"Murió el que más luchó para que se arreglara el edificio"
Al derrumbarse el inmueble ya estaba declarado inhabitable y pendiente de demolición según la Policía
La Habana/Los vecinos terminan de sacar sus pertenencias de las viviendas situadas al otro extremo del edificio que se derrumbó el jueves en la avenida Rancho Boyeros, esquina con la calzada del Cerro y la calle Colón, en La Habana. Les han dicho que van a proceder a la demolición del inmueble y, por su seguridad, no deben quedarse un minuto más.
La decisión llega tarde, cuando ese edificio situado en la barriada del Cerro ya es una amasijo de ruinas y ha muerto aplastado uno de los 36 vecinos que vivían en los diez apartamentos afectados. Antes de la tragedia las autoridades habían decretado que esas viviendas no reunían las condiciones mínimas de seguridad y tenían que ser destruidas.
"Llevábamos más de quince años pidiendo ayuda al Gobierno para reparar el edificio pero nada, nunca pasó nada con nuestras quejas, escribimos a los periódicos, fuimos a todas las oficinas que atienden estos casos pero nunca se buscó una solución", lamenta Julio, de unos 70 años, mientras conversa con sus vecinos este viernes bajo la sombra de una mata de mangos.
Julio recuerda que al amanecer del jueves sintió un estruendo similar al choque de dos camiones pero al asomarse a la calle no vio lo habitual. “De pronto escuché gritos, ‘salgan, salgan todos’, y ahí sí abrí la puerta del apartamento para salir a la escalera; fue cuando me di cuenta que tenía el cielo ante mis ojos, a unos metros de mi casa todo se había venido abajo, salí corriendo y en ese momento solo pensaba en mi hija y mis nietos que diez minutos antes habían salido para la escuela”.
La casa de Julio sufrió una grieta profunda meses atrás, dice que le cabía la mano. Llamó al Gobierno y le mandaron a un especialista que "miró todo y escribió mucho en unos papeles" pero no hubo más noticias del asunto.
"El que murió fue mi vecino, un señor que vivía con su hija y nieta, pero que estaba ayer solo. Nosotros quedamos sepultados entre los escombros. Los bomberos se demoraron en encontrarnos y yo solo le pedía a Jehová salir viva de ahí con mi esposo y mi hijo", cuenta Aydelin Medina a 14ymedio mientras los bomberos van sacando sus pertenencias de entre los escombros con una grúa.
"Nosotros estábamos esperando que nos dieran hace rato algo para mudarnos, pero esperando y esperando se cayó el edificio", añade. Ayer, Medina durmió en casa de una vecina, aunque cuenta que las autoridades les han dicho que les darán algún tipo de alojamiento.
En el grupo de vecinos que aguardan el camión que ha mandado el Gobierno para trasladar sus pertenencias a otro lugar, hay solo adultos, incluyendo personas mayores, ya que los niños están en la escuela a esa hora. En cajas y bolsas han ido sacando todo a la calle, una mesita, sillones, ventiladores, refrigeradores, comida. Una bolsa de azúcar se rompe en los trajines y lo que cae al suelo le sirve de merienda a un perro callejero.
Las viviendas menos afectadas son las que dan a la calle Colón pero sus ocupantes deben también abandonarlas. Una mujer se queja a voz en cuello ante la presión de las autoridades para evacuar el inmueble. "Nos están metiendo el pie de que tenemos que salir ya, pero no es fácil desarmar una casa de un día para otro", afirma mientras otra vecina le contesta que al menos salvaron la vida.
Llega una muchacha con los ojos llorosos abrazando uno por uno a los vecinos, es la hija de Santiago, que falleció a causa del derrumbe. Minutos antes entre ellos comentaban que justo él era la persona “que más luchó para que se arreglara el edificio”.
Julio explica a 14ymedio que el jueves en la noche los llevaron "para un lugar después de La Monumental donde hay una villa con unas casitas". Dice que las autoridades les han informado que deben estar en ese lugar "de manera provisional" mientras en otro espacio, según les aseguraron, “van a construir nuevas viviendas” para todos ellos.
Julio está preocupado por el destino de su familia. "Es muy triste, nosotros siempre hemos vivido aquí, mis nietos están en la escuela del barrio y ahora cómo vamos a hacer yendo y viniendo desde tan lejos, pero además otras personas que estaban ahí en la villa, en las mismas condiciones que nosotros, nos dijeron que allí de rápido no hay nada, que todo eso demora años hasta que se resuelve".
El sueño compartido de los vecinos es que al demoler el edificio ahí mismo se levante el nuevo pero ya la mayoría está consciente de que eso no será así. “Ayer vinieron las autoridades aquí y nos explicaron que en estos momentos están buscando el lugar para levantar nuestras casas pero que de ninguna manera será aquí”, cuenta Julio con mucha tristeza.
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