / Facebook/La Chocolatera

Para La Chocolatera, sin embargo, no parece existir la palabra crisis. Y esa es otra particularidad en un país con condiciones cada vez más duras para la siempre incipiente iniciativa privada. “La empresa ha ido desarrollando e invirtiendo para las necesidades de ella”, indicaba su dueño, Carlos Luis Menéndez Jorge, en una entrevista con Revista Visión en la que muestra a cámara el comercio en todo su esplendor.

La firma, incluso, puede permitirse inserción de publicidad en medios oficialistas, como Radio Rebelde, donde se vende como la “tienda líder en productos derivados del chocolate”. En todos sus anuncios informan de sus horarios, sin descanso dominical: todos los días de la semana desde las diez de la mañana hasta las nueve de la noche.

Lejos, muy lejos de la crisis, La Chocolatera está por el contrario, en expansión. Esta misma semana se encuentran ofreciendo empleo para cajeros y dependientes. No es de extrañar. Según revelan con entusiasmo en sus redes sociales, están a punto de abrir dos locales más: uno fuera de la capital, en el turístico enclave de Varadero, y otro en el municipio habanero de Playa, como parte del hotel de lujo Gran Muthu Habana –que lleva más de un año anunciando su apertura–, en 3ra y 70.

“Esto es un sueño en el que no estamos involucrados solos, esta vez volvemos a unir fuerzas e ideas con el Grupo Empresarial Palco con la intención de hacerles llegar a ustedes y a nuestros visitantes lo mejor que sabemos hacer, nuestra línea de bombones finos artesanales cubanos”, expresaba el dueño de La Chocolatera en una publicación en Facebook.

Imagen del local de La Chocolatera en Varadero, de próxima apertura.
Imagen del local de La Chocolatera en Varadero, de próxima apertura. / Facebook/La Chocolatera

Palco es uno de los conglomerados estatales más poderosos de la Isla, dedicado a “servicios integrales” para el Gobierno y el cuerpo diplomático a través de comercios, congresos, exposiciones y ferias con jugosos beneficios, como el Festival del Habano, en cuya última edición, por cierto, estuvo presente La Chocolatera. Menéndez Jorge no esconde en ningún momento, pues, sus lazos con el oficialismo, incluidos con figuras del deporte como Mijaín López, diputado de la Asamblea Nacional y flamante salvador de la debacle de la Isla en los Juegos Olímpicos de París.

Lo que está menos claro, de acuerdo con su relato, es cómo nació verdaderamente su empresa. En una entrevista publicada por Cubalite, él cuenta que “esta pasión” le vino de su madre, María Cristina Jorge, directora de la Escuela Latinoamericana de Chocolatería. “Prácticamente nací en medio del chocolate”, refiere ahí mismo, mencionando velozmente que pasó por “varios cursos, escuelas, técnicas, preparación y el nombramiento como Maestro Chocolatero por parte del equipo del Museo del Chocolate de Bélgica hasta que decidimos hacer chocolatería fina artesanal”.

No dice que María Cristina Jorge, además de dirigir ese centro educativo, fue alta funcionaria del Estado, como responsable de la Planta de Cereales y Molinería del Instituto de Investigaciones para la Industria Alimenticia. En ese puesto la conoció, precisamente, el inventor de la Escuela Latinoamericana y del Caribe de Chocolatería, Quim Capdevila.

Según una crónica de 2001 del entonces corresponsal en La Habana del diario español El País Mauricio Vicent, Capdevila, viejo maestro chocolatero y militante comunista, había acabado en La Habana un año antes, luego de jubilarse y traspasar el negocio familiar que tenía en el pueblo de Vic, a instancias de su amigo Manuel Vázquez Montalbán. El célebre escritor, que había publicado hacía poco tiempo Y Dios entró en La Habana –escribe Vicent en su pieza–, “lo envió a ver a Eusebio Leal, el Historiador de la Ciudad, quien le orientó hacia dónde debía de dirigirse”.

Así llegó al Instituto de Investigaciones para la Industria Alimenticia, levantado a finales de los 80 con financiación de la FAO (la Organización de Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura) con el objetivo de ser “centro de entrenamiento regional en el campo de los alimentos”. Y allí conoció a María Cristina Jorge, junto a la que creó la escuela.

Carlos Luis Menéndez Jorge junto a su madre, María Cristina Jorge, en la inauguración de la tienda en el Club Habana, en octubre de 2022.
Carlos Luis Menéndez Jorge junto a su madre, María Cristina Jorge, en la inauguración de la tienda en el Club Habana, en octubre de 2022. / Facebook/La Chocolatera

“El objetivo de la escuela es alcanzar la autofinanciación, no tiene ánimo de lucro”, explicaba Capdevila a El País, que detallaba que el proyecto fue subvencionado por la Diputación de Barcelona y la Universidad de Vic. La Escuela ofrecía conferencias y cursos de formación, no solamente en la Isla sino en otros países, como México, y estuvo respaldada incluso por la Unesco.

Ni Quim Capdevila ni María Cristina Jorge han contado qué fue de la Escuela, pero la página de Facebook dejó de actualizarse en mayo de 2020, justo cuando en Cuba irrumpía la pandemia de covid-19. Este diario ha intentado comunicarse al teléfono que figura en sus redes sociales, pero no contesta nadie, y el número no figura en la guía telefónica. La institución, de acuerdo con esa misma página, tenía su dirección en el municipio habanero de La Lisa, a corta distancia de donde Carlos Luis Menéndez Jorge abrió la primera tienda de La Chocolatera, en agosto de 2019. Con ese domicilio y con el número 2.054, figura en el registro de micro, pequeñas y medianas empresas (mipyme), dedicada a la “elaboración de productos de cacao, chocolate y otros de confitería”.

Allí estuvo hasta octubre de 2022, cuando mudó su sede al Club Habana. El resto es una historia de éxito fulgurante, celebrado sin pudor –este 13 de septiembre, día del nacimiento de Milton S. Hershey, fundador de la marca del mismo nombre, y Roald Dahl, creador del personaje de Willy Wonka, conmemoran el Día Internacional del Chocolate–, aunque muy pocos cubanos se habrán enterado de la existencia de La Chocolatera, una empresa privada aupada por el Estado para satisfacer los caprichos de unos pocos privilegiados en un mar de pobreza y escasez.

Todo es lujo en La Chocolatera, empezando por la propia ubicación, en la misma puerta del Club Habana.
Todo es lujo en La Chocolatera, empezando por la propia ubicación, en la misma puerta del Club Habana. / 14ymedio

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