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Dan a los empleados estatales la orden de enfrentar "cualquier situación" en la calle por los apagones

Varios trabajadores de Cienfuegos están en desacuerdo y temen una "reacción incontenible del pueblo"

Los trabajadores estatales tienen orden de avisar a la Policía si las cosas se ponen tensas por los apagones. / 5deSeptiembre
Julio César Contreras

21 de octubre 2024 - 14:55

Cienfuegos/Las horas de apagón ya pesan sobre los cienfuegueros, pero la presencia de trabajadores estatales haciendo guardia en centros laborales e instituciones públicas son patentes en pleno domingo. Los consejos de dirección tienen la tarea explícita de enfrentar “cualquier situación” que se produzca en las calles, es decir, evitar manifestaciones de una ciudadanía cansada después de tres días sin apenas corriente.

"La verdad es que si se produce una protesta yo no sabría qué hacer, porque en el fondo también tengo muchos reclamos e inconformidades con todo lo que está pasando en el país”, cuenta a 14ymedio Humberto, un empleado estatal que ha optado por obedecer órdenes a pesar de las dudas que le suscita. “No quiero perder mi puesto de trabajo, pues al menos garantiza una parte del sustento de mi familia. Me preocupa que todo este problema tenga como resultado una violencia que sea controlada por la fuerza. Algo así sería muy duro para un pueblo que, evidentemente, está cansado", agrega, parado en la puerta de su centro laboral. 

Este cienfueguero, de 52 años, explica cómo ha sido su domingo hasta la hora de incorporarse a su puesto y que deja claras las angustias de la vida diaria que enfrenta la población, más allá de la falta de energía. "Antes de venir para acá tuve que ir hasta los edificios de Pastorita, buscando un poco de arroz para que mis hijos puedan comer hoy. Mi mujer está cocinando con carbón, pues el gas licuado se nos acabó y no tenemos dinero para comprárselo a los revendedores. Cuando me dijeron que debía asumir esta guardia di el paso al frente, pero me pregunto qué estoy defendiendo", admite. 

"Cuando me dijeron que debía asumir esta guardia di el paso al frente, pero me pregunto qué estoy defendiendo"

En la calle Argüelles, donde abundan empresas y otras oficinas del Estado, reside Mayra. Es la cara opuesta, ya que se opone a realizar la guardia durante la madrugada en su centro de trabajo. "Entiendo que tienen miedo por lo que pueda pasar, pero esta situación tan crítica no la provoqué yo, ni las oficinas son de mi propiedad. Si tiene lugar una protesta, no haré nada para impedirla, porque estarían defendiendo muchos de los criterios que tengo yo. Sé que esta postura que he asumido puede costarme muy cara laboralmente, pero no haré nada que vaya en contra de mis principios", afirma.

Las guardias, detalla a este diario, han sido organizadas en turnos de 24 horas. Los trabajadores tienen orden de ponerse en contacto rápidamente con la Policía si detectan algo sospechoso, impidiendo de manera inmediata la aglomeración de personas. "No me perdonaría denunciar a inocentes que, tras ser golpeados, irían presos por el único delito de expresarse libremente. Por supuesto, cuando en mi trabajo dieron la orientación, muchos oportunistas aceptaron la tarea, como si se tratara de un acto heroico. Yo no soy más valiente que nadie, pero tengo dignidad", asevera Mayra, que sin revelar exactamente su profesión, ha dicho estar vinculada con la Asamblea del Poder Popular en la provincia. 

Los trabajadores están llamados a custodiar lugares abiertos y cerrados. En el bulevar y El Prado, por ejemplo, además de militares, se encuentran movilizados decenas de individuos convocados por el Partido Comunista y otras estructuras del poder gubernamental, con la misión de garantizar "la tranquilidad ciudadana", mientras que los habitantes de los barrios periféricos toman asiento en portales y aceras tratando de evadir el calor, los mosquitos y tantas horas de tensión. 

"Este país es como un gran campo de minas que está a punto de estallar"

"En concreto, nadie sabe cuánto tiempo demore en restablecerse el sistema eléctrico, por lo que mi guardia es para rato. Los trabajadores de aquí se pusieron de acuerdo y me van a pagar 200 pesos por persona para que yo les cubra”, confiesa un hombre detrás de un buró ubicado en la recepción de su empresa. “Es verdad que tengo que sacrificarme día y noche, pero necesito el dinero para alimentar a mi madre, que está muy enferma. Yo tengo la esperanza de que todo esté tranquilo y que esta situación se resuelva. Lo que sí no quiero de ningún modo es un enfrentamiento entre cubanos, y mucho menos que se produzcan detenciones injustas como las del 11J. Tengo miedo de que esto se ponga peor de lo que ya está", admite. 

Apostados en el parque Martí, dos carros patrulleros de la Policía evidencian cuál sería su función en caso de producirse una manifestación popular. Bajo una aparente calma, la ciudad está fuertemente custodiada por personas que, en muchos casos, han recibido amenazas de sanciones y expulsiones si no cumplen con el sacrificio. "Me consta que los métodos para convencer a los indecisos y a quienes se niegan son duros. Hay mucho temor de que cualquier asunto se convierta en un detonante que provoque una reacción incontenible del pueblo, agobiado por tantas dificultades durante tantos años. Este país es como un gran campo de minas que está a punto de estallar", concluye Mayra, poniéndose las manos en la cabeza.

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