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La dura vida de una 'mula' cubana para surtir su negocio

María viaja a Guyana, Rusia, Perú, Colombia o Venezuela para vender productos cubanos y comprar lo más barato posible para su tienda en Camajuaní

Los cubanos que viajan a Caracas buscan comercios que ofrezcan buenos precios / 14ymedio
Yankiel Gutiérrez Faife

13 de abril 2024 - 13:00

Camajuaní (Villa Clara)/A sus 42 años, María no se permite perder un segundo. Se levanta a las 7:30 am, prepara el desayuno de sus hijos y corre a abrir su tienda, L&B, en el boulevard de Camajuaní. Con los viajes que realiza como mula a diferentes países –trayendo ropa, zapatos y perfumes a Cuba y llevando ron, tabaco y vinos hacia otros destinos– ha logrado montar un negocio que intenta mantener bien surtido. 

Sus años de experiencia como emprendedora le han hecho ganar reputación como una de las mejores negociantes de la zona y ha conseguido una clientela bastante fiel, que confía en ella para adquirir productos de calidad. 

Antes de su aparente éxito, no obstante, María ha tenido que hacer muchos sacrificios y trabajar muy duro. Hace algunos años encontró la oportunidad de viajar a varios países y comprar mercancía al por mayor para revenderla en Camajuaní. Esta idea vino acompañada del deseo de emprender su propio negocio, y tuvo que ahorrar cada centavo durante meses para costearse los pasajes y tener dinero para las compras.

En el mercado de La Hoyada se puede comprar ropa barata como monos, abrigos y shorts por 5 dólares cada uno / 14ymedio

Después de ir una vez a Guyana (en 2017), dos veces a Rusia (en 2018), tres a Perú (en 2019) y otras dos a Colombia (en 2022), este año partió rumbo a Venezuela con una lista detallada de lo que buscaba: blusas, pantalones, camisas, perfumes, electrodomésticos y todo lo que en la Isla es difícil de encontrar o tiene mucha demanda.

A través de grupos de Facebook encontró alojamiento para las cuatro noches que estuvo en Caracas y, aunque el lugar no tenía las condiciones, decidió quedarse con un cubano residente en Venezuela que se dedica a alquilar habitaciones y ofrecía una tarifa económica.  

A 20 dólares la noche en una habitación, el precio también cubría el desayuno, la comida y tenía a su disposición un servicio de transporte desde y hacia el aeropuerto. Sin embargo, esos días tuvo que asumir el recorrido de nueve kilómetros en buseta, la guagua venezolana, para ir a las tiendas. 

María sabe que en este tipo de viajes debe moderar sus gastos y no desperdiciar dinero, pues el aumento del precio del dólar en la Isla merma el beneficio económico que le dan las mercancías que adquiere. No obstante, siempre busca artículos atractivos que no estén en su lista y que puedan interesar a sus clientes.

En Caracas exploró las tiendas y los mercados en busca de las mejores ofertas, que no son difíciles de encontrar. Los comercios que ofrecen buenos precios, y a los que acuden los cubanos, muchas veces están gestionados por chilenos, colombianos, chinos, turcos y árabes. Cada vendedor tiene su truco, y los viajeros como María van armando su propio mapa de los lugares a los que pueden acercarse y de los que van a intentar cobrarles de más.

En el mercado de La Hoyada, por ejemplo, se puede comprar ropa barata: monos, abrigos y shorts por 5 dólares cada uno, o tres pulóveres por 10 dólares. En el boulevard Sabana Grande, en cambio, es mejor comprar zapatos. Allí se encuentran marcas populares entre los jóvenes, como Jordan, New Balance, Nike, Adidas a precios de ganga, entre 15 y 35 dólares, mientras las originales pueden costar hasta 200 dólares.

Esos días María tuvo que moverse nueve kilómetros de las tiendas hasta el alquiler por su cuenta en una 'buseta' / 14ymedio

A los comercios árabes se acude en busca de fragancias. Los perfumes populares entre los clientes, y que en la Isla son muy valorados, pueden encontrarse hasta por un dólar. Por otro lado, en las tiendas chinas es mejor comprar cosméticos y joyas. 

En las calles que rodean al mercado del Cementerio también hay muchas cosas diferentes para comprar: juegos de sábanas a 8 dólares, batidoras por 15, ollas reina por 50, ventiladores por 12, secadores de pelo por 10, planchas por 20, y los venden comerciantes turcos.

Después de la última búsqueda, y tras cargar la mercancía en dos maletas de 23 kilogramos, María no sabe si volverá a repetir en algún momento el trayecto. El viaje de regreso a Cuba está lleno de ansiedad y estrés, sobre todo en el momento de pasar ante los ojos de los funcionarios del aeropuerto y las restricciones de la Aduana. A veces, cuenta, la han maltratado, o incluso le han hecho perder parte de su mercancía.

Una vez sorteados los controles, viene la parte más “dura”: vender los productos en Camajuaní. Poner la mercancía en exhibición, realizar cálculos y examinar la mercancía –que en algunas ocasiones llega en mal estado– no siempre garantiza el éxito. María sabe que compite con mipymes y otros comerciantes camajuanenses que, como ella, viajan y venden para ganarse la vida.

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