"Ni los cubanos ni los canadienses dan la cara por la peste y las explosiones de gas"
Los pobladores de Puerto Escondido, en Mayabeque, reclaman a la empresa Energas por las llamaradas que exhala su planta, acompañadas de explosiones, olor a hidrocarburo y el fuerte sonido de una sirena
La Habana/Los pobladores de Puerto Escondido, en Santa Cruz del Norte (Mayabeque), salen de una batalla para entrar en otra. Hace un par de meses denunciaban la instalación de una tubería de gas en medio de su terreno deportivo y ahora reclaman a la empresa Energas por las llamaradas que exhala su planta, acompañadas de explosiones, olor a hidrocarburo y el fuerte sonido de una sirena. "Nos van a matar del corazón", sentencia Paco, de 56 años, y nacido en lo que una vez fue un hermoso balneario.
"Esto pasa a cualquier hora, lo mismo de día que de madrugada y como el pueblo está muy cerca de las instalaciones de Energas no hay quien duerma cuando salen estos mechones más grandes", cuenta Paco a 14ymedio. Los pobladores le dicen "mechón" a la llamarada que asoma en la parte superior de la chimenea de la instalación industrial, a veces de menor tamaño, pero otra vez tan grande que ilumina todo el pueblo y viene acompañada por la activación de una alarma de seguridad.
El aumento de mechones ha coincidido con un crecimiento de la explotación de los yacimientos de gas de Puerto Escondido, por parte de Energas, la empresa mixta que gestionan la compañía canadiense Sherritt y la estatal cubana Cupet, además de la Unión Eléctrica, de la que se están extrayendo actualmente unos 200.000 metros cúbicos de gas al día y en la que se prevé duplicar la producción en los próximos meses.
"Se escucha primero una explosión o varias y luego se ve el fuego allá arriba que crece y crece, así se pasa un buen rato y mientras tanto todo el pueblo se llena de humo y tremenda peste", detalla el mayabequense. "Desde hace varias semanas la situación ha empeorado porque las explosiones, el fuego y el mal olor son cada vez más frecuentes. La gente tiene más miedo después de lo que pasó en los Supertanqueros de Matanzas".
"El fuego ruge por horas", describe Maritza, que cuando en la madrugada la despierta el estruendo se sienta en el portal de su casa. "A veces parece que está saliendo el sol porque la claridad del fuego hace que todo se ilumine. Mis nietos tienen miedo de dormir así, esto no es vida. Estamos asustados", sentencia la mujer que se queja, además, de las pocas ventajas de la cercanía de la planta.
"Ni siquiera tenemos suministro de gas de la calle [manufacturado que llega a través de tuberías]. Aquí en Puerto Escondido a la poca gente que tiene un contrato de gas licuado le venden una balita al año, el resto cocinamos con electricidad, con leña o con lo que aparezca", detalla Maritza. "Esa industria lo único que nos trae es dolores de cabeza y noches en vela".
En el año 2000, el Gobierno cubano decidió explotar el gas en Puerto Escondido. Entonces se abrió en el lugar el pozo número 14, que se sumaba a los que anteriormente suministraban petróleo nacional pero que frecuentemente se inundaban con el agua del mar. Con el transcurso de los años, la coalición Cupet-Unión Eléctrica-Sherrit ha hecho más perforaciones hasta llegar a 200 pozos y planifica seguir ampliando el área de extracción.
"Aquí en Puerto Escondido a la poca gente que tiene un contrato de gas licuado le venden una balita al año, el resto cocinamos con electricidad, con leña o con lo que aparezca"
La falta de transparencia de las autoridades sobre lo que ocurre en la planta de Energas aviva los temores. Esta semana los medios oficiales informaron de una falla en el interruptor del sistema de compresores de la industria, que suministra el gas a La Habana, que se produjo a las 12:10 del domingo pasado. Los residentes de Puerto Escondido se enteraron la mañana del lunes a través de la televisión nacional.
"No nos dijeron nada, nosotros estábamos aquí en el pueblo como si nada y después supimos que algo había pasado en Energas. Vimos muchos carros entrando y saliendo, cierta alarma. Hasta llegó la televisión oficial, pero ningún funcionario vino a dar la cara para tranquilizarnos ni aclarar si había o no peligro para nosotros", denuncia Maritza. "Nunca dan la cara, ni los cubanos ni los canadienses".
La rotura en la planta fue reportada por la televisión nacional pero las cámaras y los micrófonos no llegaron hasta la pequeña comunidad que sufre los estragos de la cercanía de la industria. "El periodista que vino fue Bernardo Espinosa, pero no pasó por el pueblo ni entrevistó a ninguno de los pobladores", añade la mujer. "Lo estábamos esperando como cosa buena para contarle de la contaminación, de los árboles que se nos mueren y de lo que le hicieron al terreno de pelota".
"No nos vino a preguntar por esa planta. No le interesó hablar con las personas del pueblo, tampoco vienen los funcionarios del Gobierno ni los de la Sherritt", subraya Maritza, que recuerda que tras la instalación de pilotes de hormigón en el área deportiva, para colocar una tubería de gas, solo fueron retirados del lugar después de que 14ymediopublicara las denuncias de los pobladores.
"Vinieron enseguida, al otro día de salir el artículo llegaron varios directivos. No dijeron nada, no hablaron con la gente pero iban de aquí para allá por el terreno de pelota. Luego se fueron y unos días después removieron los pilotes y los pusieron a un lado del terreno. Fue una victoria", considera la mujer, aunque reconoce que "queda mucho por lograr porque no nos merecemos nada de esto que nos está pasando".
Otro vecino de Puerto Escondido, que prefiere el anonimato, lamenta, además, que en el pueblo no hay cobertura de telefonía móvil. "Hay que caminar un kilómetro hasta la carretera para tener señal y poder hacer una llamada o conectarse a internet". "Habían aprobado la instalación de una torre de Etecsa en una loma del pueblo, pero, aunque hicieron incluso el camino, la estructura nunca llegó. Nos quedamos esperando".
"Nos cobran muy caro el servicio de telefonía móvil, pero aquí en Puerto Escondido pagamos esas tarifas y estamos recibiendo un servicio muy malo. Estamos cansados de reclamar a las autoridades y no pasa nada ni hacen nada", remacha. "Tal pareciera que nos quieren tener incomunicados del mundo para que no podamos contar lo que estamos viviendo cada día".
Algunos residentes apuestan, incluso, por cambiarle el nombre al pueblo para que muestre el abandono institucional en el que se encuentran. "Esto, más que Puerto Escondido, ya merece llamarse Puerto Olvidado".
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