Restaurantes de lujo en busca de clientes
La Habana/En la tarde del 20 de junio se inauguró un nuevo restaurante-bar particular, VIPHAVANA, en la calle 9 entre E y F, en El Vedado, cuyo propietario, Jordi, ha hecho gala del buen gusto y asesoramiento en el rescate y remodelación de un antiguo inmueble del siglo XIX, que se encontraba en total estado de abandono.
Una enorme y elegante barra en forma de herradura en el centro del amplio salón, rodeada de mesas con confortables butacas, completa el mobiliario de la primera planta. En una de las paredes de piedra y ladrillos a vista, se ubica una gran pantalla de cine, cuyos flancos están cubiertos por una bien surtida cava.
Durante la fiesta de apertura, de entre el público invitado de pronto surgió una bella voz de barítono, interpretando una canción lírica, a la que se le incorporó la de una joven cantante, que venía descendiendo las escaleras que comunican con los reservados de la planta alta, como si formara parte del público. Asimismo, se unió a estas voces la de otro joven cantante que venía saliendo de la cocina, dando un toque muy original a esta inauguración.
Camareros con bandejas ofertando a los allí presentes variedad de bocadillos, champagne y vinos, se movían discretamente entre los invitados. Una fina y original apertura en un atractivo restaurante, cuyos precios no están diseñados tomando en cuenta el magro bolsillo de los cubanos.
La carta consta de ofertas que sobrepasan los 15 CUC por plato principal y los entrantes desde 4 hasta 24 CUC, pasando por una exquisita ensalada César a 7 y las cervezas nacionales a 2,50. Sin embargo, es un agradable y elegante lugar que sí está a la altura de algunos turistas, empresarios e inversionistas extranjeros, donde pueden organizar citas de negocios dentro de un ambiente de elegancia y distinción.
Pienso que es positiva, no obstante, la apertura de estos hermosos y costosos lugares, en cuanto que mejoran y embellecen nuestro entorno y rescatan viejos inmuebles que forman parte de nuestro patrimonio arquitectónico tan maltratado, creando fuentes de empleo, sobre todo para los jóvenes. Todo esto más bien con una visión de un futuro que cada vez me parece más cercano.
En estos momentos no creo que la afluencia de clientes sea suficiente para mantener vivos por mucho tiempo este tipo de restaurantes, ya que El Vedado cuenta con un gran número de negocios similares, que a mi modesto juicio, sobrepasan la demanda.
No obstante lo expuesto anteriormente, creo que la balanza se inclina hacia lo positivo para los que hemos sobrevivido todos estas décadas, sin haber tenido la oportunidad, como ahora, de escoger a donde ir, ni tan siquiera la de soñar.