Decadente como el resto de Cuba, el Barrio Chino de La Habana entra sin ganas en el Año del Dragón
Hoy nada escapa de los derrumbes, las fachadas descoloridas y la decadencia de toda la ciudad
La Habana/La estatua de Confucio en el Barrio Chino de La Habana no comenzó con pie derecho el Año del Dragón. En los bancos del parque dedicado al sabio recalaron la mañana de este sábado un mendigo, una mujer que intentaba conectar su celular con el "más allá" pese a los obstáculos de la WiFi Etecsa y un borracho que –quizás por cierto sentido del respeto– no orinó el pedestal del filósofo sino una pared al azar.
Poco de chino le queda al que fue uno de los enclaves asiáticos más importantes de la región, fuente de leyendas y misterios, que alguna vez tuvo la fama de ser uno de los lugares donde mejor se comía en La Habana. Hoy nada escapa de los derrumbes, las fachadas descoloridas y la decadencia que desde hace años caracteriza no solo al barrio, sino a toda la ciudad.
Ahora los restaurantes permanecen vacíos. Los empleados, con desgano y poco éxito, intentan "halar" a potenciales clientes, pero la regla general es un establecimiento vacío, con alguna mosca y poca oferta.
El Barrio Chino tenía cierta atención por parte de la Oficina del Historiador, que nunca logró devolverle su antigua gloria. De los proyectos –a menudo improvisados– y las restauraciones quedan signos, como el emblema del ying y el yang, descascarado en un muro, o los tradicionales farolitos rojos, que cuelgan de algunos aleros.
Entre el omnipresente reguetón y los malos olores, resuena la voz de un vendedor: "¡Hay que reinventarse!". Las vendutas del Barrio Chino le dan la razón: en lugar de rollos de primavera y pato laqueado hay verduras resecas, alpiste para pájaros y un local que no tiene lo que anuncia con un cartel incandescente: "¡Pollo rico!"
Sin vida ni fiesta, la celebración cubana del Año del Dragón hay que buscarla en otra parte. El monopolio cubano del tabaco, Habanos S.A., anunció esta semana el lanzamiento en Hong Kong del carísimo Montecristo Brillantes, en una celebración presidida por los diplomáticos de la Isla en el país asiático. Con un estuche rojo de lujo, diseñado para tentar a los millonarios de China, el puro del momento no se fumará en el humilde Barrio Chino de La Habana.
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