La expulsión del escritor Ángel Santiesteban abre una nueva crisis en la masonería cubana

Los documentos del caso dan la medida del alto nivel de politización en las acusaciones

Santiesteban ha estado en la primera línea de la crítica a la infiltración de la Seguridad del Estado en la masonería.
Santiesteban ha estado en la primera línea de la crítica a la infiltración de la Seguridad del Estado en la masonería. / Facebook/Ángel Santiesteban
Juan Izquierdo

10 de abril 2025 - 10:34

La Habana/Un sinnúmero de delitos contra la masonería figuran en el acta de acusación de Ángel Santiesteban Prats ante la Corte Suprema de Justicia Masónica. Escritor, opositor y masón de alto grado, ha sido una de las voces más críticas contra el régimen y su histórica infiltración en la fraternidad, una postura que lo vuelve a situar en el centro de la tormenta. 

Después de un período de suspensión y tras una sesión penal celebrada el pasado 20 de marzo, el también guionista, de 58 años, acaba de ser expulsado de la Gran Logia. Para que la decisión sea efectiva debe aprobarla la Alta Cámara masónica, algo que Santiesteban –en conversación telefónica con este diario– espera que no ocurra.  

“Traición a la fraternidad”, “violación de los dogmas”, “desacato a la Gran Logia”, “injuria a un masón en son de menosprecio, desprestigio y descrédito”, “abuso de confianza”: la lista sigue. La víctima, alega el documento, es el actual Gran Maestro de los masones cubanos, Maykel Filema, a quien Santiesteban calificó ante la prensa independiente como “puesto a dedo” por su predecesor. 

“Yo dije que Filema había sido 'puesto a dedo' por Mario Urquía Carreño. Él dice que es una manera despectiva de tratar al Gran Maestro”

“Yo dije que Filema había sido puesto a dedo por Mario Urquía Carreño. Él dice que es una manera despectiva de tratar al Gran Maestro”, afirma. En la Isla, la expresión se utiliza también para caracterizar a Miguel Díaz-Canel, “puesto a dedo” por Raúl Castro, lo que le da una connotación ofensiva particular. 

Filema fue designado por Urquía Carreño, el hombre que casi acabó con la masonería cubana en 2024. Después de un año de tensión e intervenciones de la Seguridad del Estado, el impopular Gran Maestro abandonó la oficina dejando a Filema a cargo. El breve mandato de Filema ha sido igual de impopular, y ha estado caracterizado por una aparente docilidad al Gobierno. 

Santiesteban ha estado en la primera línea de la crítica a Filema. Asegura a 14ymedio que el Gran Maestro no hace sino repetir las actitudes autoritarias de su predecesor, y que llevaron a un cisma entre las dos grandes instancias de la masonería cubana: la Gran Logia y el Supremo Consejo del Grado 33, donde tanto Santiesteban como José Ramón Viñas –persona de sumo interés para la contrainteligencia– ocupan cargos directivos. 

Ahora, la situación masónica de Santiesteban es insólita: está expulsado de los llamados grados simbólicos –la jerarquía que incluye al Aprendiz, al Compañero y al Masón–, pero no de los grados del 4 al 33, el de mayor rango. 

Una lectura de los documentos del caso, facilitados por Santiesteban a este diario, da la medida del alto nivel de politización en las acusaciones. El acta de acusación menciona la reunión del escritor, junto a su pareja, la periodista independiente Camila Acosta, con el encargado de Negocios de la Embajada de EE UU en Cuba, Mike Hammer, el pasado enero. El documento alega que la vista de Hammer fue el pretexto de Santiesteban para no acudir a una de las vistas orales para defenderse de las acusaciones de la Gran Logia. 

Además, ve con malos ojos que Santiesteban se presente como “líder masónico” ante 14ymedio, Cubanet y Diario de Cuba, y que sirva de fuente ocasional a estos medios sobre la situación de la fraternidad. La defensa de Santiesteban había alegado ante la Corte Suprema que todas las opiniones emitidas en espacios de esos medios las había hecho a título personal y movido por las mejores intenciones. Fue en vano. 

El pasado año, tanto el Ministerio de Justicia como la Seguridad del Estado se interesaron en el conflicto

El caso de Santiesteban amenaza con abrir un nuevo episodio de crisis en la masonería cubana. El pasado año, tanto el Ministerio de Justicia como la Seguridad del Estado se interesaron en el conflicto interno de la orden y supieron explotar el cisma entre la Gran Logia y el Supremo Consejo. 

La defensa de Santiesteban argumentó que el escritor tenía todo el derecho, como alto cargo y miembro de la masonería, a estar alerta ante el acoso y la infiltración de la contrainteligencia, y a denunciarla en el ámbito profano –como denominan los masones a los que no pertenecen a la fraternidad– si fuera necesario.  

Mientras, el Gobierno no ha hecho más que reforzar su dominio institucional y cercar –no solo en el plano simbólico– a la masonería. El pasado enero, un documento firmado por el primer ministro cubano, Manuel Marrero, reafirmaba la propiedad del Estado sobre varios pisos del edificio de la Gran Logia de Cuba, situada en la avenida Carlos III de La Habana. 

Los pisos, confiscados por Fidel Castro en 1961 y ahora en posesión de Etecsa, son un punto estratégico para controlar a los masones: a toda hora, gracias a los empleados y funcionarios, el monopolio de las comunicaciones –y de la vigilancia– sabe quién entra y quién sale de la Gran Logia, y con qué intenciones. 

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