Una detención de 16 días que empezó como un secuestro
Roberto Jiménez Gutiérrez denuncia que estuvo incomunicado en el Departamento Técnico de Investigaciones en 100 y Aldabó
La Habana/Un arresto arbitrario no es lo mismo si al otro lado de los barrotes hay una familia dispuesta a hacer preguntas o un amigo que se atreva a investigar. Roberto Jiménez Gutiérrez creyó que nadie notaría su ausencia desde aquel 23 de octubre cuando la policía se le cruzó en el camino, pero la reacción fuera de Cuba lo sorprendió.
“Estuve incomunicado durante dieciséis días en el Departamento Técnico de Investigaciones en 100 y Aldabó”, cuenta a este diario el líder de la organización independiente Juventud Activa Cuba Unida (JACU) que califica su arresto de "secuestro". “Pero los oficiales nunca me dijeron dónde estaba, eso lo supe por otros presos”, explica vía telefónica tras ser liberado el pasado martes.
En la mente de Jiménez, las jornadas en la celda se empastan o se dilatan sin lógica alguna. “Casi todos los días me interrogaron, pero los momentos más intensos fueron las primeras 72 horas”, recuerda.
El opositor iba camino al Aeropuerto Internacional José Martí, en La Habana, para tomar un vuelo con destino a Miami donde participaría en una cena organizada por la Fundación Rescate Jurídico (FRJ).
“Casi todos los días me interrogaron, pero los momentos más intensos fueron las primeras 72 horas”
La policía detuvo el auto en que se trasladaba de madrugada a la terminal aeroportuaria y dijeron al conductor que se marchara. “Todo lo que siguió fue muy violento”, explica ahora el líder de JACU. “Reclamé que me mostraran un documento que validara mi detención y entonces me dieron un golpe en el pecho”.
Después los recuerdos son confusos. Cuatro policías lo introdujeron a la fuerza en una patrulla y lo redujeron de tal forma que no podía siquiera mirar el camino por el que transitaba el vehículo.
“Se me está acusando de asociación, reuniones y manifestaciones ilícitas”, un delito por el que puede recibir de “tres meses a un año de privación de libertad”. La policía también le advirtió, sin que mediera papel alguno, de que iba a ser imputado bajo la Ley 88, conocida también como ley mordaza.
La draconiana legislación fue la misma que en el año 2003 llevó a la cárcel a 75 opositores y periodistas independientes en una ola represiva conocida como la Primavera Negra. Los disidentes juzgados en aquella causa fueron condenados a penas que llegaron hasta los 30 años de privación de libertad.
La policía también le advirtió, sin que mediera papel alguno, de que iba a ser imputado bajo la Ley 88, conocida también como 'ley mordaza'
Bajo esas reglas Jiménez podría ser procesado por acumular, reproducir y difundir “información o documentación que va en contra del Gobierno”. Los oficiales que lo interrogaron no lograron que aceptara la acusación. “No obtuvieron nada, me mantuve en mi postura”.
Ese mismo día también fue detenido el activista César Mendoza, director del Centro de Estudios para el Desarrollo Local (CEDEL), que también iba a participar en la cena junto a Jiménez, además de formar parte de un panel en el recién concluido evento Cuba Internet Freedom.
A Mendoza lo vio el pasado sábado cuando lo llevaron a otro centro de detención, que no puede precisar dónde está ubicado porque lo trasladaron en posición fetal. “Quisieron hacer un careo para que nos inculpáramos mutuamente”, explica. Pero ninguno de los dos activistas confirmó la hipótesis policial.
Ahora, Jiménez tendrá que ir cada lunes a 100 y Aldabó para firmar un acta y está pendiente de un juicio que aún no tiene fecha. “En la detención me decomisaron una laptop, dinero y una tableta que era parte de las cosas que me llevaba para el viaje”, agrega.
Tanta represión aún no la entiende porque la JACU trabaja en la capacitación de los jóvenes y “todo se hace sin ánimo de lucro y gira sobre la base de los derechos humanos"
Tanta represión aún no la entiende porque la JACU trabaja en la capacitación de los jóvenes y “todo se hace sin ánimo de lucro y gira sobre la base de los derechos humanos y la democracia para que ellos puedan dirigir sus acciones y definir su futuro”.
El activista reconoce que últimamente han tenido que cambiar los sitios donde se reúnen “por las presiones de la Seguridad del Estado”. Su arresto fue una gota más en esa cascada de arrestos, amenazas y decomisos.
“No tengo familia y se aprovecharon de eso”, lamenta Jiménez, pero en los días en que estuvo arrestado le salieron un montón de parientes. La organización de derechos humanos Freedom House alertó sobre su caso y las redes sociales se llenaran de reclamos por su liberación.
Cuando Roberto Jiménez Gutiérrez volvió a caminar por las calles de La Habana su teléfono no paraba de sonar. Una nueva familia le había surgido durante esos 16 días de encierro.