Dormir en tumba ajena
Un cementerio puede ser un sitio multipropósito, sirve tanto para descansar en el sueño eterno como para tomar una siesta de pocos minutos
La Habana/La costumbre de dormir la siesta apenas se mantiene entre los cubanos. Si acaso "echan un pestañazo" los más ancianos, los niños pequeños y los empleados estatales que prefieren matar el tiempo descansando antes que seguir fingiendo que trabajan. Es el caso de este sepulturero de la Necrópolis de Colón, en La Habana, que después de almorzar pasó a colocarse en posición horizontal sobre la primera tumba que encontró.
Dormitar sobre un sepulcro puede parecer algo aterrador para algunos, pero cuando en verano el sol está en su punto más alto, descansar a la sombra sobre el frío mármol de un panteón puede ser la mejor de las opciones para estos trabajadores. Lo peor que puede pasar es que, mientras uno de ellos ronca a pocos centímetros de una cruz con su típico E.P.D grabado en la piedra, llegue la familia del difunto a poner flores y se encuentre con que el sepulcro se ha convertido en un improvisado sofá.
Si eso pasa, el empleado entreabre los ojos, estira las extremidades con calma y mira con extrañeza al recién llegado. Bosteza, se baja de la tumba, arrastra los pies y vuelve a acostarse cual largo es sobre la lápida más cercana.
Un cementerio puede ser un sitio multipropósito, sirve tanto para descansar en el sueño eterno como para tomar una siesta de pocos minutos.
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