Corea del Sur alerta sobre la toxicidad de productos Shein muy vendidos en Cuba

La empresa china vende cremas solares y blanqueadoras, pintalabios, ropa barata y otros artículos

La oferta de estas marcas es enorme, y es raro que los artículos estén más de una estación a la venta
La oferta de estas marcas es enorme, y es raro que los artículos estén más de una estación a la venta / 14ymedio
Juan Diego Rodríguez / Miguel García

20 de julio 2024 - 16:08

La Habana / Holguín/El itinerario “secreto” de una prenda de la marca Shein basta para asustar a cualquier cliente: se fabrica en China bajo un régimen de semiesclavitud, se distribuye en Panamá o Miami –a precios ínfimos– y llega a La Habana gracias a las mulas. La nocividad de Shein y otras marcas chinas como AliExpress o Temu, sin embargo, ya no es solo moral. El Gobierno de Corea del Sur ha activado sus alarmas por la toxicidad de los elementos incluidos en varios de sus productos.

Según Seúl, en los productos de Shein y AliExpress se detectaron al menos 14 cosméticos que incluían más bacterias de lo admisible, incluyendo dos pintalabios con estafilococo áureo, causante de infecciones en la piel y padecimientos como neumonía. Otros cuatro productos para uñas contenían hasta 97,4 veces las cantidades permitidas de níquel y dioxano, ambos tóxicos para la piel y los riñones.

La advertencia, sin embargo, ha pasado desapercibida en Cuba, donde la ropa, los zapatos y los cosméticos de estas plataformas –muy populares entre los jóvenes por sus diseños modernos y bajos precios– siguen llegando a los hogares. 

Entrevistado por '14ymedio', Mario, un joven vecino de Centro Habana, asegura ser un comprador frecuente de estos artículos

Entrevistado por 14ymedio, Mario, un joven vecino de Centro Habana, asegura ser un comprador frecuente de estos artículos. “Me los vende una vecina desde hace tiempo y desde el inicio me llamó la atención lo baratos que eran”, algo que, asegura, le hizo dudar de la calidad. Los bajos precios por los que adquiere zapatos, gorras y camisetas, no obstante, lo hicieron olvidar pronto la duda. “Incluso si la ropa no dura, es lo suficientemente barata para comprarse otra pieza sin pensarlo mucho”, admite.

Con Cuba cerrada a todos los canales convencionales de comercio internacional, la ropa de Shein llega a la Isla de manera curiosa. Ya sea por encargo, o traída “por cantidad”, son las mulas quienes entran los productos previa visita a los mercados de Latinoamérica. Por supuesto, de todas las opciones de Shein, AliExpress o Temu –que venden desde cortinas hasta cepillos de dientes–, a Cuba llega lo más barato, fácil de transportar y demandado.

Carmen, una holguinera que se dedica a importar y vender a través de Facebook los artículos de estas marcas, explica que los vestidos, ropa interior y calzado femeninos son los de mayor salida. “Las muchachas jóvenes compran más y siempre están buscando ropa bonita y accesorios como aretes, cadenas o carteras”, cuenta a este diario.

Han sido pocas las ocasiones en que Carmen ha traído, en varios viajes, los mismos productos porque, advierte, “la oferta es enorme” y las propias plataformas añaden nuevos artículos –como promedio 2.000 diarios– y eliminan otros con frecuencia y según “la moda del momento”. “Eso también me ayuda a tener muchos compradores, porque nunca tengo dos de lo mismo”, celebra la holguinera. 

Venta de accesorios y ropa importada este sábado en la calle Galiano, en La Habana
Venta de accesorios y ropa importada este sábado en la calle Galiano, en La Habana / 14ymedio

La aplicación de Shein, que bonifica diariamente a sus clientes con puntos –además de juegos y promociones para obtenerlos– que ayudan a rebajar los ya escuálidos precios, no funciona desde la Isla. Pero esto no ha impedido que Facebook, Telegram o WhatsApp se convirtieran en las plataformas de compra de esta marca, y otras similares.

Mascarillas exfoliantes y pintalabios a 250 pesos, sayas y tops a 1.800, protectores solares a 2.000, cremas blanqueadoras de piel a 2.500 y tenis a 6.000, todo es posible adquirirlo en redes sociales a través de los revendedores o las propias mulas, que se han convertido en los embajadores no oficiales de las marcas asiáticas. 

Los precios pueden ser el triple de lo que se paga por ellos en otros países, pues los productos que llegan a Cuba van sumando costos de viajes de las mulas, transporte y margen de ganancia. Aun así, un pantalón no cuesta mucho más que un cartón de 30 huevos y “rinde” más. Al menos eso piensan los adeptos de estas marcas, que prefieren –o solo pueden permitirse– pagar un poco menos por productos de calidad, que artículos más caros, aunque de mejor factura.

Tanto Shein como sus marcas hermanas son parte de una tendencia de ultra fast-fashion, un modelo de producción que fabrica artículos de baja calidad en masa y que no duran más de un mes, o una estación, en los comercios. Populares incluso entre los clientes de países desarrollados, la moda Shein se ha adaptado para crear artículos instagrameables, es decir, que se adquieren para subir fotos a redes sociales y luego se desechan.

Como consecuencia, gran parte de estos productos terminan a través de “donaciones” en países pobres

Como consecuencia, gran parte de estos productos terminan a través de “donaciones” en países pobres –la mayoría africanos–, donde la ropa no es adecuada para el clima por su estilo y calidad, y termina convirtiéndose en pilas de basura. Estas situaciones, así como la toxicidad de las prendas y el régimen de explotación en el que viven quienes las producen, han sido denunciadas en numerosas ocasiones por organismos internacionales.   

En noviembre de 2022, Greenpeace acusó a Shein de infringir la normativa europea con el uso en sus productos de sustancias químicas peligrosas para la salud y el medio ambiente. Siete de 47 prendas de vestir que analizó la ONG tenían ftalatos y formaldehídos, dos químicos altamente nocivos, en una cantidad mucho mayor de la que permite la legislación europea. Asimismo, se calcula que la asiática utiliza unos 8.000 químicos distintos para crear los tejidos de sus prendas, siendo el poliéster –derivado del petróleo– el más común.

En Cuba, sin embargo, la población lleva décadas vistiendo y calzando las ropas que importan los privados de Panamá y México, o lo que traen los parientes del norte. En un contexto en el que las tiendas estatales no venden ni ropa interior, las candongas y revolicos –físicos y virtuales– son la única salida. La nocividad es una cuestión secundaria.

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