Cruzar 23 y L, nueva experiencia vital para los cubanos de a pie
La inhabilitación de ocho semáforos peatonales en la más céntrica intersección de La Habana ha desencadenado un caos en el tráfico
La Habana/El flujo de automóviles en una zona concurrida como El Vedado habanero es rápido y constante. Lo saben bien quienes, esta semana, han intentado cruzar la calle 23 sin la ayuda de los semáforos peatonales –todos apagados–. El claxon de los choferes molestos acompaña a los que, al borde de la acera, comienzan la cacería del momento adecuado para cruzar.
La inhabilitación de ocho semáforos peatonales en la intersección de 23 y L ha desencadenado un caos en el tráfico. Este miércoles, una anciana preguntaba en el tumulto de gente que esperaba por una oportunidad para cruzar, si la ausencia de parpadeos rojos y verdes se debía a un apagón. "Electricidad hay, señora. Mire cómo funcionan los semáforos para los carros, pero los peatonales están todos rotos", informó alguien.
Desde hace meses los habaneros presencian cómo las luces de la vía se van apagando. Primero se funde una, luego otra y, unas semanas después, una pedrada impacta contra el cristal de una tercera. Y nadie repara el daño.
Finalmente, este miércoles, todas las luces destinadas a regular el paso en 23 y L se apagaron. Ahora la gente cruza por instinto. Lo común es esperar a que un valiente se lance y los demás lo siguen. Otras veces los carros bajan la velocidad y los transeúntes intuyen que es el momento de arrojarse.
Hasta el momento no se ha dispuesto a un oficial de la Policía que regule el tránsito hasta que puedan restablecerse las señales luminosas. La gente joven se apura, corre y pierde el miedo luego de varios intentos. Pero los ancianos y los niños se van quedando atrás.
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