Entierran a Max Lesnik, la voz del régimen en Miami, en el cementerio privado de Eusebio Leal

Periodismo

José Ramón Machado Ventura junto a Vivien Lesnik y otros familiares del periodista.
José Ramón Machado Ventura junto a Vivien Lesnik y otros familiares del periodista. / Granma
Juan Izquierdo

24 de abril 2025 - 11:38

La Habana/Max Lesnik fue enterrado este miércoles en lo más parecido que existe en Cuba a un panteón de la cultura castrista. Los restos del periodista, fallecido el pasado marzo en Miami a los 94 años, fueron depositados en el llamado Jardín de la Madre Teresa, un cementerio premium creado por Eusebio Leal en 1999 a la vera de la iglesia de San Francisco de Asís, en La Habana Vieja. 

Fue en ese viejo templo capitalino –que ya no pertenece a la Iglesia católica aunque Leal insistiera en llamarlo “basílica menor”–, reconvertido en salón de actos y conciertos, donde se desarrolló el “sentido homenaje” a Lesnik, en el que no participaron ni Miguel Díaz-Canel ni otros miembros de la plana mayor, que se limitaron a enviar flores. 

En el homenaje participaron el canciller Bruno Rodríguez; José Ramón Machado Ventura, militar ya retirado de la vida política; el ex ministro de Cultura Abel Prieto, y cuatro antiguos espías cubanos en EE UU: Fernando González Llort, Gerardo Hernández, Antonio Guerrero y René González, que ocupan hoy cargos directivos menores en el régimen. González Llort subrayó que, durante su encarcelamiento y el de los otros cuatro agentes, Lesnik desarrolló una labor de apología de su caso.  

Estuvo presente la hija de Lesnik, Vivien, que pronunció unas palabras de agradecimiento

También estuvo presente la hija de Lesnik, Vivien, que pronunció unas palabras de agradecimiento, y Lorenzo Gonzalo, quien heredó la dirección de Radio Miami Today, emisora afín a La Habana que Lesnik dirigió hasta su fallecimiento. 

Junto a la tumba de Lesnik y de su esposa, Miriam Graciela Álvarez, fallecida en 2020, reposan “grandes personalidades”, la mayoría amigos personales de Leal –también enterrado allí, con su madre– e incondicionales de una Revolución que los trató con cierto recelo. Fue el caso de Emilio Roig de Leuchsenring, fundador de la Oficina del Historiador, que en el momento de su muerte en 1964 era considerada una reliquia institucional del pasado republicano. 

En el jardín está también el geógrafo y explorador Antonio Núñez Jiménez, que se incorporó a la caravana victoriosa de Fidel Castro como barbudo, pese a no haber luchado en la Sierra Maestra. Fallecido en 1998, su presencia e intimidad con Castro generó siempre incomodidad en las altas esferas. También están allí los restos de la artista Marta Arjona, del cineasta Octavio Cortázar, del trovador Vicente Feliú y del poeta popular Jesús Orta Ruiz, conocido como el Indio Naborí

Nacido en 1930 en el entonces municipio de Vueltas –a pocos kilómetros de Camajuaní, Villa Clara, y hoy uno de sus consejos populares–, Lesnik se estableció en EE UU en 1961. Hijo de un judío polaco emigrado a Las Villas y de una cubana, fue durante un breve período de 1958 jefe de propaganda en el Segundo Frente Nacional del Escambray. 

Con una prisa inusitada, la enciclopedia oficialista Ecured actualizó este jueves su entrada sobre Lesnik

Con una prisa inusitada, la enciclopedia oficialista Ecured actualizó este jueves su entrada sobre Lesnik con todos los detalles de su entierro. El texto subraya que fue el creador de una famosa consigna –“Cuba sí, yankis no”–, repetida hasta al cansancio en actos de repudio y represión a opositores. 

Ecured también cuenta sus conversaciones con Castro, y sugiere que “aunque políticamente existían diferencias” entre el caudillo y el periodista, “la relación siempre fue buena”. “Le salvó la vida”, asegura un inquietante párrafo en el que se narran las acciones de Lesnik en la clandestinidad, por cuenta propia, sin aprobación de Castro y como líder juvenil del Partido Ortodoxo. 

Viajó a Cuba con regularidad desde 1978, tras el llamado Acercamiento o Diálogo con la Emigración. En 1998, durante la visita de Juan Pablo II, el pontífice reconoció que Lesnik había mediado para mejorar las relaciones entre el Estado y la Iglesia católica, deterioradas desde 1959. Para asegurar esto, Ecured cita al Papa durante una reunión en la Nunciatura Apostólica de La Habana de la que nunca había trascendido ninguna declaración. 

Para 2007, cuando los comisarios culturales del régimen comenzaron a otorgarle distinciones y medallas, Lesnik ya era definido por un peso pesado de la diplomacia castrista –Ricardo Alarcón– como un “patriota genuino que ha sabido vencer los riesgos”, una definición que reservaba para espías como González Llort, Guerrero o Hernández, todavía presos entonces. 

El mejor resumen de su incondicionalidad a la Revolución y a Castro, que tuvo en él a un hábil agente en EE UU, es su epitafio: “El Hombre de las Dos Habanas”.

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