Solas y con hijos
La Habana/“Conocí a un chico en una fiesta de la universidad, fue un hechizo, nos prometimos amor eterno. Salí embarazada y le avisé enseguida, pero no quiso creer que era el padre”. Lo cuenta una muchacha universitaria de 23 años a la que llamaremos Tania, que debe batallar para enfrentar sola los gastos de la canastilla: "Ya vendí todo lo que tenía de valor y todavía me falta comprar el coche, la cuna y otras cosas". Como ella, hay muchas mujeres en Cuba –solteras o divorciadas– que crían solas a sus hijos y reciben poco o ningún apoyo oficial.
Sólo en el año 2014 se registraron en la Isla 32.934 divorcios, unos 90 por día, según el Anuario de la Oficina Nacional de Estadísticas e Información (ONEI). La revista Mujeres, portavoz de la Federación de Mujeres de Cuba (FMC), aclara que resulta difícil contabilizar las “separaciones que quedan fuera de la ley”, aunque de tenerlas en cuenta “haría mayor el alcance del divorcio a la cubana”.
El Código de Familia establece que los hijos queden al cuidado de quien los haya tenido en el momento de producirse el divorcio; si convivía con ambos padres, entonces se prefiere a la madre. En la gran mayoría de los casos y por tradición, la mujer toma la custodia de la prole y asume la mayor parte de los desafíos que esto conlleva.
“Lo malo de los padres es que cuando se divorcian de uno, se divorcian de los hijos”
“Lo malo de los padres es que cuando se divorcian de uno, se divorcian de los hijos”, asevera una licenciada en educación primaria de 39 años, madre de dos hijos, de 17 y 12 años. “Uno pasa cosas con los niños enfermedades, accidentes, necesidades y ellos andan por ahí como si nada, no saben si los hijos tienen hambre, se sienten mal o están bien en la escuela”.
El “sostenimiento de los menores es una obligación de ambos padres”, según el Código de Familia, pero el monto de la pensión por cada hijo se establece a partir de los ingresos legales, sin incluir las remesas ni otras entradas irregulares. La media resultante se ubica entre 30 y 100 pesos cubanos mensuales, lo que equivale al precio de una libra de carne de cerdo sin hueso y, en el mejor de los casos, a cuatro libras de pollo.
Con esa limitación económica deben lidiar quienes se quedan a cargo de la guarda de los menores. En Cuba las mujeres están al mando del 44,9% de los hogares. Según una encuesta nacional de fecundidad realizada en 2009, al menos el 5,9% de las féminas entre 49 y 54 años se declararon solteras y, dentro de este grupo, el 66% ha tenido al menos un hijo sin vínculo matrimonial.
La Federación de Mujeres Cubanas (FMC), que este 23 de agosto cumple 55 años y tiene más de cuatro millones de afiliadas que pagan una cotización, creó hace dos décadas las Casas de Orientación a la Mujer y a la Familia. Sin embargo, su actividad se limita a dar ayuda psicológica, acelerar el trámite para obtener un círculo infantil o asistir en la adjudicación de un subsidio.
Los montos que puede recibir una madre soltera por concepto de ayuda social no superan los 50 o 60 pesos cubanos mensuales
Los montos que puede recibir una madre soltera por concepto de ayuda social tampoco hacen la diferencia. Según varios testimonios recogidos por este diario, en muy pocos casos superan los 50 o 60 pesos cubanos mensuales, lo cual equivale a entre 2 y 2,50 dólares. Para establecer la ayuda se tiene en cuenta la cantidad de hijos y la situación laboral de la mujer y la cuestión habitacional, entre otros factores.
Sin embargo, las madres que crían solas a sus hijos no obtienen rebajas en los precios del transporte, bonos para la compra de alimentos ni descuento en las medicinas en las farmacias. Algunas apelan a las parroquias católicas o de otras denominaciones en busca de expectorantes, pañales desechables, biberones y alimentos, pero las iglesias no dan abasto ante los pedidos que reciben de parte de ancianos, incapacitados físicos y gente desfavorecida económicamente.
Manuela, una campesina de 24 años madre de un hijo de 10, que nunca ha recibido ayuda de la FMC ni de ninguna organización, relata: “Desde que yo era chiquita veía a mi mamá y a mi abuela pasar trabajo solas con nosotros”. El hijo de Manuela nació cuando ella tenía 14 años; el padre no lo reconoció porque era casado. Ahora esta joven madre trabaja en el campo y, a veces, limpiando casas. “El dinero que gano no me alcanza para independizarme en otra vivienda, así que vivo agregada en casa de mis padres”.
El problema es generalizado y afecta a mujeres de todos los niveles culturales. Rosa, una universitaria de 27 años, madre de un hijo de 19 meses, relata: “Estaba desesperada por tener un hijo, pero poco tiempo después de salir embarazada la relación de pareja se acabó y asumí al niño como una producción independiente, al menos en el plano emocional, porque la situación legal es confusa”.
Después de un divorcio el padre conserva la patria potestad del menor, aunque no contribuya con su manutención
Después de un divorcio el padre conserva la patria potestad del menor, a menos que esta se cancele por “fallecimiento (…) o porque se le haya suspendido o privado de su ejercicio” a partir de un fallo legal. Aunque no contribuya con su manutención, ni los visite periódicamente, el progenitor mantiene ciertos poderes hasta que los hijos alcancen la mayoría de edad, como la autorización para que salgan del país.
“Actualmente cuido sola a un bebé de 19 meses, cuyo padre sólo viene a verlo cada tres meses o más”, cuenta Rosa. “Mi mayor preocupación es que mi hijo no tenga legalmente un domicilio y en este país se necesita una dirección actualizada para matricular en una escuela y pertenecer a un área de atención de salud. Me presenté en la FMC y me prometieron darme una respuesta pero de eso ya hace meses”.
El primer testimonio que citamos al inicio de este reportaje, recopilado en la provincia de Camagüey como los demás, es el caso más estremecedor. Tania se vio empujada a prostituirse para mantener a su futuro hijo. “Pensaba hacer lo que pudiera antes de que me creciera la barriga, pero después me di cuenta de que estar con una mujer embarazada es una fantasía para muchos hombres, así que sigo en esto”.
“Intento cuidarme al máximo”, asegura. “Lo peor que me pudiera pasar es que este bebé se contagiara con una enfermedad por mi culpa, pero también es arriesgado no alimentarnos bien o que la casa se nos caiga encima”.