"Nos encerraron totalmente pero nos salvamos de las colas"
Un conjunto habitacional de 12 plantas en el Nuevo Vedado permanece acordonado y todos los puntos de acceso están vigilados por la Policía
La Habana/"Yo nunca había comido mejor ni con tanta facilidad", dice Ivis con una gran sonrisa, a pesar de estar encerrada desde hace una semana, con cientos de familias, en uno de los edificios más grandes de La Habana. El conjunto habitacional, de 12 plantas situado en la calle Tulipán y 39, en el Nuevo Vedado, está rodeado con una cinta amarilla por los cuatro costados y todos los puntos de acceso están vigilados por la Policía.
"No he tenido que hacer colas, porque nos traen de todo aquí abajo", cuenta la mujer, que vive con su esposo, dos hijas y su madre. "Hay cajitas con comida elaborada, llevan tres días vendiendo cinco muslos de pollo con contramuslos y también un día llegaron con 10 salchichas, un tubo de jamonada, dos paquetes de croquetas y dos botellas de aceite, vino seco, vinagre. Todos los días traen refresco, yogur, compota, confitura, viandas, 10 panes por núcleo, pero además venden pan con jamonada o con queso".
"Solo los primeros tres días pudimos salir por las mañanas a hacer mandados, pero desde que instalaron los kioscos nos encerraron totalmente. Lo bueno es que nos salvamos de las colas", agrega Ivis.
Con tres entradas independientes, un parque exterior como área común, un banco y una cercana zona wifi, los residentes en el inmueble temían desde hace semanas que el coronavirus llegara hacia su estructura
"Mi esposo está sin trabajo desde antes; él es chofer y lleva rato en la casa cobrando el 60%, pero aquí nadie puede ir al trabajo, eso sí lo sé. Lo que no te puedo contar es si a la gente le están pagando todo el salario o una parte", explica.
Aunque no se trata del edificio más alto de la zona, donde abundan los de 18, 20 y 26 plantas, este inmueble prefabricado, construido en la década de los 80 e inspirado en la arquitectura de Europa del Este, alberga unos 500 apartamentos, debido a que en su construcción se juntaron tres edificios de 12 pisos, uno al lado del otro, hasta concluir con lo que los vecinos llaman jocosamente "la serpiente", "el solar horizontal" o "la lombriz".
Con tres entradas independientes, un parque exterior como área común, un banco y una cercana zona wifi, los residentes en el inmueble temían desde hace semanas que el coronavirus llegara hacia su estructura, tan densamente poblada. Pero el encierro tiene también su lado positivo, con el suministro especial de alimentos en una zona con una pobre red de tiendas y mercados.
Los residentes cuentan que todo está "muy organizado" y que la compra se realiza por piso.
Los residentes cuentan que todo está "muy organizado" y que la compra se realiza por piso. "Vienen, te dan un ticket y cuando le toca a tu piso, bajas"
"Vienen, te dan un ticket y cuando le toca a tu piso, bajas. Hay gente que no quiere comprar todo. Por ejemplo, mi vecina, que vive sola con su esposo, recibe por derecho lo mismo que nosotros, que somos cinco. Ellos son jubilados, no les alcanza el dinero para la compra, y a veces nos dan su ticket; a cambio nosotros le damos una parte de lo que compramos".
Ivis explica que un día encontraron a la venta cuatro paquetes de detergente y cinco jabones. "Yo llevaba meses sin comprar detergente y así resolví, lo que no han traído es champú y pasta de dientes", precisó.
Otra vecina cuenta que el cierre la agarró de visita en casa de su madre que vive en Alamar. "Imagínate llegar y encontrarte tu edificio cerrado. Por suerte esos primeros días el encierro no era total y pude volver a mi casa con mi hija", dijo.
"El otro día fui a comprar pollo en la tienda de Tulipán y resulta que estaba cerrada porque los empleados tenían la orden de preparar módulos para vender a los vecinos del doce plantas", declaró una vecina de un edificio cercano.
Este lunes, en El Vedado, otro edificio amaneció en la misma situación. Se trata del edificio América, en la esquina de N y 27, un inmueble de siete plantas con una gran densidad poblacional debido a que muchos apartamentos han sido divididos en dos.
"Aquí explicaron que entre martes y miércoles nos ponían el kiosco en el lobby para poder hacer las compras sin necesidad de salir y que nos harían pruebas del coronavirus de manera aleatoria, no a todos los vecinos", dijo una vecina del edificio a este diario.
Desde que comenzó la pandemia en Cuba, no se ha declarado cuarentena obligatoria a nivel nacional, pero barrios enteros, tiendas, centros laborales, casas y edificios multifamiliares han sido aislados para evitar los contagios. La Habana acumula más de 2.800 casos positivos y una tasa de incidencia de 131,4 por 100.000 habitantes.
Las calles de la Isla, sin embargo, siguen llenas de personas en busca de alimentos y haciendo colas durante horas, una situación que el Gobierno no ha podido resolver en medio de un gran desabastecimiento de los productos básicos. Lo que sí ha hecho es incrementar el control sobre la población a través de multas y restricciones.
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