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Los estudiantes cubanos trabajarán para Energía y Minas con salario mínimo y sin garantías de empleo

Aunque el proyecto se restringe “inicialmente” a las siete carreras que son afines al Ministerio, es posible que se extienda a otras facultades

Aunque 'Granma' no lo menciona, las universidades cubanas llevan años enviando alumnos a trabajar, a expensas de su propio tiempo libre y sin condiciones. / Cujae
14ymedio

21 de noviembre 2024 - 16:43

La Habana/Los estudiantes de siete carreras técnicas en varias universidades cubanas serán enviados –no se aclara si en masa o de manera voluntaria– a trabajar en el sector energético-minero mientras estudian. Lo que comenzó como una medida de emergencia para remediar la crisis de personal se convertirá en una práctica habitual en Cuba, pero con casi ningún beneficio: cobrarán el mínimo y nada garantiza que puedan conservar el empleo después de graduarse. 

Granma elogió este martes el “nuevo modelo de formación basado en el trabajo”, una idea que atribuye a Fidel Castro en lejana fecha –1968– y a través de la cual augura éxitos para las 44 empresas donde laborarán los estudiantes. Juan Ruiz, director general de Minería del Ministerio de Energía y Minas, informó de que los alumnos de tercer año en adelante de  Ingeniería Eléctrica, Mecánica, Automática, Química, Geología, Minas y Metalúrgica son los llamados para responder “a las necesidades del sector y del país”. 

El modelo ya lo practica el Ministerio de Salud Pública con los hospitales universitarios, defendió Ruiz, y ha comenzado a implementarse en las universidades de Pinar del Río, La Habana, Matanzas, Cienfuegos, Villa Clara, Camagüey, Granma, Holguín y Santiago de Cuba. Aunque el proyecto se restringe “inicialmente” a las siete carreras que son “afines al Ministerio”, es posible que se extienda a otras facultades, advirtió el directivo. 

El modelo ya lo practica el Ministerio de Salud Pública con los hospitales universitarios, defendió Ruiz

“Solo se tendrá en cuenta a estudiantes de tercer y cuarto año, pues es en estos niveles en los que pueden comenzar a aplicar los conocimientos adquiridos en un entorno real. Para los estudiantes de primer y segundo año, el enfoque se mantendrá en la adquisición de conocimientos fundamentales como química, física y matemáticas”, señaló. 

Según Ruiz, unas 84 entidades fueron evaluadas antes de implementar la medida, pero solo la mitad cumplió los requisitos. De ellas, 19 son instituciones eléctricas, 11 del petróleo, siete mineras, cinco del níquel, una salinera y el Instituto de Geología y Paleontología. “La calidad no es negociable”, dijo, aludiendo a la posibilidad de que –por inexperiencia– los jóvenes hicieran un mal trabajo. 

Ganarán un salario mínimo, formarán parte de la plantilla mientras dure el “modelo”, cobrarán por “fundamentalmente por proyectos específicos”, pero el Ministerio no puede –según Ruiz– garantizar que se quedarán trabajando con una plaza fija cuando concluyan su formación. El directivo se lavó las manos en lo que a otorgamiento de plazas se refiere, y dijo que era una atribución del Ministerio de Trabajo y Seguridad Social, “en función de la prioridad del país, aunque se puede hacer legalmente el cambio de boleta en algunos casos”. 

Otros funcionarios de Educación –los vicerrectores docentes de la Universidad Central de Las Villas (UCLV) y de la Universidad Tecnológica de La Habana (Cujae)– opinaron que la medida supone la corrección de “deficiencias históricas” en la articulación de la enseñanza y el trabajo en Cuba. “Queremos que los estudiantes estén más conectados con el entorno laboral”, dijeron. 

“Queremos que los estudiantes estén más conectados con el entorno laboral”

Aunque Granma no lo menciona, las universidades cubanas llevan años enviando alumnos a trabajar –a expensas de su propio tiempo libre y sin condiciones básicas de transporte y alimentación– en centros que lo necesiten. Bajo el concepto de “práctica pre profesional”, el Ministerio de Educación Superior envía a las escuelas preuniversitarias y técnicas para alumnos de primer año en adelante. 

Jorge, graduado de Lengua Inglesa en la UCLV, recuerda que cada día él y sus compañeros tenían que acudir a la vecina escuela politécnica Lázaro Cárdenas para impartir toda clase de asignaturas, según decidiera la dirección del centro. “La Lázaro Cárdenas es una de las peores escuelas de Santa Clara. Ahí nadie quiere dar clases y siempre andan buscando maestros, porque no les dura ninguno”, explica. 

Desde su facultad hasta el politécnico había que caminar un kilómetro junto al borde de la carretera, que entre ambas instituciones tiene una curva altamente peligrosa para los peatones. “Los camiones y guaguas van por ahí a toda velocidad, pero es la única manera de llegar a la escuela”. Originalmente un colegio salesiano y expropiado por Castro, el edificio actual de la Lázaro Cárdenas es una mole construida con estilo Girón. 

“Lo peor no son los estudiantes, que son estigmatizados hasta en sus propias familias por no haber podido optar por el preuniversitario, sino el claustro y los directivos”, asegura Jorge. Los que llevaban allí varios años miraban “con mala cara” a los “intrusos”, porque su estancia traía consigo, al final del semestre, un reporte sobre la experiencia. 

“Todo el mundo se vaciaba sobre la Lázaro Cárdenas. Ni los que iban al Ipvce (el preuniversitario de ciencias) ni los que tenían que atender otros preuniversitarios de Santa Clara se quejaban de esa manera”, explica. A la larga, la colaboración entre ambas instituciones se enfrió, y los que seguían yendo podían darse el lujo de asistir las primeras semanas y luego dejar el aula a la deriva. “Bastaba con volver en el tramo final del curso”, remata. “De los ‘modelos de formación basados en el trabajo’ ya no hay quien le haga cuentos a los estudiantes cubanos”. 

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