Expocuba, el escaparate apagado
La Habana/El vistoso escaparate del socialismo cubano se ha convertido en un reflejo de su desastre. Expocuba, el mayor centro expositivo del país, es hoy un amasijo de estructuras oxidadas por el paso de los años.
Fundado en enero de 1989, el recinto ferial tiene más de 600.000 metros cuadrados de extensión y 25 pabellones, entre los que se encuentra el área central, de gigantescas proporciones. El espacio, apenas visitado durante el resto del año, se llena durante los meses de verano de gente ansiosa de una oferta recreativa que les permita escapar de la bulliciosa ciudad.
Entre los visitantes de este sábado destacaba un aula de preescolar que había ido a celebrar la fiesta de fin de curso. La mayoría de los padres de aquellos estudiantes apenas cruzaban la adolescencia cuando el lugar fue abierto al público como una "maravilla moderna" que incluía una cafetería dentro de un avión, paseos en bote por un lago artificial, restaurantes especializados en mariscos, comida criolla, italiana e internacional. De todo aquello queda poco funcionando.
"Recuerdo la primera vez que vine y había un lugar donde se podían probar, de manera gratuita, quesos de diferentes tipos", detalla Yordanka de 39 años, residente en el municipio Centro Habana y que participó como pionera en la ceremonia de inauguración del lugar. "No sé si es que yo lo veía todo con otros ojos en aquella época, pero ahora el lugar me parece feo y caótico", explica la mujer que esta semana llevó a su hija a un recorrido donde también incluyó los colindantes Jardín Botánico y Parque Lenin.
Esa “maravilla moderna” incluía una cafetería dentro de un avión, paseos en bote por un lago artificial, restaurantes especializados en mariscos... De todo aquello queda poco funcionando
Almorzar entre lo que queda de su otrora parque de diversiones o en los puestos de gastronomía, más concurridos que los anaqueles expositivos, puede costar unos cincuenta pesos cubanos por persona. Una familia de cuatro miembros se gasta la mitad de un salario mensual en comer si logran convencer a los niños de que no pueden repetir ni un refresco.
La atmósfera de modernidad y progreso que debería transmitir una vitrina expositiva de esta naturaleza no es lo que caracteriza al complejo. Aquí la propaganda le gana la batalla a los resultados, y los productos en exposición pertenecen más al campo de los planes por cumplir que al de la realidad. Expocuba guarda, eso sí, mucho de la otrora tendencia de los países del "socialismo real" a mostrar la situación nacional como el mejor de los mundos posibles.
"Esto fue concebido en la misma época en aquellas publicaciones al estilo de la revista Cuba Internacional, en las que se quería exportar una imagen de que la Isla marchaba indetenible hacia el futuro", explica con ironía Rogelio, de 66 años, que buscaba por todo el lugar un sitio donde su nieta pudiera lavarse las manos, sin éxito.
Las sillas voladoras, los botes, el carrusel, los avioncitos y los carritos locos todavía siguen funcionando en el parque de diversiones. A algunos trabajadores por cuenta propia también se les ha permitido instalarse en el área, con juguetes inflables o camas elásticas para niños. Aunque los precios para usar los juegos resultan caros, los infantes y sus padres hacen largas filas ante ellos. Con cada minuto de diversión se intenta compensar el largo camino y la decepción que produce el entorno.
El deslucido escaparate que es hoy Expocuba sigue programando exposiciones sobre un país que parece reservado a los anaqueles y a las estadísticas oficiales. Este miércoles se inauguró en su Pabellón Central una muestra de varios centros productivos, educacionales, culturales, científicos y de salud. La exposición incluye detalles sobre el plan general de ordenamiento territorial y urbano de La Habana y conciertos de Maikel Blanco y Manolito Simonet.