Fallece la ensayista Cira Romero, quien mejor conoció La Habana de 'Cecilia Valdés'
Como parte de su labor de rescate de escritores olvidados por el oficialismo, la investigadora dejó libros emblemáticos

La Habana/En el áspero y politizado panorama de la cultura en Cuba, Cira Romero –fallecida este domingo a sus 79 años– imponía cierta mesura. Dedicada al ensayo, la investigación y la docencia, fue una de las más grandes especialistas sobre el período colonial y una autoridad en temas de historia y lengua. Pese a ello, la Academia Cubana de la Lengua, donde ocupaba la silla A, le abrió sus puertas tardíamente, en 2018.
Nacida el 10 de enero de 1947 en Santa Clara, estudió filología en la Universidad Central de Las Villas. Sus retornos a su alma mater se hicieron cada vez más esporádicos, en parte por los comentarios críticos –y a menudo burlones– que hacía sobre el deterioro progresivo de la Facultad de Humanidades y su plantel. Fue, además, profesora de la Facultad de Artes y Letras de la Universidad de La Habana.
Con solo 25 años, Romero comenzó a laborar en el Instituto de Literatura y Lingüística, cuya sección literaria llegó a encabezar. En ese mismo edificio, antaño el de la Sociedad Económica de Amigos del País, recaló durante esos años José Lezama Lima, también con cargo de investigador.
Se especializó en la obra de otro narrador preterido por el régimen, el cubanoespañol Lino Novás Calvo, que murió exiliado en Nueva York
Como parte de su labor de rescate de escritores olvidados por el oficialismo, Romero recopiló dos libros emblemáticos que dejaban constancia de su impronta en la cultura cubana: uno dedicado a Severo Sarduy y otro a Emilio Ballagas. Ambos textos fueron publicados por casas editoriales de provincia –Oriente, en Santiago de Cuba, y Ácana, en Camagüey– y en tiradas escuálidas. También se especializó en la obra de otro narrador preterido por el régimen, el cubanoespañol Lino Novás Calvo, que murió exiliado en Nueva York.
Al cuidado de Romero, junto al novelista Reynaldo González, pertenece la más reciente edición crítica del clásico del siglo XIX Cecilia Valdés, de Cirilo Villaverde. Pese a su descomunal aparato de notas, prólogos e índices, que sitúan al lector en el contexto donde se desarrolló su más importante obra narrativa colonial, ambos intelectuales la presentaron como una “edición anotada” en la editorial Boloña, de la Oficina del Historiador.
Romero fue ganando espacio en el oficialismo en sus últimos años. Aparte de su entrada en la Academia, con la cual ya había colaborado en varias ocasiones, fue nombrada presidenta de la sección de Ensayo y Crítica de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (Uneac). En el obituario publicado por la prensa oficial se asegura que “puso siempre su obra y saberes al servicio de la Revolución”.
Aunque su obra ensayística merecía el Premio Nacional de Literatura, que en los últimos años le fue otorgado a colegas suyos como Margarita Mateo o Luis Álvarez, Romero vio pasar una y otra vez el galardón.
Según el Instituto Cubano del Libro, que publicó la noticia de su deceso, los restos de Romero serán cremados.