Cuba recibe de España una donación como zona afectada "por desastres naturales y conflictos"
El proyecto, financiado por Unicef y la Junta de Extremadura, estaba destinado también a Haití y a los territorios palestinos
Madrid/Hasta nueve unidades de cuidados para neonatos se han visto beneficiadas en Cuba por un proyecto del Fondo de las Naciones Unidas para la Infancia (Unicef) en España y la Agencia Extremeña de Cooperación Internacional (Aexcid). Este también iba destinado a Haití y a Palestina (tanto Gaza como Cisjordania).
Los tres territorios, indicó Unicef en un comunicado de prensa, “debilitados” tras la pandemia de covid-19 y considerados “zonas afectadas por desastres naturales y conflictos”.
El convenio, firmado en julio de 2022 y finalizado hace unos meses, indica que el costo total de la operación fue de 1.259.666,60 euros. De ellos, 9.666,60 fueron aportados por Unicef y el grueso, 1.250.000 euros, por la Junta de Extremadura, de la que depende la Aexcid y una de las Comunidades Autónomas más pobres de España. A la Isla le correspondió un tercio, es decir, 419.889 euros, igual que a cada una de las partes.
Unicef compartió el inventario de lo que, con ese dinero, se compró y se donó a provincias como Pinar del Río, La Habana, Mayabeque, Ciego de Ávila, Holguín, Granma y Santiago de Cuba. Entre todos los hospitales, como el Abel Santamaría Cuadrado y el Pepe Portilla de Pinar del Río o el Manuel Fajardo de La Habana, se repartieron 21 incubadoras, 8 cardiomonitores neonatales, 2 ventiladores “no invasivos” y 8 monitores portátiles de signos vitales, así como otros artículos sanitarios como pesas digitales, mantas térmicas, oxímetros y tela antiséptica. Esto es, dice el texto, algo “crítico para la atención al recién nacido de riesgo”.
También se impartieron talleres de formación a unos 5.000 especialistas
También se impartieron talleres de formación, detalla Unicef España, a unos 5.000 especialistas sobre atención al recién nacido en estado crítico y seguimiento nutricional “durante los primeros mil días de vida, que contribuyen a elevar la calidad de la atención de salud a embarazadas, niñas y niños desde las primeras etapas”.
La mortalidad infantil es uno de los índices de Salud que cayó en los últimos años más estrepitosamente en Cuba, que durante decenios presumió de ser potencia médica. De 2018 a 2021 creció nada menos que un 91,77%, de 3,9 menores de doce meses fallecidos por cada 1.000 nacidos vivos a 7,6, según datos oficiales. Aunque en 2023 hubo una ligera mejoría, con 74 bebés muertos menos que el año anterior, la tasa al cierre del año seguía siendo fatídica: 7,1 fallecidos por 1.000 vivos. (Durante muchos años, incluso desde antes del triunfo de la Revolución, se mantuvo en una tasa de 5 por 1.000).
Precisamente, y según una nota publicada por Escambray, la “estabilidad en los índices de mortalidad infantil” fue una de las razones para otorgar a Sancti Spíritus la sede de los festejos por el 26 de Julio. La provincia tiene una tasa actual de 3,8 fallecidos por cada mil vivos, algo inferior a la de 2023, de 4,7 por 1.000.
“La improvisación, esa que permite componer al vuelo sorprendentes décimas, nada tiene en común con servicios estratégicos de la Salud cubana, como los neonatales y otros que inciden directamente sobre la tasa de mortalidad infantil”, dice la nota en el periódico oficialista.
El texto incide en que las “crecientes adversidades” se vieron “agravadas” por el covid-19, justamente el motivo que originó la acción subvencionada de Unicef y la Aexcid. La pandemia, dicen las organizaciones en su comunicado conjunto, puso de manifiesto “la fragilidad de los sistemas de salud en muchos países, desbordados ante una crisis sanitaria que se sumaba a otras ya existentes, como las humanitarias o las catástrofes naturales”. Uno de esos países es, oficial e internacionalmente, Cuba.
A principios de este mes, Unicef publicó su informe sobre pobreza infantil grave, en el que por primera vez incluyó a la Isla. El documento señalaba que el 9% de los menores hasta cinco años sufre de pobreza grave, es decir, que tienen un máximo de dos de los ocho alimentos considerados necesarios para una vida sana. Además, señalaba que el 33% de ellos padecen pobreza moderada, esto es, que tienen a su disposición entre tres y cuatro de esos alimentos.