Conseguir agua embotellada en Cuba, otro logro sólo al alcance de los más rápidos
Los pomos de Ciego Montero volaron en paquetes de seis en la Plaza de Carlos III
La Habana/Bajo los casi 30 grados que marcaba el termómetro en La Habana este lunes, nublado y húmedo, en el que las colas y las aglomeraciones en el transporte público no han remitido, el momento en que "sacaron" agua embotellada en la Plaza de Carlos III fue como vislumbrar un oasis en el desierto.
El avistamiento, sin embargo, se volvió pronto un espejismo. En la pizzería Buon Piacere, el producto apenas duró unos pocos minutos. En el kiosco Esquina Roja, el segundo lugar que puso a la venta los paquetes de seis botellas de litro y medio –a 17,50 pesos cada pomo y 105 el paquete entero–, la mayor parte de la gente que guardó cola para comprar se quedó sin agua.
Las botellas, provenientes de la Embotelladora de Agua Mineral Ciego Montero, no solo tienen un valor por su contenido, sino que, una vez vacías, se convierten en el envase preferido para vendedores de leche y yogur en el mercado informal. Un doble atractivo que dispara la demanda sobre el producto, en un país donde los recipientes de cualquier tipo también escasean.
Del agua embotellada dependen principalmente los negocios particulares y las casas que alquilan a turistas. En los hogares la cosa es diferente, pues muchas familias la toman de la que llega por la tubería, o –los más precavidos– la hierven o filtran para no gastar dinero en los mercados. No obstante, personas con algunos padecimientos médicos dependen del producto de más calidad que se vende en las tiendas estatales.
Desde la fila, este diario pudo comprobar que numerosas personas dejaban el mostrador del establecimiento cargadas con los blíster de seis botellas. Un agente de policía intentaba controlar que la gente no comprara dos veces, pero era una tarea imposible.
Un joven que aguardaba presumía con otro de que vino "con 26 más". "Son los mismos que luego revenden los pomos a 70 y a 90 pesos. ¿Tú puedes creer eso?", protestaba una mujer, que decía en voz alta que venía de El Vedado, después de estar una hora y media al raso esperando una guagua y sudando en el transporte, para no alcanzar ni siquiera una botella. "Que no haya si agua para todos es otro nivel de miseria".
Después de cuarenta y cinco minutos de espera, cuando le quedaban a la mujer 15 clientes por delante, se acabó el agua.
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