Los errores en la instalación del parque fotovoltaico de Ciego de Ávila obligan a China a mandar técnicos
Los trabajadores hacen jornadas de hasta diez horas con apenas 30 minutos de pausa para comer
Madrid/Queda solo un mes para que llegue la fecha de entrega del parque fotovoltaico Ciego Norte, a pocos kilómetros de Ciego de Ávila, y ya se vislumbran los problemas. Según un reportaje especial, publicado por el medio provincial Invasor este fin de semana, aún no han arribado a la Isla 200 contenedores con distintos materiales para el montaje.
“Hoy el parque está al 60%, con 269 mesas armadas, 222 con paneles puestos y 146 certificadas, labor que realizan 27 brigadas formadas por entre cinco y ocho trabajadores”, ha contado uno de los ingenieros que trabaja en el lugar. “Si los siete inversores de 3,25 megavatios (MW), junto a los transformadores, que vienen en contenedores, vía marítima, no están antes del 15 de febrero, no se puede entregar energía antes del 15 de marzo. Habría que hacer un maratón imposible y no podríamos estirar los días más allá de las 24 horas”.
No será por falta de trabajo. El reportaje desvela que los chinos, inversores en la titánica tarea de instalar 92 parques solares en la Isla, han tenido que ir a Cuba a cooperar de manera presencial imponiendo unas jornadas laborales dignas de épocas olvidadas.
“Al principio fue difícil la comunicación", señala Daniel, otro de los empleados. “Cuando vimos la manera en que trabajaban, con llegada bien temprano a la obra, salida bien tarde —hasta nueve y 10 horas de trabajo—, con descanso de apenas media hora para el almuerzo, las gotas de sudar y aquella paz interior, sin inmutarse, sin dejar de trabajar, sin beber agua fría, pensamos en que habíamos ganado la batalla en la hinca de los pilotes”, elogia. Los cubanos se vieron obligados a faenar al mismo ritmo y, según el texto, “juntos, llegaron a enterrar 1.000 pilotes”, unos 18.000 en total durante 40 días.
Los cubanos se vieron obligados a faenar al mismo ritmo y, según el texto, “juntos, llegaron a enterrar 1.000 pilotes”, unos 18.000 en total durante 40 días
Los chinos, sin embargo, no llegaron hasta la Isla solo para imponer un ritmo de trabajo leonino, sino porque –dice de pasada la nota– la parte cubana ya estaba empezando a destrozar los materiales que habían llegado. “Fue necesario traer operadores chinos cuando comenzaron a romperse las máquinas de aquel país, sometidas a un esfuerzo mayor que la potencia para la cual estaba diseñada, dada la longitud de los pilotes a empotrar”, cuenta el reportaje.
Los especialistas consultados justifican la mala gestión al comentar que solo este parque solar y el que se construye en la comunidad de La Yuca, en Abreus (Cienfuegos), tienen este tipo de soporte. Según la descripción del periodista, hay unos 44.000 pilotes hundidos dos metros bajo tierra en estas 30 hectáreas que no eran propicias para el cultivo y se acabaron desbrozando para albergar el enclave, que debe aportar casi 22 MW de energía al país.
Según los cálculos, esa potencia permitiría que, en verano, la provincia pueda autoabastecerse en el horario pico de mediodía, aunque para ello depende de que los restantes parques anunciados también cumplan con las previsiones. Este 2025 deben entregarse 55 de estas instalaciones de los 92 previstos para 2028 y que aportarán 2.000 MW a la generación eléctrica.
Los dos contratos firmados con empresas chinas en marzo de 2024 implican una radical transformación en la política energética nacional, con la que se pretende ahorrar unas 750 toneladas de combustible importado a la vez que superar la anunciada muerte de unas termoeléctricas que agonizan desde hace mucho. Un giro forzado en tiempo récord, a pesar de que la transición a las renovables estaba aprobada y dotada de un potente presupuesto desde 2014 sin que se haya avanzado prácticamente nada en una década ni se sepa dónde fue a parar el dinero destinado a ello.
Los cubanos, “arrastrados” –dice literalmente el reportaje– por los chinos, se afanan en avanzar en “el alumbrado interior y en la malla de tierra, es decir, el conjunto de todos los elementos, conexiones eléctricas y dispositivos que forman parte de una puesta a tierra”, en lo que llega el material retrasado, del que están pendientes.
“Era difícil seguir a los chinos y sus máquinas hundiendo los pilotes en la tierra, es como hundir una barrenadora. Los chinos con sus máquinas y los cubanos con las de color verde, de otro tipo. Las de ellos rendían más. ¡Qué manera de trabajar, qué resistencia!”, exalta el texto, que intenta transmitir una idea central: no se perderá tiempo porque falten materiales.
“Mientras más demoren, más intenso será el trabajo nuestro”, afirma Daniel, uno de los ingenieros. Pero la voluntad no basta, y los atrasos son la nota dominante
“Mientras más demoren, más intenso será el trabajo nuestro”, afirma Daniel, uno de los ingenieros. Pero la voluntad no basta, y los atrasos son la nota dominante sin que se desvele el porqué de las demoras. “Podríamos haber comenzado a poner las mesas en noviembre, pero no teníamos los recursos a pie de obra”, añade el trabajador.
Los tornillos se han tenido que sustituir por campanas en las máquinas barrenadoras, construidos en Camagüey, Ciro Redondo, Villa Clara e, incluso, en China, a partir del prototipo diseñado en la Isla.
“Terminamos de poner los pilotes el 11 de diciembre y el 17 fue que llegaron los tornillos para armar las mesas. Ante esa realidad nos vimos obligados a incrementar las fuerzas. En principio pensamos en 15 cuadrillas. El tiempo nos daba. Ahora aumentamos la cifra. Ahora mismo dentro del parque hay más de 200 personas, solo en la armadura de mesas, labor que no es difícil, pero requiere de habilidad”, continúa.
Los especialistas tienen que verificar que todo está bien montado y nivelado antes de montar los paneles. “En los inicios nos costaba trabajo llegar a las dos mesas diarias. Ya sobrepasamos ese número. No es tan fácil como nos pintaron el panorama. El trabajo requiere de mucha precisión”, explica uno de ellos. Además, hay que certificar el trabajo realizado, un trabajo que “ahora mismo es un poco lento, porque las mesas son un poquito trabajosas a la hora de armarlas. Ayer armaron dos estructuras y pusieron los paneles de esas dos mesas. Con los días ellos avanzarán más y podrán hacer las dos mesas diarias, que es lo que se pide para al final cumplir con el programa de entrega”, señalan.
Todas las esperanzas están puestas en estos parques y en si serán capaces de entregar en tiempo y forma la energía requerida, además de tener la capacidad de almacenaje y mantenimiento precisos. Este domingo, en pleno enero y con temperaturas frescas, el déficit volvió a superar los 1.100 MW, con una demanda de 3.000 MW y una generación de 1.966 MW.