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"Para mí fue un 'shock' ver a un ministro y viceministros repartir golpes"

Varios artistas agredidos dan su testimonio a ‘14ymedio’

El ministro de Cultura, Alpidio Alonso junto al viceministro Fernando Rojas y otros funcionarios salieron en grupo del ministerio de Cultura y avanzaron hacía los artistas. (Captura)
Luz Escobar

29 de enero 2021 - 00:06

La Habana/Mauricio Mendoza aún no comprende qué hizo para que el ministro de Cultura, Alpidio Alonso, le lanzara un manotazo y, con él, desatara la furia de una turba que salió de las oficinas y arremetió contra los artistas que habían llegado a sus puertas tras realizar este miércoles un homenaje a José Martí. "Yo estaba haciendo mi trabajo, reportando en vivo, sin ofender a nadie, haciéndole preguntas a Fernando Rojas", relata a 14ymedio.

El viceministro Rojas, protagonista de la reunión del pasado 27 de noviembre con una treintena de los más de 300 artistas concentrados ante el Ministerio de Cultura, había salido ya varias veces a hablar con el grupo, integrado por una veintena de artistas, entre ellos Julio Llopiz-Casal, Solveig Font, Maykel Osorbo, Carolina Barrero y Reynier Leyva Novo.

En alguno de los videos difundidos, incluso puede verse a Rojas decir que podían pasar al ministerio pero sin celulares. Los jóvenes se negaban y exigían, a la vez, la retirada de los agentes de policía que los cercaban, así que Rojas se daba media vuelta y se metía de nuevo en el edificio.

De pronto, recuerda Mendoza, "salen todos": no solo Rojas, sino el propio ministro Alonso y otros funcionarios. "Yo comienzo a presentar para la transmisión en vivo quiénes eran ellos, uno por uno, y no terminé de decir la primera frase cuando él me metió el manotazo y ya, eso fue el detonante de todo. Del ministerio salió una turba que nos vino arriba".

El periodista independiente, de 22 años, que también estuvo el 27 de noviembre frente al ministerio, asevera que "todo fue muy bajo". El ministro llegó a llamarlo "muchacha" por tener el pelo largo. "La campaña ha sido brutal, dijeron que el ministro se me acercó para darme la mano. Una excusa burda que están usando, se creen que somos niños chiquitos", denuncia el joven, que opina que Alpidio Alonso "no es más que una burla".

Para Novo fue increíble ver a "ese grupo donde había un ministro, viceministros y funcionarios ahí, como si fueran policías, dando golpes, empujando, avasallando a un grupo de jóvenes pacíficos"

Reynier Leyva Novo, otro de los agredidos, simplemente no lo puede creer. "La reacción de ese grupo donde había un ministro, viceministros y funcionarios ahí, como si fueran policías, dando golpes, empujando, avasallando a un grupo de jóvenes pacíficos frente a su institución…", explica. "Eso para mí fue un shock".

La misma sensación guarda Solveig Font, que en un primer momento estaba apartada hablando por teléfono y solo sintió una bulla creciente. "Veo una horda, la furia del ministro y el viceministro que venía para arriba de nosotros, empujando a Mauricio". Font recuerda que ella y Julio Llopiz-Casal intentaron separar al ministro y al viceministro y otro funcionario, al que todos llaman Chicho, le decía a Alpidio Alonso: "Ministro, cálmese, cálmese", al tiempo que se unía en el trabajo de separarlos.

Novo ni siquiera atinaba a apretar el obturador de su cámara, pero hizo dos fotografías, el testimonio gráfico de un ministro de Cultura cubano echándose encima de un ciudadano pacífico. Inmediatamente, recibió "unos empujones fuertes contra la multitud" para subirse a una guagua detenido. "Gente mayor, llenos de canas arregladas, espejuelos nuevos, camisas nuevas, empujándonos…", los describe Font.

Delante de Novo estaban otros oficiales empujando a Oscar Casanella y la puerta estaba bloqueada. "Él se resistía a subir a la guagua, y mientras el agente de la Seguridad del Estado le daba golpes, Oscar le miraba a los ojos y le decía que no iba a subir". Hasta entonces, Novo no había opuesto resistencia porque todavía no le habían pegado, pero en cuanto subió, recibió un trancazo por la espalda en la parte baja de la cabeza.

"Fue un golpe fortísimo que me tumbó el sombrero. Cuando miré para atrás varias personas estaban gritando y lo que más recuerdo, que no se va de la mente, son los gritos de Camila Lobón y Celia González mientras las estrangulaban".

Los gritos y golpes dentro del vehículo quedaron registrados en audios y videos grabados por los propios artistas.

La situación era tan violenta, que Font pensó que le iban a partir un hueso. La tiraron contra el escalón de la guagua y ejercieron presión sobre su cuerpo. "Lo primero que vi cuando levanté la vista fue a una persona mayor de la Seguridad del Estado que le metió tremendo pescozón al Chino Novo por la espalda. Ahí me desvanecí, no podía más", cuenta.

La situación era tan violenta, que Solveig Font pensó que le iban a partir un hueso. La tiraron contra el escalón de la guagua y ejercieron presión sobre su cuerpo.

Antes que la guagua arrancara, los artistas vieron por la ventanilla los rostros de Fernando Rojas y de Alpidio Alonso que, junto a los trabajadores del ministerio, gritaban consignas con una bandera cubana en sus manos.

Los sentimientos de Julio Llopiz-Casal son contradictorios, porque cree en el diálogo pero al mismo tiempo lo llena una "profunda decepción". "Cada vez estoy más cerca de pensar que el diálogo no se va a dar", confiesa, "sobre todo porque ellos no quieren que se dé, porque ellos están buscando todos los pretextos del mundo para frustrarlo".

Llopiz ve como una vergüenza que los cubanos y toda la comunidad internacional hayan visto al ministro de Cultura comportándose "como un delincuente común". "Me parece imprescindible que Alpidio Alonso sea separado de sus funciones", opina; "debería dimitir si tuviera un poco de dignidad".

Para la historiadora del arte Carolina Barrero lo que pasó este miércoles es "tan sumamente severo que pone en cuestión no ya la legitimidad del Gobierno, sino su facultad para ejercer funciones, su sano juicio". "Los ministros y viceministros son funcionarios públicos, y como tal se deben a la ciudadanía. ¿Cómo es posible que un ministro de Cultura y su séquito de viceministros arremetan con violencia contra jóvenes que leen poesía, contra ciudadanos a quienes deberían servir?", se pregunta con perplejidad.

Lo que pasó, dice, "es inaceptable" pero, ante todo, "ilegal": "Un hecho punible que en cualquier parte del mundo es razón suficiente no ya de destitución o renuncia inmediata, sino de procesamiento penal".

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