“¿Cuánto cuesta el Apóstol?”, el precio de un retrato de José Martí en las calles de La Habana
Foto del Día
El rostro de la fotografía es casi tan grande como el suyo, aunque el Apóstol, víctima del colorete con el que retocaron la imagen, tiene un color rosáceo, satisfecho, que hace rato no ven las mejillas del vendedor
La Habana/¿Cuánto puede costar en La Habana una cartulina con el retrato que Andrés Estévez le hizo a José Martí en Cayo Hueso durante las navidades de 1891? La respuesta la tiene un hombre que avanza por el bulevar de Obispo, sin que la gente le haga mucho caso, con la ropa mugrienta, sus llaves amarradas con un cordón a la cintura, una gorra y una bolsa hecha de yute.
El rostro de la fotografía es casi tan grande como el suyo, aunque el Apóstol, víctima del colorete con el que retocaron la imagen, tiene un color rosáceo, satisfecho, que hace rato no ven las mejillas del vendedor. El hombre –que usa collares de la Regla de Ocha alrededor de su cuello– lleva a Martí como quien lleva al santo en una procesión.
El caminante vende uno de los 42 retratos conocidos de Martí. Su cara, captada después de un evento en el Comité Organizador de Patriotas Cubanos en Cayo Hueso, no es heroica ni inspiradora. Evita la mirada de la cámara y hay cierto escepticismo en sus ojos. 1891 es el año de Con todos y para el bien de todos y de Versos sencillos. Según sus biógrafos, ese diciembre estaba muy enfermo, y la foto es el mejor testimonio.
Tampoco está bien de salud el hombre que carga el retrato. Lo miran con cierta precaución los empleados de los restaurantes de Obispo, las jineteras, los transeúntes y hasta un mendigo que apoya sus muletas en los muros de una agencia de información al turista. En el saco de yute lleva, además, libretas que vende al mismo precio que el Martí, y otros objetos que ha encontrado y pretende revender. Su viacrucis empieza en la Plaza de Armas y acaba, por si le da un poco de buena suerte, bajo la estatua del Apóstol en el Parque Central.
Si el escritor Eduardo del Llano –padre de Nicanor y acérrimo defensor del régimen– dijo que “la Historia de Cuba no se vende”, la cita no le importa en lo más mínimo al caminante. Todo tiene un precio, y mucho más cuando se es pobre y la comida es, cuando la hay, demasiado cara. Basta con que el primer interesado se le acerque y, para su sorpresa, le pregunte: “Socio, ¿cuánto vale el Apóstol?”. Responderá: “20 pesos”.