Los cubanos pudieron comer merluza peruana gracias a la Seguridad del Estado
El general Escalante Font cuenta las supuestas hazañas de sus agentes para ayudar al golpista Velasco Alvarado
La Habana/Para obtener un ejemplar de En las alas del cóndor, del general Fabián Escalante Font –uno de los artífices de la contrainteligencia cubana y divulgador de sus “logros”– hay que llamar a la sede del Movimiento Mexicano de Solidaridad con Cuba. Tatiana Coll Lebedeff, la colaboradora de La Jornada que reseñó el libro y aportó el número telefónico de esta organización afín al régimen, no explicó el porqué de tan exótico mecanismo de venta.
“El libro nada más lo tenemos nosotros y es muy reciente”, contestó a 14ymedio Tamara Barra, coordinadora del Movimiento, que editó el texto. El libro cuesta 200 pesos mexicanos –unos 10 dólares– y aseguró que se puede enviar a cualquier parte del país por 50 pesos adicionales. El Movimiento, añadió Barra, acaba de comenzar un proyecto denominado Casa Cuba, “financiado por el Gobierno cubano”, cuyo objetivo es apoyar a la Revolución.
En las alas del cóndor, un testimonio con tintes ficcionales sobre el trabajo de los agentes cubanos en Perú durante los años 70, no aparece en plataformas de venta online –como otros libros de Escalante– y tampoco en la página web del Movimiento, que no funciona. Se consigue solamente de forma personal, con los “amigos” del régimen en Ciudad de México.
La de Coll Lebedeff, que vivió y se graduó como socióloga en La Habana en 1978, es una de las pocas reseñas disponibles sobre el libro
La de Coll Lebedeff –que vivió y se graduó como socióloga en La Habana en 1978– es una de las pocas reseñas disponibles sobre el libro, al que no duda en calificar de “apasionante”. Escalante, afirma, lo escribió “entretejiendo recuerdos y documentos” de la época en que los “tentáculos” de la Operación Cóndor –ejecutada por los servicios secretos de varios países latinoamericanos con apoyo de EE UU– “se extendían” por América Latina. El brazo del régimen era no menos elástico, admite Coll Lebedeff, y tenía agentes operando en todo el continente.
El libro de Escalante Font narra los avatares de uno de esos espías en Perú, que justifica sus acciones alegando que la CIA había “incrementado su ofensiva” y que La Habana debía hacer lo mismo. “Cartas bomba, tiroteos a instalaciones diplomáticas, intensos sabotajes y voladuras de buques de pesca”, afirma el narrador, “provocaron la decisión del alto mando de la Seguridad cubana de proteger estos objetivos y desarticular el proyecto terrorista” en Lima.
Coll Lebedeff, que relató en una entrevista que prefirió durante esos mismos años salir de México y vivir en la Isla –era la época de la llamada "guerra sucia" contra la guerrilla en México, llevada a cabo por el PRI–, asegura que la CIA no miraba con buenos ojos el comercio de Perú con Cuba. La socióloga le atribuye a la ofensiva –entre otras– una motivación casi hilarante: suspender la pesca de merluza, que los cubanos podían capturar en aguas peruanas gracias a un acuerdo con el general golpista Juan Velasco Alvarado (presidente de 1968 a 1975), aliado de La Habana y de Moscú.
“Yo misma vivía en aquellos años en Cuba y disfrutamos las merluzas y demás delicias marinas"
“Yo misma vivía en aquellos años en Cuba y disfrutamos las merluzas y demás delicias marinas. El suelo peruano era muy delicado, poderosas fuerzas se movían contra el general, dentro del propio ejército y fuera”, acota Coll Lebedeff al margen de su reseña.
Raúl, el doble agente protagonista del libro, viaja a toda velocidad a Lima con un plan “basado en la doctrina de Fidel”, para quien las fronteras latinoamericanas eran “ficticias” y consideraba lícito “salir a penetrar al adversario donde tuvieran sus centros de dirección”, en palabras de Escalante Font. Le ponen el sello a su pasaporte en noviembre de 1974.
