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Diezmada por los robos y los apagones, en la biblioteca de Cienfuegos no hay "ni un alma"

"El lugar al que le dediqué la mayor parte de mi vida, es hoy la tumba de la cultura cienfueguera"

Ubicada entre las calles Prado y Santa Cruz, el edificio es un elemento emblemático del paisaje arquitectónico de Cienfuegos. / 5 de Septiembre
Julio César Contreras

05 de octubre 2024 - 19:45

Cienfuegos/Al menos desde la pandemia, Hilda siente que su centro de trabajo, la hermosa biblioteca de estilo ecléctico de Cienfuegos, es una mansión que habitan, durante ocho horas diarias, únicamente ella y sus colegas. No solo cada vez asisten menos lectores o estudiantes, sino apenas se realizan esfuerzos para que la institución vuelva a ser parte de la vida cultural de la ciudad.

“Hay veces que camino por los pasillos y los salones y no encuentro un alma. Ni alumnos que vengan a hacer tareas, ni investigadores que buscan manuscritos y mucho menos lectores que quieran un préstamo de algún libro”, cuenta a 14ymedio la cienfueguera, que tras su jubilación volvió a ser contratada en la Roberto García Valdés.

Ubicada entre las calles Prado y Santa Cruz, en pleno centro histórico, el edificio es un elemento emblemático del paisaje arquitectónico de Cienfuegos. “Es una lástima que esta joya patrimonial se esté perdiendo entre el polvo de libros viejos que, en la mayoría de los casos, nadie consulta por su deterioro y desactualización. A eso hay que añadirle la pérdida continua de fondos bibliográficos valiosos”, lamenta la mujer, que asegura que muchos volúmenes, considerados valiosos, se han perdido por robo o descuido.

La mayoría de sus colegas, que pasan los días tan aburridos como Hilda, incluso han perdido el interés en su trabajo. “Muchos de los bibliotecarios actuales ni siquiera conocen la historia del lugar donde trabajan. Para colmo, cuando llega algún lector lo común es que no logre dar con lo que busca porque los bibliotecarios no conocen bien el catálogo o no prestan atención a lo que quiere el visitante”, reflexiona.

 

La mayoría de sus colegas, que pasan los días tan aburridos como Hilda. / 14ymedio

Martha, una trabajadora más joven, coincide con Hilda en que el trabajo de la biblioteca es deficiente, pero atribuye la pérdida de público en parte a otras cuestiones. “Hoy en día los buscadores de Google tienen respuesta casi para cualquier cosa. De ahí que los usuarios decidan no perder su tiempo con empleados que muestran apatía y un notable desconocimiento de su trabajo”, zanja.

La empleada cree que no solo el presupuesto, sino la difícil situación económica, lastran también las visitas, golpeadas también por los frecuentes apagones. “Es más barato acceder a internet que trasladarse hasta nuestros salones que, por si fuera poco, tienen pocas comodidades. Nos hemos quedado muy atrás en cuanto a las nuevas tecnologías. No hemos sido capaces de ofrecer propuestas atractivas”, zanja. 

El desaliento de los trabajadores también es un tema sensible, aduce. “El incentivo salarial es muy bajo y la motivación profesional es escasa. La Bibliotecología es una carrera muy bonita, pero para ejercerla con los medios indispensables. Cuando en el mundo está todo digitalizado, nosotros todavía estamos buscando recortes de cartulina para reponer los ficheros rotos. La desmotivación comienza aquí adentro y repercute negativamente en los visitantes”, dice Martha, que confiesa que incluso se ha reducido la jornada laboral a solo medio día, pues en las tardes la biblioteca muere definitivamente.

“Nuestro impacto dentro de la población está decreciendo de manera significativa. Si convocamos una peña o tertulia en el centro, va el invitado con dos o tres acompañantes. Hemos tenido que organizar visitas dirigidas de estudiantes, pero ni así las estadísticas nos favorecen”, añade la trabajadora, que vaticina que el desuso acelerará el deterioro del edificio de más de 100 años.

Las salas de lectura permanecen todo el día vacías. / 14ymedio

Inaugurado el 31 de diciembre de 1921, el inmueble originalmente fue la sede de la Sociedad de Instrucción y Recreo, Liceo de Cienfuegos. No fue hasta 1962 que pasó a ser la biblioteca provincial, nutrida con los fondos de la antigua casa de libros de la ciudad. El edificio incluso fue nombrado Patrimonio Cultural de la Humanidad. 

“Nunca se habla de la etapa republicana, y resulta que hasta los edificios donde están las instituciones son obras hechas por el capitalismo. Daba gusto ver la colección de libros que había a principios de los años 60. Todo estaba tan bien cuidado que es imposible compararlo con el estado en que está hoy”, asevera Hilda, que pudo ver en sus inicios como bibliotecaria algo del antiguo esplendor de la Roberto García Valdés.

“Ya no se puede hablar de los antiguos departamentos de Adultos, Arte, Música y Juvenil. Hasta Extensiones, que se ocupaba de llevar la lectura hasta los sitios más diversos, dejó de existir”, recuerda la mujer. “Lamentablemente, el lugar al que le dediqué la mayor parte de mi vida, es hoy la tumba de la cultura cienfueguera”.

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