Quimeras y frustraciones
La Habana/Queda un poco más de una semana para el inicio del curso escolar y ya los más pequeños de la casa sacan balance de lo que han hecho en sus vacaciones. Se duermen pensando en lo que contarán a sus amigos en septiembre y en sus cabecitas rememoran cada paseo o salida con la familia. Aunque son pocas las opciones que tienen los padres para que sus hijos se diviertan en el verano, siempre se hace un esfuerzo.
Las opciones van desde los cinco pesos para comprar un barquillo de helado en la cafetería de la esquina, hasta el complicado y añorado viaje a la playa. Les he hecho muchas promesas a mis pequeñas de llevarlas a darse un chapuzón, pero todavía no las he podido cumplir. Un viaje a Santa María o Guanabo viene a ser como la ruta hacia El Dorado infantil durante la temporada estival.
El viaje a la playa en una quimera. La dificultad principal radica en las largas colas para el ómnibus, con sus molotes de muchachos que se ponen delante de cualquiera porque no quieren esperar tanto. De regreso, como si no bastara con las dificultades para atrapar la ruta 400, se suman las borracheras y las broncas que se suceden delante de la inocente mirada de los niños. Sin contar el abundante fluido de malas palabras y atrocidades que se gritan con natural maestría de un extremo a otro de la guagua.
Como alternativa a la playa, el otro día en los bajos del edificio inflamos una piscina de plástico y le echamos unos cuantos cubos de agua. Así pasaron un buen rato, después de la frustración por la rotura de un transporte que nos iba a llevar a Marazul –ida y vuelta garantizada– pero que al final nos dejó con la trusa puesta y la merienda preparada.
Para ir a la playa hay otras variantes como los almendrones que te cobran 1 CUC por persona pero no garantizan el regreso. Las guaguas que hacen el trayecto turístico hace un tiempo se podían aprovechar, al menos para una visita, porque cobraban 3 CUC por persona con viaje de ida y vuelta, además de que los niños no pagaban. Sin embargo, ahora les han subido el precio y valen 5 CUC, que se vuelve demasiado caro para el común de los mortales.
Lo otro, que sí hemos hecho, es ir al cine, al teatro, las acostumbradas visitas de familia y juegos en el parque de los bajos. Pero de eso se aburren rápido y quieren más. Son incansables en sus pedidos del Acuario, la playa, la piscina, el Zoológico y el parque de diversiones La Maestranza en la Habana Vieja. A este último concluimos que no íbamos más. Es demasiado sufrimiento bajo el sol y cierra a la mejor hora cuando empieza a oscurecer.
Al Zoo si hemos ido ya dos veces porque nos queda cerca, aunque, ya es archiconocida su mala reputación. En el caso del Acuario sí se puede ir de noche pero lamentablemente a esa hora el transporte para esa zona de La Habana es más complicado que de día y por eso no se hace oportuno aprovechar esta ventaja. En definitiva, si sumamos las variantes posibles, son pocas las posibilidades reales de divertimento infantil.
Todavía quedan unos diez días de vacaciones pero no creo que alcancen para hacer mucho más. Ahora estamos ya concentrados en el tema uniformes, mochilas, zapatos, merenderos, libretas, lápices y todo lo que completa el paquete escolar. Por suerte ya ellas han ido olvidando su quimera vacacional y la han sustituido por la otra escolar. Todavía nos queda la tarea de estar atentos a que no falte un maestro para el aula como en el último semestre del curso pasado. Eso ya sería demasiada frustración.