"Es un poco descabellado pensar que el cubano de a pie puede comprar un carro de estos"
La Mercedes-Benz de La Habana vende sus propios modelos y muchos chinos
La Habana/De traje negro y zapatos lustrosos los agentes de MCV Comercial, una empresa importadora de vehículos, presentaban este jueves a la clientela su más reciente adquisición: siete carros recién llegados a la Isla parqueados en la intersección entre Vía Blanca y Vía Monumental, en La Habana. Excepto los Mercedes-Benz, que la empresa adquiere por su cuenta y pueden llegar a costar entre 50.000 y 60.000 dólares, los vehículos tenían algo en común, todos cuentan desde hace meses con dueños.
“Los de marca china que teníamos en plaza ya están vendidos. La demanda de clientes es brutal. Ha venido gente de Villa Clara, Pinar del Río y otros lugares”, contaba orgulloso uno de los vendedores a un cliente mientras le enumeraba las marcas en stock: las chinas Foton, SkyWell, Faw Bestune y DFSK, la coreana Kia o, su especialidad, los flamantes Mercedes. “Hay disponibilidad para ofrecer y en febrero llega un segundo lote”, zanjaba.
MCV Comercial –compañía mixta entre el Estado cubano y la Mercedes-Benz– no es nueva en el negocio de la importación de carros. Desde hace años la empresa se ocupa, casi exclusivamente, de todo lo que tiene que ver con el fabricante alemán, ya sean donaciones de ambulancias, carros de turismo o importaciones autorizadas por el Gobierno. Con la entrada en vigor el pasado 1 de enero de un decreto que facilita la compra de vehículos en el extranjero a particulares, la compañía abrió sus horizontes. Fue una de las nueve empresas seleccionadas para gestionar la importación.
A los clientes les brillan los ojos mientras prueban el interior de un Bestune T55, “el más vendido con diferencia”
Ocho días después, MCV organizó el showroom en el que ahora pasean varios clientes a los que les brillan los ojos mientras prueban el interior de un Bestune T55, “el más vendido con diferencia”. El precio del vehículo, aunque sea de factura china, lo ha convertido en unos de los más demandados por los cubanos pudientes. Su valor final, incluyendo el pago de impuestos y tarifas de Aduana, es de unos 26.846 dólares, aunque puede montarse en 30.000, “una ganga”.
Basta echar un vistazo al evento para notar que para negociar con la empresa se deben cumplir varios requisitos. La exclusividad es, después de todo, una garantía de MCV –“Lo mejor o nada”, promete su catálogo– y sus agentes no tienen reparos en confirmarlo. “Es un poco descabellado pensar que el cubano de a pie puede comprar un carro de estos”, admitía el agente de ventas, respondiendo a la pregunta de un curioso.
El método de pago que se acepta es desde el exterior y tarjetas internacionales, además de la tarjeta de prepago Clásica, que se recarga con dólares, desde Cuba. No se acepta efectivo ni tarjetas prepago como Bandec y Metropolitano.
A pesar de la bajada de impuestos que hizo el Gobierno, los vehículos siguen siendo imposibles para los bolsillos de los asalariados de la Isla y la diferencia entre quienes tienen el poder económico para adquirir uno y quienes no pueden permitirse ni mirarlos es evidente en el propio evento. Todos los visitantes vestían ropas elegantes y llegaban en carro. Mipymeros, negociantes, familiares de pinchos y, gracias a la nueva ley, profesionales cubanos que hayan cumplido más de dos años de misión en el extranjero conforman la clientela usual de las importadoras.
A MCV no le preocupa si los productos que ofrece son asequibles, pues los clientes con dinero le sobran. “No se estresen. Los van a llamar, y en ese momento si usted no quiere el vehículo o quiere otro, lo puede cambiar”, explica el agente a un comprador molesto porque, de los carros en exhibición, ninguno está libre para comprarlo al momento. “¿Y cuánto tiempo se demora en llegar?”, pregunta el hombre: “De dos a cuatro meses. Eso depende de las navieras y los barcos pero el carro viene con un número de pin, identificando que es el suyo. Una vez que firme el contrato y pague, así demore 140 días, ya es suyo”, aseguraba.
“¿Y aquellos?”, inquiría el comprador, sin estar satisfecho todavía. “De esos Mercedes nos queda un pequeño stock, alrededor de 20 o 25 vehículos de los dos modelos que están ahí. Cuestan entre 45.000 y 55.000”.
Al otro lado de la exposición, una señora insistía a uno de los vendedores que quería un T55. “Vaya y dé sus datos en el mostrador. El vendedor le hace el contrato, donde puede especificar el color que desea y agendar una cita. Ese día viene y puede adquirir ese vehículo y los que quiera. Aunque hay un impuesto especial para quienes compren más de tres”, explicaba.
Llega al parqueo un hombre manejando un recién adquirido Bestune, del mismo que busca comprar la mujer, que no duda en acercarse para obtener una valoración del producto. La respuesta es la que ya conoce: la gestión para comprarlo “es un castigo”, pero “sale bueno”. “El problema es la gasolina. Solo acepta especial” y en los servicentros no es fácil conseguirla.