Se cose la boca y pone un cartel para denunciar a los "policías abusadores" en Centro Habana

Yudith Rojas Galán asegura que no parará hasta ver atendidas sus demandas: "Me van a tener que matar"

Cartel en el balcón de Yudith Rojas Galán, en la calle San Miguel, de Centro Habana
Cartel en el balcón de Yudith Rojas Galán, en la calle San Miguel, de Centro Habana / 14ymedio
Juan Diego Rodríguez/Pedro Espinosa

01 de abril 2024 - 12:06

La Habana/“Abajo los policías abusadores golpeadores. Estiven es un batistiano”. No es la primera vez que Yudith Rojas Galán cuelga de su balcón en el número 64 de la calle San Miguel, en Centro Habana, ese mensaje, escrito en mayúsculas sobre una caja de cartón desarmada y estirada. En la ocasión anterior, la Seguridad del Estado le pidió que lo quitara, “que les diera un voto de confianza”, y ella les hizo caso. “Pero ahora me van a tener que matar, porque no voy a quitar nada”.

El “Estiven” del cartel es un policía de la cercana unidad de Zanja, quien, asegura Rojas Galán, la ha golpeado en dos oportunidades y ostenta ahora el cargo de jefe policial en el Consejo Popular de Colón. Cuando se enteró de este nombramiento, el pasado febrero, la mujer colgó el mensaje en su balcón por primera vez. Ahora, ante la inacción de las autoridades, lo ha vuelto a hacer.

Para contar su historia a 14ymedio, Yudith Rojas Galán se descose los tres puntos con los que este domingo selló sus labios en señal de protesta. El caso viene de largo, desde hace unos tres años. “El problema fue que yo vine a vivir a un edificio donde el delegado metió a muchos policías”, refiere vía telefónica. La mujer, de unos 50 años, nunca se arredró en denunciar ante las autoridades los desmanes de sus vecinos, de los que era testigo. “Aquí había un elevador que los policías desactivaron y vendieron todas las guías y yo sé a quién se las vendieron”, dice, a modo de ejemplo. A ello, suma otras “inmoralidades” y “corrupción”. “Yo quisiera que usted viera el festejo que ellos hacían aquí antes todos los viernes, todos los sábados y todos los domingos. Desde que yo denuncié eso, ellos nunca más han hecho la fiesta esa”.

"Aquí había un elevador que los policías desactivaron y vendieron todas las vigas y yo sé a quién se las vendieron"

La pugna de Rojas Galán con sus vecinos policías fue creciendo con el tiempo. Ellos son los mismos que patearon la mercancía a los vendedores del parque El Curita hace unos días. Los mismos que, ante los robos a los turistas que se producen en la misma cuadra donde vive, “los policías corruptos ni se asoman ni bajan”.

La gota que colmó el vaso fue cuando la dejaron sin agua. Al respecto, relata que para la cisterna que hacía falta en el precario inmueble –a cuyo costado crece un basurero pestilente–, cooperó “con todo lo que ellos pidieron”: cemento, una manguera… Cuando finalizaron las obras, sin embargo, “ellos decidieron no darme agua a mí”.

Esta vez, tampoco se echó atrás en poner una denuncia en la unidad policial. Tras varias vueltas, acabaron metiéndola en un calabozo. Allí llegó Estiven, entonces calabocero, quien la había maltratado anteriormente –“menos mal que no se te olvida lo que te hice la otra vez”, le amenazó a Rojas–, y comenzó a insultarla. “Me dijo dos o tres palabras: sidosa, descarada, y yo también le ofendí. Él metió la mano para darme y los otros policías que estaban ahí no se lo permitieron y se lo llevaron”.

Para contar su historia a '14ymedio', Yudith Rojas Galán se descose los tres puntos con los que este domingo selló sus labios en señal de protesta
Para contar su historia a '14ymedio', Yudith Rojas Galán se descose los tres puntos con los que este domingo selló sus labios en señal de protesta / Cortesía

Rojas Galán explica que consiguió salir del calabozo metiéndose en un hueco que había, donde se autolesionó rompiendo una botella de ron vacía. De ese hueco la sacó Estiven a empellones, haciendo caso omiso de la mujer, que a voces llamaba al jefe del lugar, de nombre Noa. “Estiven me tiró contra el piso, me cogió por un pedazo de pelo y me arrastró por todo el pasillo de Zanja hasta llevarme al calabozo. Allí dentro, me paró, me puso de espalda, me metió la cabeza contra la pared, me hizo dos chichones y después me viró de frente, con las esposas y me escupió toda la cara”.

Testigos del suceso, cuatro “muchachitas” que estaban detenidas “porque las habían cogido prostituyéndose y las iban a mandar para Oriente”, empezaron a gritar pidiendo que parara el maltrato, “que yo era una persona mayor”. Finalmente, acabaron soltando a las jóvenes y, tras llevarla en presencia de Noa, a Rojas Galán también. El jefe, cuenta, “empezó a darme muela, tú sabes, las babas que ellos hacen para encubrir las cosas”.

Basurero en la esquina del edificio donde vive Yudith Rojas Galán
Basurero en la esquina del edificio donde vive Yudith Rojas Galán / 14ymedio

En el momento en que Rojas Galán estaba en la oficina de Noa, siempre según su versión, entró Estiven con otra agente, Milena, advirtiendo de que la iban a denunciar por “atentado a la policía”. El jefe, asegura la mujer, les respondió: “Salgan de mi presencia los dos, que las denuncias de ninguno de ustedes van a proceder, porque miren la clase de candela que ustedes me han buscado a mí, miren esta señora, todo lo que se ha hecho”.

Ahora, insiste Yudith Rojas, “no va a parar”. Ha ido a quejarse “a todas las instituciones de este país, no me queda ninguna”, y en todas, indica, le piden “un voto de confianza” pero no le resuelven el problema. Como explicación a su desventura, dice: “Sé tanto, tanto, tanto, y he visto tantas cosas que ellos hacen, que todos ellos son unos corruptos, unos inmorales todos…” Pero sentencia: “Me callé por mucho tiempo, pero ahora es el final. Que mi respuesta me la den ya”.

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