De restaurante de lujo a vulgar 'candonga', la decadencia del Beijing en La Habana

La pandemia ha dado la estocada final a un lugar que fue, desde el inicio, concebido para el turismo y el cuerpo diplomático

Aun cuando el proyecto tenía la bendición de los autócratas chinos y cubanos, el negocio tardó en concretarse y se encontró con las habituales trabas para establecerse en la Isla. (14ymedio)
Aun cuando el proyecto tenía la bendición de los autócratas chinos y cubanos, el negocio tardó en concretarse y se encontró con las habituales trabas para establecerse en la Isla. (14ymedio)
Natalia López Moya

15 de enero 2022 - 12:24

La Habana/El flamante restaurante chino que prometió Xi Jinping a Raúl Castro en una visita a Cuba en el año 2014 se ha convertido en una candonga (puesto de venta). Su vida útil se ha limitado a seis tristes meses y ahora, tras la reapertura de los servicios gastronómicos en La Habana, mantiene sus puertas cerradas y apenas vende ruedas de cigarros y salsa de tomate "para llevar".

La pandemia ha dado la estocada final a un lugar que fue, desde el inicio, concebido para el turismo y el cuerpo diplomático. Su ubicación ya resulta un buen indicio de ello. Situada a pocos metros del emblemático Puente de Hierro que une El Vedado capitalino con el barrio residencial de Miramar, en la 7ª Avenida entre 2 y 4, del municipio de Playa, se encuentra la mansión construida en los años 30 que alberga el Beijing.

Para su acondicionamiento se necesitaron millones de dólares, y el interior se decoró con una imagen de Fidel Castro en la recepción y otras de Mao Zedong, Xi Jinping y Raúl Castro, entre otros, ya en el salón.

El restaurante fue inaugurado en agosto de 2019, cinco años después del anuncio y dos después de la fecha prevista, por el entonces embajador de China en la Isla, Chen Xi. El local, con una capacidad superior a los 120 comensales, ofertaba más de 50 platos típicamente chinos, sin la habitual cubanización de la cocina del país asiático. Esto constituía su mayor atractivo, aunque desde el inicio dejó muy claro el tipo de público que buscaba, al tener toda su carta en pesos convertibles.

"El arroz frito era el más caro de Cuba, una ración por 10 CUC (250 pesos), y no era nada del otro mundo", cuenta Pablo, un cocinero de una paladar en La Habana Vieja que decidió probar la comida del Beijing un mes después de su apertura. "Encima, le faltaba el frijol chino porque el día que fui se había acabado. Todos los platos fuertes estaban por encima de los 18 CUC y tampoco aquel día tenían carne de res", cuenta a 14ymedio. "En aquel entonces, aconsejé a mis amistades que, si querían comida asiática, siguieran frecuentando el barrio chino, porque era mucho mejor y más económico".

Una cena modesta para una pareja, con entrante, plato fuerte, postre y bebida, suponía desembolsar unos 60 CUC. "Un lugar así era una novedad para nosotros", recuerda un joven que asistió con su novia en los primeros días posteriores a la inauguración, "pero no podíamos volver pronto. Era un lujo de alto vuelo que el bolsillo no permitía".

"Al poco tiempo de estar prestando servicios comenzaron a dejar de venir clientes, el lugar permanecía largas horas vacío", asegura una ex empleada del Beijing que pidió el anonimato a 14ymedio. "El salario que nos daban era una basura comparado con lo caro que vendían todo y eso propició el desvío de productos en la cocina".

La trabajadora revela que la molestia por los bajos salarios llevó a los empleados a vender en el mercado informal salsa china, salsa de tomate y hasta aceitunas. "No pude más con aquello y me largué poco después de haber empezado allí", rememora.

Aun cuando el proyecto tenía la bendición de los autócratas chinos y cubanos, el negocio tardó en concretarse. No solo eso, se encontró con las habituales trabas para establecerse en la Isla. El restaurante fue la primera empresa de propiedad íntegramente extranjera en Cuba (Beijing Enterprises Group), pero debía adquirir la mayoría de sus ingredientes a través de Cimex, la entidad de exportaciones e importaciones dirigida por los militares cubanos. Así fue como la idea de una cocina tradicional china fue degenerando en mezclas poco atractivas para los comensales.

Li Sha, que ayudaba a administrar el restaurante, contó en un reportaje del semanario británico The Economist que los patos que servían provenían de Canadá. "Su piel es más gruesa que la de los patos chinos, por lo que no queda tan crujiente". Algo parecido ocurría con el pescado agridulce, que se hacía con pargo cubano, y no con pescado mandarín. "Aunque es sabroso, tiene una carne más grumosa y parece coliflor frita", añadía. Tampoco se podía adquirir huevos o tomate con facilidad, por lo que hubo que excluir de la carta el plato salteado con esos ingredientes.

El restaurante fue la primera empresa de propiedad íntegramente extranjera en Cuba, pero debía adquirir la mayoría de sus ingredientes a través de Cimex

Los presagios que habían vertido los lectores en la noticia de la inauguración del oficialista Cubadebate se confirmaron en un tiempo récord. "Vamos a ver hasta cuando dura la bonita instalación y sus maravillosos platos", rezaba uno de los comentarios. "Como todo en nuestro país, empieza bien y al final todo es un desastre", respondía otro. "Los precios deben andar por China, ojalá me pueda comer una langosta en queso caliente cuando me suban el salario, porque ahora ni soñar con visitar ese lugar", añadía uno más.

No se equivocaban.

A pesar de que las puertas principales circulares están pintadas con el enorme ideograma rojo "shuang xi", que significa "felicidad doble", y de que no existiera una mesa número cuatro porque es un número que en China se considera desfavorable, el Beijing no ha logrado sobrevivir al último golpe: la pandemia.

El cierre de fronteras y de los servicios gastronómicos durante meses han hundido lo poco que quedaba del Beijing, tanto que a finales de septiembre, cuando se anunció la lista de restaurantes que abrían de nuevo sus puertas, el local no estaba entre quienes decidían intentar resistir a pesar de la limitación del aforo al 50% y, aunque no ha cerrado, ha limitado su oferta a la venta a domicilio. Escasa.

"Me emocioné cuando vi en la inmensa reja algunos carteles que anunciaban atractivos y baratos combos, como el de arroz frito, carne de cerdo asada y papas fritas por sólo 250 pesos, entre otros", cuenta a 14ymedio Maritza, una joven residente en el municipio de Centro Habana que se acercó el domingo a comprobar las ofertas.

"Pero para sorpresa mía aquellos carteles eran viejos y actualmente sólo venden cigarros y salsa de tomate. Aquello parecía una venta de garaje y la dependienta no quiso explicarme por qué tenían el salón cerrado aún. ‘A lo mejor para marzo abriremos de nuevo’, fue lo único que me dijo".

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