La crisis obliga a los niños cubanos a trabajar, dice la prensa oficial
'Sierra Maestra' asegura que los casos son excepciones propias "de la complejidad de contexto"
La Habana/Una de las columnas del bienestar social que durante años ha defendido el régimen cubano como una de sus mayores conquistas se derrumbó este lunes, cuando la prensa oficial reconoció que en Santiago de Cuba –como en el resto de la Isla– existen casos de trabajo infantil. Los niños y adolescentes en esta situación son tratados en el artículo como excepciones propias “de la complejidad de contexto” –un nuevo eufemismo para la crisis económica– y, aunque en ninguna ocasión se mencionan cifras o estadísticas, el oficialismo asegura que son pocos.
Sierra Maestra comienza hablando de Luis, un niño de sexto grado (entre 10 y 11 años) que vende pan por las mañanas para ayudar a su madre, quien también tiene a su cargo a su hermano de tres años. Las regulaciones y cartas internacionales que hablan de los derechos de la infancia, de las que Cuba es firmante, hablan de proscribir de forma tajante el empleo infantil, pero el diario asegura que “en la actualidad existen algunos casos, propios de la complejidad del contexto, que ameritan ser evaluados con una mirada diferencial, como una política preventiva y de actuación efectiva”.
La idea, sin embargo, no pasa de ser una sugerencia que no ahonda más en el problema y se queda a medias.
El artículo, que abre los ojos a un problema que se ignora frecuentemente desde el oficialismo, también troncha el debate con una retahíla de documentos y artículos que regulan el trabajo en edades tempranas. En la Isla, en el caso de los adolescentes que terminan las enseñanzas obligatorias y quieren comenzar a trabajar, el Estado dispone normas y permisos para que puedan acceder a empleos aptos para su edad.
Entre los empleos más comunes se encuentran la venta de pan, las labores de jardinería o la retribución por tareas como botar la basura
La atención a empleados de entre 15 y 18 años de edad es estricta, y siempre se tiene en cuenta que las labores no se realicen en entornos difíciles ni bajo estrés. Sin embargo, y aunque Sierra Maestra reconoce que son edades en las que comienza a surgir una presión social por que el adolescente adopte ciertas responsabilidades, el tema sigue sin ser tocado a fondo.
La prensa oficial centró el enfoque en el trabajo de las instituciones educacionales y organizaciones de masas –como los Comité de Defensa de la Revolución– que, asegura, con frecuencia descubren los casos de trabajo infantil cuando los niños y adolescentes comienzan a faltar a la escuela. Entre los empleos más comunes se encuentran la venta de pan, las labores de jardinería o la retribución por tareas como botar la basura.
Para quienes atenten contra el desarrollo de los menores, las penas pueden ser desde multas hasta cárcel. También se señaló a las familias como principales responsables de la atención a los menores.
No obstante, algunas políticas “educativas” de la que padres y alumnos llevan décadas quejándose, como las llamadas Escuelas en el Campo o la entrada a temprana edad al Servicio Militar, no se incluyen en el reportaje aunque muchos las consideran formas de “explotación”.
Por el contrario, el artículo va diluyéndose en cuestiones menos acuciantes, como la de que los universitarios trabajan a la par que estudian y que, aunque llevar ambas responsabilidades puede alejarlos de sus estudios, la situación no es vista con malos ojos por la sociedad o las leyes.
De hecho, el propio Estado muchas veces promueve la contratación de estudiantes de enseñanza superior para cubrir puestos de maestros u otras ocupaciones de sectores clave que sufren la estampida de profesionales, a los que paga menos de los salarios convencionales del sector. Al inicio del curso 2023-2024, varios periódicos de la Isla anunciaron la conformación de “contingentes” de estudiantes para cubrir plazas vacías en centros educativos de todo el país. Asimismo, es común que en tiempos de “crisis” se le pida a los estudiantes de carreras relacionadas a la Salud que realicen el control de vectores –tarea de Higiene y Epidemiología– como parte de sus prácticas laborales.
Muchos también gestionan su propia contratación, y terminan priorizando el empleo que les proporciona independencia económica sobre la carrera. Según Israel Riverón Sánchez, subdirector provincial de Empleo en Santiago de Cuba, al cierre de mayo más de 400 estudiantes universitarios se encontraban trabajando, de los que solo 120 lo hacían en el sector estatal.