La decadencia del Saratoga empezó cuando pasó bajo control de los militares cubanos
Testigos de su esplendor, tras su restauración en 2005, cuentan cómo fue deteriorándose el lujoso establecimiento
La Habana/Con el lujoso hotel Saratoga acabó el viernes pasado una explosión que se llevó por delante la vida de al menos 43 personas y un edificio emblemático de La Habana, construido en 1880, aunque la decadencia se había ido instalando entre sus muros desde mucho tiempo atrás.
Concretamente, desde 2016, cuando el establecimiento le fue arrebatado por el Ministerio de las Fuerzas Armadas a Habaguanex, empresa dependiente de la entonces todopoderosa Oficina del Historiador de La Habana, dirigida por Eusebio Leal, para entregarle su gestión al grupo Gaviota.
Los exitosos locales turísticos y comerciales del historiador pasaron entonces a las manos de los militares del Grupo de Administración de Empresas de las Fuerzas Armadas Revolucionarias (Gaesa), dirigido por el ex yerno de Raúl Castro, el general Luis Alberto Rodríguez López-Calleja.
"Los 'gavioteros' fueron acabando con el Saratoga", asegura un ex empleado que prefiere guardar su nombre, consternado aún por el siniestro
"Los gavioteros fueron acabando con el Saratoga", asegura un ex empleado que prefiere guardar su nombre, consternado aún por el siniestro. El hombre, de unos 40 años, dejó de trabajar ahí hace dos años y nunca quiso volver. "Todo había decaído y no cuidaban nada".
Lejos quedaba 2005, cuando el Saratoga, que había funcionado como hotel en la esquina de Prado y Dragones desde 1933 y se fue deteriorando lentamente tras el triunfo de la Revolución, fue reinaugurado por todo lo alto como un moderno establecimiento de cinco estrellas. La obra fue posible bajo los auspicios de la Oficina del Historiador y con la contribución de inversionistas extranjeros.
Uno de ellos, que prefiere mantener el anonimato, cuenta a 14ymedio que la cifra que pusieron para la rehabilitación del Saratoga, como parte del ambicioso plan de Eusebio Leal de recuperar la parte más antigua de la capital, fue de quince millones de dólares.
"Un grupo promotor inglés se dedicó a buscar inversores en varios países de Europa, entre ellos España", explica, refiriéndose a Coral Capital, fundado por el angloargentino de origen libanés Amado Fakhre. "Aquí nos gustaba el proyecto porque siempre creímos, y seguimos creyendo, en el futuro de Cuba, y jamás pensamos que el Gobierno actual duraría lo que está durando", justifica.
Según el inversionista, todo cambió cuando el proyecto fue traspasado a Gaviota. "Todo fue cuesta abajo", reitera, aunque explica que los inversionistas se dieron cuenta de que los promotores encabezados por Fakhre tampoco tenían mucha experiencia en el negocio hotelero. "A pesar de que intentaron acuerdos con cadenas internacionales, no lo consiguieron, y en general su gestión en cuanto a la negociación con Gaviota fue nefasta".
El caso de Fakhre y de su socio de Coral Capital, Stephen Purvis, evidencia que hacer negocios con los militares cubanos es ser la rana que lleva al escorpión a la otra orilla en el cuento
El caso de Fakhre y de su socio de Coral Capital, Stephen Purvis, evidencia que hacer negocios con los militares cubanos es ser la rana que lleva al escorpión a la otra orilla en el cuento popular. Ambos fueron detenidos, el primero en 2011 y el segundo el año siguiente, acusados de pago de sobornos. Estuvieron en la cárcel hasta después de su juicio, celebrado en 2013, en el que fueron declarados culpables de "delitos menores de corrupción" y liberados.
Sin embargo, algunos medios recogen que Fakhre fue obligado a firmar un documento en el que confesaba haber sido detenido por "haber revelado secretos de Estado", y que pasó 20 meses sometido a interrogatorios por parte de la policía política en una casa franca de La Habana.
Según un reportaje publicado por Vice en 2016, su empresa había invertido en el Saratoga un total de 28 millones de dólares.
Aún con Fidel Castro en el poder, eran los tiempos en que la estrella de Eusebio Leal era rutilante, y tardaría en difuminarse. Todavía en 2009, una elogiosa nota en la prensa oficial ponderaba que Habaguanex, creada en 1994, tenía nada menos que 300 instalaciones turísticas, entre restaurantes, tiendas, mercados, cafeterías y alojamientos, que sumaban 546 habitaciones, y que todo ello respondía a un objetivo de desarrollo "sostenible", cuyos ingresos iban dirigidos "tanto al rescate de los edificios que conforman el Centro Histórico como a diferentes fines sociales".
"En las Casas Museos se daba desayuno abundante a los ancianos por la mañana, como una oferta cultural, y no era una oferta cultural mediocre nunca", corrobora una bailarina que colaboró en la Oficina de Asuntos Humanitarios, también dependiente de la Oficina del Historiador.
"La Oficina del Historiador era un país dentro de otro país. Eran poderosos, pero hacían sus cosas bien"
Ella explica: "Todo se ponía a punto con convenios de colaboración y con donaciones desde el exterior del país, además de los ingresos que tenía Habaguanex como empresa, de todas las tiendas en divisas, de los hoteles".
"Con ellos no trabajaba cualquiera", dice esta artista, que defiende el talento gestor de Eusebio Leal, fallecido de cáncer el 31 de julio de 2020. "La Oficina del Historiador era un país dentro de otro país. Eran poderosos, pero hacían sus cosas bien. Trabajé muchos años ahí y conozco la labor que se hizo".
"Al final les metieron auditorías y les quitaron todo aquello", refiere, aludiendo al momento en que las Fuerzas Armadas tomaron el control de lo más jugoso de Habaguanex.
El hotel Saratoga fue languideciendo bajo el mando de Gaviota después de la salida de los inversionistas extranjeros. Otros ex empleados reportan el deterioro de las condiciones de trabajo y la pérdida de incentivos monetarios que los administradores foráneos acostumbran a dar, de manera informal, por encima del salario, a sus subordinados.
"Al Saratoga primero le quitaron el arte, pero antes de que quitaran el arte, le habían quitado la clase", dice otro ex empleado, quien relata que "mientras tuvo dueño parte extranjero y parte de Habaguanex, el restaurante Anacaona, ubicado en la planta baja del hotel, siempre se llenaba los 24 de diciembre. Ya con Gaviota, no era ni la sombra de lo que fue".
Gaviota, propietaria también del lujoso Gran Hotel Manzana –que gestiona Kempinski–, maneja cerca de 60 hoteles y villas por toda la Isla con cerca de 30.000 habitaciones, la mayoría de ellas administradas por compañías extranjeras.
Son justamente los que tienen una gerencia foránea los que gozan de mejor reputación entre los clientes, mientras que los hoteles en manos exclusivas del conglomerado militar no se han labrado la misma apreciación.
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