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Familias angustiadas despiden en Manzanillo a sus hijos convocados para el Servicio Militar

Crece la resistencia al reclutamiento después de la muerte de nueve jóvenes en las explosiones de Melones

Los reclutas dicen adiós desde los ómnibus a sus familiares. / 14ymedio
Carlos A. Rodríguez

19 de enero 2025 - 13:44

Manzanillo (Granma)/Cuando aún no se emitía la información oficial sobre el fallecimiento de nueve jóvenes del Servicio Militar —además de cuatro oficiales— en las explosiones del 7 de enero en la unidad militar de Melones, en Holguín, otros padres, esta vez en Manzanillo, despedían a sus hijos en marcha forzada hacia el Ejército. A partir del lunes 13 y durante una semana, la sede de la Asociación de Combatientes en la Ciudad del Golfo se convirtió en rampa de lanzamiento de más de un centenar de muchachos que partieron a cumplir con el polémico Servicio Militar Activo. 

A Yanaisa la despedida de su hijo le recuerda a las historias de su padre sobre el Ejército. “Él no era internacionalista pero sí lo movilizaban con frecuencia cuando yo era niña. A mi hermano le decía que el Ejército lo haría un hombre de verdad. Ahora, con todo lo que ha pasado, casi ni habla sobre el tema, solo dice que hay que saber cuidarse. Yo no quiero que mi hijo se haga “hombre”, solo que salga pronto de ahí”, explica a 14ymedio.

Durante 45 días, los jóvenes reclutas son sometidos a un entrenamiento básico conocido como “previa” y luego son trasladados a las unidades regulares previstas, que varían según las necesidades del Ministerio de las Fuerzas Armadas Revolucionarias. En Granma, luego de la estadía inicial en Jiguaní, son trasladados a unidades como Managua, en el occidente, o Los Guineos, en el municipio de Guisa, en la propia provincia. No obstante, el mayor temor de las familias no está en las distancias.

En Granma, luego de la estadía inicial en Jiguaní, son trasladados a unidades como Managua o Los Guineos. / 14ymedio

“El verde no es como las becas. Hay gente que piensa que es casi igual pero no es así. Nadie sabe lo que pasa allí de verdad. Ahora todos se sorprenden con las explosiones en los túneles, pero de esos hay en toda Cuba. Además de los malos tratos de la mayoría de los oficiales, también se pasan malas noches, hay hambre… Si a alguien le gusta y quiere dedicarse a lo militar no hay lío, pero a los demás nos da más trabajo y en gran medida, al menos para mí, fue una pérdida de tiempo”, reconoce Rody, quien acompañó a su familia a despedir a su primo.

La resistencia de los familiares y de los propios jóvenes a incorporarse al servicio militar, a pesar de las prebendas con que tratan de estimularlos, es cada vez más evidente. “Ya está embarcado, pero de lo malo se sale rápido. A mi hermana le doy ánimo… pero es del carajo”, comenta molesto Rubén, de 53 años, a otro señor sentado a su lado en el parque mientras esperan la salida de la guagua en la que partirá su sobrino. 

“Yo mismo conozco a un muchacho que salió medio trastornado. Fue a inicio de los años 90. Estábamos limpiando los fusiles en una de esas mesas largas y a uno se le escapó un tiro por no revisar la recámara. En las mesas no estábamos frente a frente, sino en zigzag, pero la bala le zumbó cerca de la cabeza. Para hacer la historia corta: le afectó un oído por un tiempo, pero lo peor fue la mente. Se puso a pensar en lo que hubiera pasado y casi se vuelve loco. Aunque faltaba poco para que nos licenciaran, no le dieron la baja, solo lo cambiaron de puesto”, recuerda el hombre.

La resistencia de los familiares y de los propios jóvenes a incorporarse al servicio militar es cada vez más evidente. / 14ymedio

Antaño, una de las opciones más atractivas para servir los años de servicio militar era ser seleccionado como bombero. Sin embargo, tras la catástrofe en la Base de Supertanqueros de Matanzas y de un incendio poco después en el Combinado Pesquero local, quedaron expuestos los peligros de ese trabajo.

Rebeca, que no disimula su enojo, sentencia frente al grupo de padres y reclutas que esperan los ómnibus: “A mí no me importa lo que digan los demás y se lo dije. Que hablen lo que quieran, que le digan blandito, delincuente... Lo que me importa es que se cuide. Esto es obligatorio, pero si le mandan a hacer algo raro que no haga nada. Como si se sienta en el piso y lo meten preso. Lo prefiero preso y vivo que en una cajita. No quiero ni pensar en eso. Mira a esas madres de Holguín, que no han podido ni enterrar a sus niños. ¡Qué va, me muero si me pasa algo así!”

En 2022, a un año de las protestas del 11J, el régimen declaró ante Naciones Unidas que “en Cuba no se recluta ni se reclutará a niños”. Las palabras de la funcionaria de la Cancillería resonaron en la cabeza de muchos padres, que saben que la afirmación y la sustitución del nombre de Servicio Militar Obligatorio (SMO) por Servicio Militar General (SMG) o Activo (SMA), son solo eufemismos. Bajo las siglas se esconde la incorporación forzosa a una entidad castrense que cada vez cuenta con un mayor rechazo popular.

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