La cosecha de tomate se desploma en Ciego de Ávila: cinco veces menos que en 2010

Aunque se han duplicado las áreas de plantación, la cosecha se redujo de 21,8 toneladas a 4,1

La temporada de tomate está concluyendo en la Isla, en la medida en que se acerca el verano. (ACN)
Los precios no invitan a los agricultores a arriesgarse. (ACN)
14ymedio

13 de marzo 2023 - 15:50

Madrid/El derrumbe de la industria tomatera en Ciego de Ávila se resume en dos cifras. Entre 2010 y 2023, se han duplicado las áreas de plantación, pero la cosecha ha caído a la quinta parte, pasando de 21,8 toneladas por hectárea a 4,1 en 2022. Los datos son tan elocuentes que el diario provincial, Invasor, titula la nota en que los desgrana Tomate (de)molido.

"Si 'trasplantáramos' los resultados de hace más de una década a las áreas del año pasado, hubiésemos podido cosechar cinco veces más tomate", cuenta Pedro Manuel Díaz González, especialista del producto en la Delegación Provincial de la Agricultura, que recita los datos del declive desde el récord de 2013, cuando se alcanzaron las 22,5 toneladas por hectárea.

El funcionario, relata el texto, tuvo que ir al municipio de Mamonal –donde, pese a todo, se plantó la mitad del tomate que se procesa– a pedir a los productores que sembraran "por su cuenta y riesgo" ya que había "cero" fertilizantes y productos químicos.

"¿Tú crees que sin productos y casi sin petróleo, o a 2.000 pesos un porrón de 20 litros, de contrabando, se puede exigir que siembren grandes extensiones y luego los lleven a la industria?"

Como cabía esperar, no fue posible, y el plan de siembra se cumplió solo en un 69%, 2.499,5 hectáreas de las que 948 irán a la industria. La cifra, explica, no llega ni a la mitad de lo que se procesó un año antes, 2.285 hectáreas.

Para Díaz González es lógico que el resultado sea el que es. "¿Tú crees que sin productos y casi sin petróleo, o a 2.000 pesos un porrón de 20 litros, de contrabando, se puede exigir que siembren grandes extensiones y luego los lleven a la industria?", espeta.

Los datos desastrosos continúan. En 2022 se molieron molidas en las fábricas de Majagua y Florencia 5.184 toneladas, mientras para 2023 se espera lograr la mitad, con el agravante de que apenas 1.700 toneladas serán avileñas y habrá que recibir 700 de Jatibonico y Yaguajay, en Sancti Spíritus.

Para muestra, un botón: la fábrica de Majagua molió 11.000 toneladas de tomate en 2013 y, tras recibir una inyección económica de China que permitió reparar maquinaria y carretas, entre otras cosas, se ha pasado a 2.400 toneladas en 2023, si es que las previsiones se cumplen.

En la Agroindustrial Ceballos, antigua joya de la corona de la industria alimenticia y hoy convertida en una mole con pérdidas, su director, Enier González Suárez sitúa en solo 90 las toneladas procesadas. La planta ha pasado de no poder triturar el tomate que le llegaba hace siete años a "tragar" en un día todo lo cosechado en enero y febrero. Las expectativas no pueden ser más lúgubres, pues calculan que, acabada la zafra, se alcancen apenas las 1.600 toneladas, poco más de lo que se hacía antes en un solo mes.

"Los guajiros no quisieron arriesgarse", dice el directivo de Ceballos, que señala que los productores han sembrado 176 hectáreas, poco más de la mitad de lo que habían acordado. "Pagamos más de 170.000 en moneda libremente convertible (MLC) –dice en referencia al incentivo previsto para estimular a los productores más cumplidores– lo que no hubo insumos para comprar", sostiene.

En octubre, añade optimista, Ceballos abrirá una tienda "por consignación" en la que los guajiros podrán adquirir, en divisas, insumos que venderán empresas extranjeras.

Según la nota de Invasor, la entidad paga 730 pesos el quintal de tomate y 60 MLC por tonelada, pero en Majagua sostienen que no hay MLC.

"Pagamos más de 170.000 en moneda libremente convertible (MLC) –dice en referencia al incentivo previsto para estimular a los productores más cumplidores– lo que no hubo insumos para comprar"

"Solo si cumplías con lo pactado en el plan te pagaban 397 pesos por quintal y la tonelada significaba, en MLC, un 40% de ese contravalor," cuenta Vicente Echemendía Rodríguez, especialista de Cultivos Varios en esa fábrica, donde se pagan supuestamente 1.000, "unos 65 MLC por tonelada para los cumplidores de la zafra anterior".

Díaz González atribuye la situación más que a los problemas para pagar en divisas, a la inflación. "Antes la gente tenía cómo sembrar, al menos, una parte de los recursos. Asumía el riesgo. Ahora todo se ha encarecido demasiado y no pueden darse el lujo de perder", resume.

La única que se salva de la situación la empresa de Baraguá, donde la cachaza aplicada hace dos años he dado un buen resultado, con 70 toneladas por hectárea.

La falta de tomate se percibe en las mesas de los cubanos, también alimentada por el tope a los precios. A finales del pasado año, un vendedor contó a este diario que la vigilancia en los mercados habaneros del producto era estrechísima. "Nos han dicho que no podemos venderlo a más de 200 pesos la libra y esa cantidad no nos da negocio", afirmó el comerciante.

En diciembre de 2022, Cienfuegos decidió controlar el precio en un máximo de 25 pesos y Villa Clara hizo lo mismo la pasada semana, dejándolo a 42.

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