Un ex oficial asegura que en Melones murieron 13 militares porque "se violaron los protocolos"
"A esos niños los mandaron a matar porque lo correcto era la evacuación inmediata" ante el riesgo de explosión
Holguín/Del arsenal del Ejército cubano que estalló en Melones, Holguín, el pasado 7 de enero, solo quedan unas pocas estructuras en pie. La onda expansiva y el fuego lo consumieron todo, desde las barracas hasta el material bélico cuya detonación causó la muerte de 13 militares, nueve de ellos jóvenes reclutas. La conclusión es clara: “Allí se violaron los protocolos”.
Quien habla es un capitán jubilado de las Fuerzas Armadas, entrevistado bajo condición de anonimato por 14ymedio. Su evaluación del caso, como antiguo oficial y encargado de armamento en una unidad del Ejército Oriental, es que Melones es uno de los episodios recientes de negligencia más costosos para el pueblo cubano.
“Los oficiales que perdieron la vida ahí sabían el riesgo que corrían; los soldados, no”, asegura, tajante, el militar. “Ellos sabían el tipo de material de guerra que había ahí adentro y lo altamente explosivo que era”.
Cuando el capitán alude a ahí adentro se refiere al laberinto de túneles subterráneos que conformaba el arsenal. Los cubanos, acostumbrados a sospechar que “las montañas están huecas” por obra y gracia del Ejército, no imaginan la atención y los recursos que se han dedicado a la construcción de esos almacenes, siempre anexos a unidades militares, que ahora la fuente de este diario describe con lujo de detalles.
"La puerta de los túneles de Melones, y de todos los polvorines de Cuba, es algo grandísimo"
“La puerta de los túneles de Melones, y de todos los polvorines de Cuba, es algo grandísimo”, afirma. “Es un arco de cemento grande, una entrada donde caben hasta dos tanques de guerra, uno al lado del otro. Las puertas son de un material especial, una mezcla de plomo, arena, hierro y concreto”.
En la jerga militar cubana, ese conjunto de materiales de construcción tiene un nombre que recuerda a los años más trepidantes de la Guerra Fría: la “liga antiatómica”.
Dentro de este escenario transcurrió la tragedia de Melones. Estallidos, gritos, órdenes de mando –negligentes y lanzadas con descuido al calor del momento, valora el capitán– y los reclutas operando sin entender el calibre del material. “A esos niños los mandaron a matar”, insiste. “El protocolo correcto era la evacuación inmediata”.
“Las Fuerzas Armadas tienen especialistas en armamento y control de explosivos, incluso poseen fuerzas técnicas capacitadas para la extinción de incendios. Son lo que la gente llama ‘bomberos de las FAR’”, explica. “Allí no se podía entrar y la orden que debió darse fue la de evacuar la unidad y avisar a las autoridades pertinentes”.
"Esos túneles estaban herméticamente cerrados. Cuando hay un incendio, si tú abres la boca del túnel estás oxigenando el incendio"
Los militares hicieron todo lo contrario. “Esos túneles estaban herméticamente cerrados. Cuando hay un incendio, si tú abres la boca del túnel –esa puerta tan pesada e inmensa– estás oxigenando el incendio. Ellos abrieron la boca del túnel y se metieron a lo loco”. Según algunos de sus antiguos colegas al tanto de otros detalles del estallido, con los que ha comentado el caso, del túnel de Melones ya salían gases tóxicos.
“Se metieron para allá dentro y entonces el oxígeno avivó las llamas”, prosigue. “Hubo dos soldados que intentaron entrar. Uno salió tosiendo, asfixiado por los gases y el humo. El otro fue el que no quiso entrar y dijo que prefería ir preso antes que morirse. A los pocos minutos, explotaron los túneles”.
El caso recuerda en todo al estallido de 2020 en la unidad militar de La Púa, en la localidad de Velasco –a escasos 50 kilómetros de Melones–. Lo que explotó entonces fue también un almacén de municiones “en mal estado”. Silos con balas, fusiles, maquinaria de vario tipo. El hongo de humo amarillento que se elevó sobre el arsenal, fotografiado por los habitantes del pueblo, fue casi idéntico al de Melones.
La gran diferencia, subraya el ex oficial, fue que en La Púa se evacuó rápidamente a los 1.245 habitantes del poblado y que, como aseguraba la nota oficial sobre la explosión, “no hubo que lamentar pérdidas de vidas humanas”. Además, “esa unidad tenía menos material explosivo que el polvorín de Melones”.
"El Ministerio de las Fuerzas Armadas guardará el secreto de cuánto material explotó en Melones y qué operación se realizaba allí"
Hay otros casos recientes, todos similares, que apuntan a la obsolescencia del material que se guarda en los polvorines subterráneos de las Fuerzas Armadas. Casi todo data de la época soviética, cuando Fidel Castro pretendió armar al país hasta los dientes. En 2017 explotó un silo en Songo-La Maya, Santiago de Cuba; en 2011, un depósito de municiones estalló en Boyeros, La Habana; en el año 2000, reventó otro almacén a 20 kilómetros de Matanzas.
Los cubanos saben que, pese a la muerte de los 13 militares, el Ministerio de las Fuerzas Armadas guardará el secreto de cuánto material explotó en Melones y qué operación se realizaba exactamente en la unidad antes del siniestro. “Allí hay todavía explosiones esporádicas”, confirma el ex capitán entrevistado por 14ymedio.
“El Gobierno nunca lo admitirá, pero ahí hubo negligencia”, insiste. “Daños materiales hubiera habido, claro, pero todas esas vidas pudieron haberse salvado. No se habría perdido ni una”.