¿Existe en Cuba un restaurante estatal donde se coma bien y se respete al cliente?

La Habana/El restaurante La Roca, en la esquina de la calle 21 y M, de La Habana, vivió muy pocos años de pleno esplendor. Inspirado en el estilo art déco y diseñado por dos entonces jóvenes arquitectos –uno de ellos era aún estudiante–, Modesto Campos y Hugo D'Acosta Calheiros, el establecimiento se inauguró en 1957 y enseguida fue la sensación, con sus vidrios de colores y su música en directo.

Sin embargo, aun en los primeros años del régimen revolucionario y pese a su estatización, siguió siendo parada obligatoria tanto para cubanos como para extranjeros. El mérito residía, en gran parte, en su lugar privilegiado, en el corazón de El Vedado, muy cerca del emblemático Focsa, la heladería Coppelia y los hoteles Habana Libre, Capri y Nacional. Pero también conservó durante mucho tiempo la fama de restaurante popular, con comida aceptable.

Hace unos años, comenzó a decaer y, al igual que tantos restaurantes estatales, se convirtió en un lugar con mal servicio, con alimentos dudosos y sin ningún aliciente.

El interior está remodelado y, aunque la nueva decoración dejó un ambiente despersonalizado y lúgubre, la comida es sabrosa, además de barata y en moneda nacional

Hoy no se puede decir lo mismo. Las colas diarias para entrar, justo antes del mediodía, la hora a la que abre el local, ya son un buen auspicio. En la puerta, un empleado recibe amablemente a los clientes y los sienta a las mesas.

El interior está remodelado y, aunque la nueva decoración dejó un ambiente despersonalizado y lúgubre, la comida es sabrosa, además de barata y en moneda nacional.

A 150 pesos ofrecen ensalada de atún, croquetas de pollo, ajiaco criollo o espaguetis a la napolitana. Los platos más caros son la langosta al grill (800 pesos), el bacalao al pil-pil (600) y el filete de pescado a la Roca (500), pero por un precio más módico se puede comer ropa vieja (230 pesos), costillas de cerdo (200) o pollo a las finas hierbas (350).

Las guarniciones –arroz, ensalada o frijoles– van desde los 40 a los 120 pesos y los refrescos –a 80 pesos– están más baratos que en otros establecimientos del Estado, donde alcanzan los 150 CUP.

La escasez extendida por toda la Isla, eso sí, permea en La Roca. Por ejemplo, este miércoles no había los camarones que lleva por encima el plato de pescado, ni tampoco el único postre que ofrece la carta, arroz con leche.

Frente a ello, hay que ponderar la gracia con que presentan los platos –que se sirven bien calientes, a diferencia de otros lugares–, la rapidez del servicio, la amabilidad de los camareros y el buen sabor de los alimentos. Todo ello, amenizado con una pianista en vivo que toca boleros y otras piezas populares del repertorio internacional.

¿Qué hace La Roca, que logra algo que los demás restaurantes estatales no? Según cuentan clientes habituales, hay una nueva cocinera, "espectacular". Ello, por sí solo, no explica el secreto, pero lo que está claro es que hay un lugar llevado por la mano del Estado en el que es posible hacer las cosas bien.

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