Cierra la heladería cubana Coppelia porque "no hay helado, no hay leche, no hay azúcar"
Un trabajador de la fábrica de helado confirma a este diario la dramática situación en que se encuentra la industria
La Habana/La emblemática heladería Coppelia, situada en L y 23, en el corazón de El Vedado habanero, tiene este jueves el cierre echado por sus cuatro costados, con las luces apagadas y las mesas recogidas. De nuevo, al igual que ocurrió a principios de este año, no hay helado.
Con una novedad, esta vez: todos sus empleados se encuentran en la calle, vendiendo los dulces que les quedan en existencias. Únicamente, marquesitas y capitolios, toscos y desabridos, por 50 pesos. "No hay helado, no hay leche, no hay azúcar, no hay nada", pregonaba con humor una de las trabajadoras, quien respondió con otra pregunta al cuestionársele cuándo reabriría el establecimiento: "Ay, mi amor, ¿en qué país tú vives?".
Otros empleados contestaban dando largas, pero sugiriendo que no será pronto: "No se sabe", "Esto es para largo y tendido", "No va a haber por un buen tiempo".
Un trabajador de la propia fábrica de helado de Coppelia y que pide mantener el anonimato confirma a este diario la dramática situación en que se encuentra la industria. "Sé de compañeros que revendían parte del helado que sacábamos, pero llevaban meses que no, porque el producto era de tan mala calidad que no se vendía, más parecía durofrío que helado".
"Estábamos bastante indignados, nos estaban dejando probar aquello para que nos acordáramos de lo que era un helado de verdad"
Según refiere la misma fuente, el pasado septiembre, con motivo de la Cumbre del G-77 en La Habana, se elaboró una edición limitada del helado Coppelia, para los invitados al evento oficial y los hoteles. "Prácticamente militarizaron la fábrica para evitar que los empleados se robaran parte del helado", asegura. "El día que ya iban a trasladar el producto nos permitieron a los trabajadores probar en un vasito el helado. Estábamos bastante indignados, nos estaban dejando probar aquello para que nos acordáramos de lo que era un helado de verdad".
Llamada en Cuba la "catedral del helado", Coppelia se inauguró en 1966 con el utópico objetivo de que la Revolución produjera más y mejores sabores que en los países capitalistas. Su esplendor fue breve, aunque ni siquiera durante la crisis del Período Especial, en los años 90, cuando bajó de manera drástica la cantidad y la calidad de su oferta, remitieron las colas gigantescas en sus mostradores. Al ser de lo poco que aún funcionaba, la afluencia era enorme, y, una vez se permitió la circulación del dólar, era frecuente ver a los extranjeros entrar con sus divisas, a una área mejor surtida, sin tener que esperar.
Su remodelación hace cuatro años despertó mucha expectación, pero no pudo detener el declive del lugar. Luego de la pandemia de covid-19, cuando también estuvo cerrada por las medidas para evitar contagios, no ha levantado cabeza. La mala calidad del producto y los altos precios han ido poniendo los últimos clavos al ataúd de uno de los símbolos del castrismo triunfante.
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