Expulsan a Alina Bárbara López de la Uneac por criticar a la "alta dirigencia de la Revolución"

La decisión le fue comunicada personalmente durante una reunión en el Comité Provincial de la organización en Matanzas

López formaba parte de la institución en calidad de ensayista de temas históricos y sociales,
López formaba parte de la institución en calidad de ensayista de temas históricos y sociales, / Alina Bárbara López
14ymedio

13 de septiembre 2024 - 15:18

La Habana/La Unión de Escritores y Artistas de Cuba (Uneac) expulsó este jueves a la historiadora Alina Bárbara López, una sanción –insignificante, a su juicio– en la que la intelectual ve la mano de la Seguridad del Estado. Las razones: criticar a la “alta dirigencia de la Revolución”, “mostrar solidaridad con el movimiento del 11 de julio” y violar los estatutos de la organización. 

Según López, la decisión le fue comunicada personalmente durante una reunión en el Comité Provincial de la Uneac en Matanzas. De boca de las autoridades presentes –una por cada rama de la organización, además del presidente–, López fue informada de que, de acuerdo con el artículo 40 del reglamento, la entidad tenía argumentos suficientes para su “separación”. Entre ellos, haber ofendido a Julio César Pérez, un funcionario del Partido Comunista que también es vicepresidente de la Asociación de Escritores. 

En un perfil de la Seguridad del Estado –habilitado para el “cibercombate”, subraya López–, Pérez aseguró que la historiadora "había perdido la vergüenza y que violaba la paz en la ciudad". Su respuesta a esta acusación, defiende, no fue una ofensa sino una réplica con “altura ética”. “La directiva no considera que fui yo la ofendida”, lamenta. 

No se le entregó ningún documento que avale la decisión, una mera “comunicación verbal” de los dirigentes

Pese a que la organización le espetó a López que su decisión era inapelable, la intelectual afirma que no pensaba poner en cuestión una medida que, considera, “parece dictada más por agentes de Seguridad del Estado que por escritores y artistas”. Sin embargo, subraya que la decisión no se apegó a la legalidad y sus argumentos no son sólidos. 

En primer lugar, afirma, no se le entregó ningún documento que avale la decisión, una mera “comunicación verbal” de los dirigentes. Tampoco quisieron dictarle el contenido del texto y solo tras mucha insistencia le volvieron a leer el documento. “La pretensión del presidente de la Uneac era que yo escuchara y, al terminar la lectura, concluyera la reunión pues ‘no querían debatir’. Me conocen muy poco evidentemente. No acepté e impuse un intercambio que no deseaban donde tuvieron que escuchar mi punto de vista”, cuenta. 

Durante su intervención, aclaró que el 11J se produjo un estallido social “que no fue estructurado”, por lo que no podía hablarse de un apoyo o liderazgo por su parte. Sí ha analizado, admitió, las causas de las protestas en no pocos artículos y ha reclamado la liberación de los presos. “Me parece injusto que cumplan altas penas de prisión personas que solo se manifestaron gritando consignas o grabando videos de lo ocurrido. Nunca justifiqué los hechos de vandalismo, pero esta no fue la tónica general de lo ocurrido el 11J”, defendió. 

Durante su intervención, aclaró que el 11J se produjo un estallido social “que no fue estructurado”

En cuanto a las acusaciones de actos “contra la Revolución” –“entiéndase Gobierno”–, López pidió aclaraciones, pues no forma parte de ningún partido u organización opositora. “Nunca he apelado a la violencia y soy proclive al diálogo nacional, jamás he convocado a ninguna persona a seguirme. Yo ejerzo derechos constitucionalmente establecidos en el artículo 56 de la Ley de leyes: libertad de expresión y de manifestación pacífica”, explica. 

Los dirigentes de la Uneac no supieron rebatir sus argumentos –cuenta– y, entre titubeos, se atuvieron al contenido del texto. Apelaban al reglamento de la organización, pero López les recordó que esos estatutos no estaban por encima de la Constitución de la República, y que por lo tanto estaban cometiendo una ilegalidad. 

Su entrada a la Uneac, prosiguió, fue en calidad de ensayista de temas históricos y sociales, por lo que, técnicamente, es su deber valorar “el modo y resultados de la gestión gubernamental y política”, una actividad intelectual que las autoridades no deberían penalizar. 

En cuanto a sus supuestas violaciones del Código Penal –otra de las acusaciones–, López aseguró que “ni Seguridad del Estado o los instructores y jueces habían afirmado jamás que la farsa jurídica que llevó a mi condena por desobediencia sea un ‘delito grave’, de hecho recibí como sanción una multa y no tengo ni antecedentes penales”. Tampoco ha procedido, de momento, la acusación por el “delito de atentado”, que se encuentra en fase de instrucción. 

López dedicó una última reflexión a la Uneac, una entidad “peor que todo el aparato represivo nacional” por tomar decisiones sin siquiera argumentarlas

López dedicó una última reflexión a la Uneac, una entidad “peor que todo el aparato represivo nacional” por tomar decisiones sin siquiera argumentarlas desde el punto de vista legal. “Qué sentido tiene una organización intelectual que tenga que obedecer a estatutos inalterables de una organización política –el Partido Comunista– a la que no todos sus miembros pertenecen”, valora. 

De manera personal y en calidad de miembro de la organización, López tuvo varios desencuentros durante reuniones en las que intentó ser crítica. “Hace varios meses”, relata, “cuando intenté abordar ese tema en la Asamblea de la Asociación de Literatura, casi no me lo permitieron bajo el argumento de que la Uneac no es el sitio para abordar temas de naturaleza política… Al marcharme les dije que sentía vergüenza por ellos. Los demás bajaron la cabeza y no respondieron. Solo el presidente de la Uneac manifestó que no sentía vergüenza alguna. ‘Debes haberla perdido', fueron mis últimas palabras”. 

La Uneac, nacida en 1961 tras un momento de alta tensión política –la censura del documental PM y las llamadas Palabras a los intelectuales, los mandamientos de Fidel Castro para la cultura– ha utilizado la expulsión y las sanciones a sus miembros como herramienta política desde sus orígenes. Uno de los casos más sonados, en 1967, fue el de Guillermo Cabrera Infante. Más recientemente, la Uneac ha sacado de sus filas a escritores disidentes como Rafael Vilches y Pedro Armando Junco.

Presidida hoy por el funcionario villaclareño Luis Morlote, la organización ha reforzado su control ideológico y ha afirmado, mediante comunicados y declaraciones, su lealtad innegociable al régimen.  

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