La familia de Ferrer denuncia las “condiciones inhumanas, crueles y degradantes” en la cárcel

Su esposa Nelva Ortega asegura que el opositor aún tiene visibles las lesiones de la “brutal golpiza” que recibió el pasado 18 de noviembre

José Daniel Ferrer, líder de la Unpacu, uniéndose al reto de pintarse en el pecho el lema "Patria y Vida". (Twitter/@jdanielferrer)
José Daniel Ferrer, líder de la Unpacu, cuando se unió al reto de pintarse en el pecho el lema "Patria y Vida" en 2021 / Twitter/@jdanielferrer
14ymedio

04 de diciembre 2024 - 19:49

Madrid/Nelva Ortega, esposa de José Daniel Ferrer, líder de la Unión Patriótica de Cuba (Unpacu), pudo verlo el lunes en la cárcel santiaguera de Mar Verde por primera vez desde hace más de veinte meses, en los que se le negó sistemáticamente la visita conyugal. El opositor, asegura su mujer en un video difundido en redes, aún tiene visibles las lesiones de la “brutal golpiza” que recibió el pasado 18 de noviembre, así como numerosas picaduras de insectos.

Según el relato de Ferrer a Nelva Ortega, luego de la visita, en septiembre, del obispo de Santiago de Cuba, Dionisio García Ibáñez, trasladaron al opositor a una celda “un poquito, muy poquito, más grande”, pero esta “estaba llena de chinches y otros tipos de insectos”. De igual manera, el activista había pedido hielo para darse fomentos en el brazo derecho, que le dolía por una luxación, una petición a la que nunca accedieron.

Las autoridades de Mar Verde, entonces, le dijeron que lo trasladarían a la cárcel de Boniato –también llamada Boniatico– “hacia la parte hospitalaria”, pero Ferrer se negó. Había escuchado a otros presos hablar de las penosas condiciones de aquel centro, donde ha habido hasta 22 muertos, y la situación de hambre y enfermedad que pasan allí los reos. “No era necesario llevarlo para allá, y mucho menos a un lugar donde al final podía terminar con tuberculosis o cualquier otra enfermedad inoculada por ellos”, dice Nelva Ortega en su video.

“No era necesario llevarlo para allá, y mucho menos a un lugar donde al final podía terminar con tuberculosis o cualquier otra enfermedad inoculada por ellos”

El 17 de noviembre le pidieron que al día siguiente estuviera vestido, que lo iban a llevar a “un lugar”, sin decirle cuál, así que Ferrer se negó. Al día siguiente, se presentaron seis oficiales que, ante la negativa del opositor de abandonar la celda, “entraron brutalmente” y lo golpearon, incluso con un objeto punzante que le hizo sangrar en la cara interna del codo. Adolorido y sangrando, por la fuerza, lo trasladaron en un vehículo a Boniato.

Allí le dieron jabón y agua, “algo de jugo, leche y algo de alimentos y ahí fue que él comenzó a ingerir algo”, cuenta Nelva Ortega. Sin más, cuatro días después, aún convaleciente, lo devolvieron a Mar Verde, a una nueva celda, dentro del área de castigo, donde ya estaba, con otros seis presos. Ferrer sospecha que estos lo vigilan y reportan a la Seguridad del Estado.

La situación que narra Ferrer sobre la situación en que se encuentran los presos de Boniato es de terror. “Pueden buscar un documental o una foto de lo que eran los campos de concentración nazis y a ello sumarle de los pies a la cabeza una escabiosis complicada”, transmitía Ortega Tamayo de parte del opositor, “para que vean las condiciones en que tienen a los presos allí en el hospitalito de Boniatico”.

El hambre provoca, continúa la mujer, que los presos maten y se coman “hasta los ratones que pasan por las celdas”, de ahí los numerosos casos de leptospirosis que pueblan la prisión. Desnutrición, tuberculosis y sarna son otros de los padecimientos que sufren en Boniato, según el testimonio de Ferrer.

Además de felicitar a Donald Trump por su triunfo en las presidenciales y a Marco Rubio “por ser el primer cubano que llega tan alto en el Gobierno de Estados Unidos”, el líder de la Unpacu transmitió su consternación por el “brutal asesinato” de Manuel Jesús Guillén Esplugas, también militante de la organización opositora.

“Fue algo muy fuerte para él y al igual que tantos hemos pedido y estamos pidiendo, él también está pidiendo justicia por él, por nuestros mártires y por tantos tantos detenidos presos políticos que hay en las prisiones de Cuba”, dijo Nelva Ortega. “Todos son inocentes y en estos momentos están en condiciones inhumanas, crueles y degradantes”.

Sobre el caso de Guillén Esplugas, de 29 años –y bisnieto, como hicieron notar algunos usuarios en redes, del poeta Nicolás Guillén–, se han pronunciado en las últimas horas varias organizaciones internacionales. El régimen cubano ya perseguía al activista, recuerda Prisoners Defenders (PD), “cuando lo detuvieron hace varios años por ‘peligrosidad social predelictiva’”, un delito que se suponía derogado desde 2020.

“Mientras Manuel, conocido por sus amigos como Noly, luchaba por la libertad de su pueblo, acababan violentamente con su vida, a los 29 años, en una prisión en Cuba”, denuncia PD, que acompaña su tuit con un viejo video de Guillén Esplugas.

Por su parte, el Observatorio Cubano de Derechos Humanos (OCDH) recordó este miércoles, en un comunicado, que con la muerte de Guillén Esplugas, que cumplía seis años de cárcel por el delito de “sabotaje” en el Combinado del Este, de La Habana, suman ya cuatro los manifestantes del 11 de julio de 2021 que han muerto en prisión.

“Su primo Yan Franco denunció que los guardias de la cárcel le propinaron la golpiza, y luego dijeron a los familiares que el joven se había quitado la vida”, dice el OCDH.

Antes que él, se dieron los casos de Luis Barrios Díaz, de 37 años; de Yosandri Mulet Almarales, de la misma edad; y de Gerardo Díaz Alonso, de 35 años. 

“Mientras Manuel, conocido por sus amigos como 'Noly', luchaba por la libertad de su pueblo, acababan violentamente con su vida, a los 29 años, en una prisión en Cuba”

Este último, recuerda la ONG, falleció el 17 de octubre de 2024, tras sufrir un infarto. Había sido condenado a 14 años de cárcel por su participación en el 11J en Cárdenas, Matanzas, y estaba recluido en la prisión de alta seguridad de Canaleta, en Ciego de Ávila.

Barrios Díaz, dice el Observatorio, murió “tras irregularidades y negligencias por parte de las autoridades penitenciarias en relación con su grave situación de salud”, el 19 de noviembre del año pasado, en el Hospital La Covadonga, en La Habana,” como consecuencia de complicaciones respiratorias”. El pasado agosto lo hizo Mulet Almarales, que padecía “trastornos mentales”, luego de haber intentado quitarse la vida cuatro días antes, durante un pase.

El OCDH sentencia que “es un exterminio”, y que el régimen “está destruyendo la vida de los prisioneros políticos y de conciencia” sometiéndolos “a condiciones inhumanas, especialmente de salud y alimentación”, y hacen un “llamado urgente” a la Unión Europea y a Estados Unidos “para que exija firmemente la liberación de todos los presos políticos cubanos y el cese de la represión en la Isla”.

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