Eusebio Leal toma posesión de la Plaza de Armas en La Habana
A la flamante estatua solo se le acercan turistas nacionales, los únicos que reconocen la efigie
La Habana/A la flamante estatua de Eusebio Leal, inaugurada con pompa este lunes delante del Museo de la Ciudad, antiguo palacio de los Capitanes Generales en La Habana Vieja, por el propio presidente designado, Miguel Díaz-Canel, solo se le acercan turistas nacionales, los únicos que reconocen en el bronce al historiador de la capital cubana.
El gesto de la escultura, obra de José Villa Soberón y Gabriel Cisneros Báez, que representa al fallecido historiador en tamaño real, caminando con documentos en la mano y "paso vivo", según describió la prensa oficialista, se presta a que los transeúntes se apoyen en ella y se tomen selfies. También empieza a ser blanco de bromas y memes.
Leal se dio a conocer a nivel nacional a través de un programa que transmitió la televisión oficial cubana por años bajo el título de Andar La Habana, una frase que ahora ha pasado al argot popular para describir al ajetreo cotidiano en busca de los productos básicos que muchas veces lleva a los residentes de la ciudad de un municipio a otro.
Leal se dio a conocer a nivel nacional a través de un programa que transmitió la televisión oficial cubana por años bajo el título de 'Andar La Habana', una frase que ahora ha pasado al argot popular para describir al ajetreo cotidiano en busca de los productos básicos
El lugar donde ha sido colocada la figura no podría ser más significativo. Leal describió ampliamente la calle de madera emplazada frente al palacio, la Plaza de Armas, que se erige ante la puerta de la edificación, y el Templete que a pocos metros marca el sitio fundacional de la Villa de San Cristóbal de La Habana hace 502 años.
Pero, sobre todo, porque Leal siempre fue un gran admirador de las casas reales europeas. Cuando el rey Juan Carlos I visitó la Isla en 1999, para participar en la Cumbre Iberoamericana, el historiador lo guió hasta el trono que había estado esperando por cinco siglos las asentaderas reales españolas, pero el monarca declinó sentarse.
Años antes, en un selecto grupo de amigos, Leal había resumido su admiración al poder en una frase: "Yo soy monárquico y Fidel es mi rey", una premisa que siguió toda su vida, en la que disfrutó de privilegios oficiales pero también debió bregar contra la burocracia y las prohibiciones para impulsar el proceso de restauración en el casco histórico de la ciudad.
Amén de sus predilecciones políticas, este miércoles no eran muchos los que se tomaban una foto con la recién inaugurada estatua y la mayoría de quienes lo hacían eran cubanos, ante la mirada curiosa de los turistas que, con desparpajo y sin mascarilla, se paseaban por el lugar. Atentos a cada móvil que salía de un bolsillo estaban los policías vestidos de civil, temerosos de que algún activista llegara hasta la escultura para hacer un soberano desplante.
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