Un derrumbe en una zona en cuarentena deja a varias familias viviendo entre ruinas
Los vecinos de La Habana Vieja siguen sin creer que se desplomó parte del edificio de tres pisos donde han vivido hacinados por años
La Habana/Una semana después de haber vivido su peor pesadilla, los vecinos de la calle Teniente Rey 355, entre Aguacate y Villegas, La Habana Vieja, siguen sin creer que se desplomó parte del edificio de tres pisos donde han vivido hacinados por años, un incidente que los ha dejado viviendo en medio de peligrosas ruinas y sin auxilio institucional.
Los damnificados recuerdan el estruendo que sintieron a las dos de la madrugada del lunes 9 de noviembre tras colapsar una zona del techo del tercer piso donde estaban colocados los tanques de agua y que cayó sobre los baños colectivos del inmueble. El derrumbe parcial no provocó víctimas humanas, pero ocasionó daños materiales significativos.
Las instalaciones hidrosanitarias del edificio fueron totalmente destruidas y también quedaron sepultados bajo los escombros la turbina y la cisterna, que permitían suministrar el agua a cada una de las pequeñas viviendas en el interior de un inmueble que llevaba años con serios problemas estructurales y un avanzado deterioro.
Neglys López Guerrero, de 29 años de edad, con 28 semanas de gestación y madre de dos menores de 11 y cuatro años respectivamente, detalla a 14ymedio que el día del siniestro llamaron de inmediato a la policía y a los bomberos que "no se demoraron en llegar, pero como nadie salió herido se fueron sin hacer nada."
Los funcionarios del Instituto de la Vivienda nos dijeron que se apuntalará el edificio y se demolerá la tercera planta, si los arquitectos lo aprueban; para que luego los vecinos de los otros pisos arreglemos con medios propios nuestros apartamentos
"Los funcionarios del Instituto de la Vivienda nos dijeron que se apuntalará el edificio y se demolerá la tercera planta, si los arquitectos lo aprueban; para que luego los vecinos de los otros pisos arreglemos con medios propios nuestros apartamentos", añade López Guerrero, quien no cuenta con los recursos económicos para emprender las reparaciones.
No obstante, se muestra aliviada de haber podido permanecer en su casa a pesar del peligro. "No podemos ir para albergues porque nuestras pertenencias, que obtuvimos con tanto sacrificio se quedarían aquí y se perderían", argumenta, una postura común entre los damnificados de derrumbes que rechazan los albergues colectivos.
"Nos sacaron dos noches a dormir en el círculo infantil y en la Casa de los Combatientes, pero luego nos informaron que no vendría más nadie aquí y que quedábamos a nuestro riesgo. Cuando me dijeron que lo que importaba era preservar las vidas, les pregunté que si las vidas solamente importaban de noche".
"A lo que aspiramos es a un local para salvar nuestras vidas que están en peligro inminente, así como proteger nuestras propiedades. Si el edificio no tiene arreglo como todo parece indicar, entonces que nos asignen viviendas para pagarlas y vivir dignamente", opina la joven.
Otra vecina, Mercedes Castillo, de 58 años, comparte las demandas de López Guerrero. "Quedamos en total 14 personas, incluyendo cuatro menores de edad". Las dos familias que vivían en la tercera planta fueron trasladadas a un albergue y las autoridades "prometieron apuntalar el edificio para que pudiéramos empezar a arreglar los apartamentos por medios propios, pero la promesa todavía no ha empezado a cumplirse".
"Incluso el derrumbe afectó la escuela de al lado y a vecinos colindantes, pero aquí no ha venido nadie, ni siquiera para recoger los escombros. No tenemos agua desde entonces y anoche fue que trajeron una pipa. Estamos desesperados. Así no podemos vivir temiendo por nuestras vidas", explica Castillo.
Por su parte Mireya Guerrero, de 50 años, recordó que el "edificio nunca se ha reparado. Hace muchos años que está declarado en amenaza de derrumbe y la Oficina del Historiador no le hizo arreglo alguno, ni siquiera apuntalamiento. Pese a que se comunicó la situación habitacional crítica a todos los niveles incluyendo planteamientos en las reuniones de la circunscripción electoral del Poder Popular".
"En la planta baja había un taller de carpintería del Estado, que cerraron por las quejas de los vecinos, porque las vibraciones movían las paredes. Esta desgracia ocurrió con estas manzanas en cuarentena. Estamos como presos dentro del edificio y con la cárcel a punto de desplomarse", precisa. "La comida que nos han traído ha sido muy mala, ya no aguantamos más".
En Cuba había un déficit habitacional de casi un millón de inmuebles residenciales en diciembre de 2018, la última vez que la prensa oficial publicó cifras de este problema que no ha hecho sino aumentar. Los expertos consideran que ese dato ya está rebasado por una realidad que se sigue deteriorando día tras día.
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