El desespero del gestor de colas para más de 6.000 clientes de gasolineras en La Habana

Pedro Garce lucha contra el "imperialismo" y la burocracia de los "de arriba"

Imagen del servicentro de Tángana, ubicado en El Vedado, La Habana.
Imagen del servicentro de Tángana, ubicado en El Vedado, La Habana. / 14ymedio
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23 de diciembre 2024 - 09:38

La Habana/Cada vez que comienza a escribir en su grupo de Telegram, Pedro Garce, organizador de las colas para comprar gasolina en El Tángana y otros dos servicentros del municipio de Plaza de la Revolución, pone a temblar a los clientes. Desde hace días, el administrador –comprometido con el “orden y la disciplina”– solo trae malas noticias, casi siempre vinculadas a la rotura de una bomba o la suspensión de la venta.

A Garce no le gusta “chocar” tan a menudo con la burocracia y lo deja claro en el chat. La noche de este sábado, por ejemplo, el administrador envió un mensaje anunciando la suspensión del servicio El Tángana. La aparición de problemas en los surtidores que despachan el combustible y una “actividad cultural” en la explanada de La Piragua, lo obligaron a tomar la decisión.

La interrupción de la venta implica para Garce reorganizar la cola y el horario a partir del que debe comprar cada cliente, que puede pasar semanas apuntado en la lista de la gasolinera para adquirir unos pocos litros. En este caso específico, debe lidiar con los 75 choferes que figuraban en la lista de la víspera para la gasolina regular y que tuvieron que ser reorganizados este domingo. 

“Sean puntuales y disciplinados, recuerden que al que se le pasa el turno lo pierde”

La situación energética y la frecuente escasez de combustible no le hacen la vida fácil, y muchas veces, cuando aparece la gasolina, debe convocar a los clientes a toda prisa, de ahí su mantra: “Sean puntuales y disciplinados, recuerden que al que se le pasa el turno lo pierde”, ya sea temprano en la mañana o de madrugada. La llegada de cantidades siempre exiguas de combustible obliga a los conductores a permanecer “preparados y alertas”, como si esperaran un huracán.

El pasado jueves, un día antes de la “marcha del pueblo combatiente” convocada por el régimen, el servicentro El Tángana tuvo uno de sus días más caóticos. Garce no solo debió anunciar la suspensión del servicio hasta las 3:00 pm por un apagón repentino sino que, dos horas después de reanudarlo, debió volver a frenar la venta “debido a las medidas que se toman para el desarrollo de la marcha[del pueblo combatiente]", prevista para el día siguiente.

El administrador esperaba que los retrasos no se extendieran demasiado, pero a las 8:30 de la noche hizo un anuncio desesperanzador en el grupo: “Continúan las actividades en la Tribuna Antiimperialista y, una vez culminadas, comienza el proceso de desmontaje, manteniéndose las restricciones de acceso al lugar. Se ha decidido colegiadamente reanudar el servicio a partir de mañana”.

El gestor lamenta que “se dan situaciones” en las que los clientes no empatizan con su labor. “Mi compromiso es solo con el pueblo, con las mayorías. ¿Grabaste?”, escribió esta semana en el chat. Poco después compartió un mensaje del canal Gente de Barrio –dedicado a compartir contenidos de corte oficialista– que criticaba el funcionamiento de las colas en los servicentros. El texto cuestionaba, desde el punto de vista de “los de abajo”, como se considera Garce, algo que el propio organizador de la cola ha calificado de “irracional”: la llegada de combustible a una gasolinera que no tiene surtidores en buen estado para despacharlo, como ocurrió el jueves.

“La pipa que entró en El Tángana es, irracionalmente, de gasolina motor, cuando las bombas de ese lugar están rotas"

“La pipa que entró en El Tángana es, irracionalmente, de gasolina motor, cuando las bombas de ese lugar están rotas. Ahí hay otro tipo de gasolina, no de ahora, de hace 15 días, y las bombas tampoco están disponibles. Estoy llamando a autoridades del Gobierno y de Cimex y no responden. Tranquilos, buscaremos una solución”, alentaba entonces a los más de 6.000 clientes que integran el grupo.

Apenas unos días antes el administrador se deshacía en disculpas y excusas por el desorden de la cola –“esto es una locura”, criticaba–. “Espero que me entiendan”, “estoy haciendo un esfuerzo importante”, “esta no es mi función fundamental”, explicaba Garce tras cometer un error en el que había convocado a más de 1.000 conductores en lugar de los 625 que debía llamar. “Lo reconozco con total franqueza… Ustedes saben que esa [cantidad de] gasolina no entra en ninguna parte”. 

Para Garce, como para Esther Trujillo, la mandamás de los servicentros de Guanabacoa, su trabajo es una cruzada constante contra el “imperialismo”, que limita los recursos, y los “de arriba”, que no saben gestionarlos. En su código, la primera ley es ordenar y la segunda atender a los clientes “como se merecen”. Que las “muchas tareas” que maneja y “la presión del tiempo” le permitan o no cumplir con su empeño es cuestión de suerte. 

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