La reseña de Coll Lebedeff recalca el mantra extraoficial de la Seguridad del Estado –”en silencio ha tenido que ser”, una frase de Martí– y asegura que, siguiendo el ejemplo soviético, los agentes cubanos “andan ocultos” y “con ojos tan profundos” (otro mantra, esta vez de Silvio Rodríguez).
“Algunos de estos sigilosos valientes han salido gradualmente a la vida real y nos cuentan cómo evitaron muchas veces verdaderas catástrofes”, termina Coll Lebedeff, en alusión a los viejos generales del régimen que, en editoriales nacionales o extranjeras, insisten en publicar sus memorias.
Las múltiples imprecisiones de esta clase de documentos en general, y las del de Escalante Font en particular, fueron denunciadas este martes por Arnaldo M. Fernández en el digital Café Fuerte. Según Fernández, la publicación de estos libros de “historia encubierta de Cuba” es un ejercicio a menudo “desconcertante”. Se refiere no solo a los errores cronológicos o históricos, sino también al “olfato historiográfico descarriado” que sufren, a su juicio, los ex militares cubanos.
Fernández recuerda que Perú sufrió 11 golpes de Estado entre 1823 y 1962, y que en 1968 fue Velasco Alvarado con una “junta golpista de izquierda” quien tomó las riendas del país con el nombre de Gobierno Revolucionario de la Fuerza Armada. El nuevo régimen enseguida llamó la atención del Kremlin, que mandó a Lima en 1969 a Nikolai Leonov, quien décadas más tarde escribió una biografía de Raúl Castro.
El nuevo régimen enseguida llamó la atención del Kremlin, que mandó a Lima en 1969 a Nikolai Leonov
Bajo el mandato de Velasco Alvarado, recuerda Fernández, la KGB entrenó agentes en Perú y abrió el camino para que los espías de Castro, como el del testimonio de Escalante Font, entraran al país. Cuando el Gobierno peruano cayó por causas internas, La Habana y el Kremlin culparon a la CIA. Avalado por Coll Lebedeff, Escalante Font pretende contribuir a la “espléndida confusión” que la contrainteligencia cubana planeó en los 70, valora Fernández.
De En las alas del cóndor hay otra huella en internet: la presentación que Pablo Moctezuma Barragán hizo del libro el pasado julio, en la Embajada de Cuba en México. Para Barragán, profesor de Economía, el libro está escrito para “los militantes y revolucionarios”, que pueden ver en él un manual de acción contra la CIA.
Barragán hace un largo elogio de Escalante Font, que hoy tiene 83 años y dirigió durante los 70 el Departamento de la Seguridad del Estado, y recordó que ha escrito varios libros sobre las operaciones de la contrainteligencia cubana. General de división en 1988, también se infiltró –como parte de “numerosas misiones de solidaridad”– en conflictos armados en toda América Latina y el Caribe.
La ficción, afirma, es mínima en el libro, que “refleja su experiencia” en el espionaje. Escalante Font, un personaje siempre en la sombra del oficialismo, tiene una extensa hoja de servicios. Además de su labor en la Seguridad del Estado, se ha encargado de escribir la versión oficial de múltiples hechos en los que La Habana no pudo ocultar la participación de sus agentes.
Fue uno de los miembros de la comisión de expertos de Cuba, EE UU y la Unión Soviética que realizó “encuentros tripartitos” para historiar la Crisis de los Misiles y se le considera, según la enciclopedia oficialista Ecured, “el oficial de mayor experiencia en estudiar a profundidad el asesinato del presidente estadounidense John F. Kennedy”. Sus conclusiones forman parte de un libro que, a diferencia de En las alas del cóndor y como decenas de títulos suyos, sí está a la venta en Amazon.