La Feria de Artesanía rompe la monotonía del mercado cubano

Este año la Feria Internacional de Artesanía (FIART) llega a su vigésima edición. (14ymedio)
Los pequeños estands de unos 10 metros cuadrados que han sido arrendados a particulares no incluyen una zona para almacenar la mercancía. (14ymedio)
Yosmany Mayeta

07 de diciembre 2016 - 20:43

La Habana/En medio del páramo comercial que afecta a los mercados cubanos, la vigésima edición de la Feria Internacional de Artesanía (Fiart) ha significado un oasis de diversidad para los habaneros, especialmente porque fue inaugurada este martes, pocas horas después de la conclusión del sobrio duelo nacional que se extendió por nueve días.

El evento debió pagar su correspondiente cuota de homenaje al fallecido expresidente y, en la primera jornada, se catalogó a Fidel Castro como "el artesano mayor de la política cultural que llevó a planos cimeros la obra creadora del pueblo", según palabras de Arturo Valdés, director del Fondo Cubano de Bienes Culturales.

Pasado el momento de la formalidad inaugural, la Feria abrió sus puertas al público en Pabexpo, al oeste de la capital cubana. En esta ocasión la cita se ha dedicado a la provincia de Cienfuegos y a las manualidades textiles, por lo que predominan vestidos hechos sobre lienzo y las guayaberas, junto a un amplio surtido de bolsas, mochilas y carteras.

En esta ocasión la cita se ha dedicado a la provincia de Cienfuegos

Con 350 estands instalados, 77 de ellos provenientes de 17 países de América Latina, el Caribe, Europa y Asia, el evento muestra una amplia diversidad de propuestas que van desde la cerámica y el calzado hasta los muebles destinados al hogar.

El local ocupado por los artesanos provenientes de la India ha estado entre los más visitados. Decenas de personas hacían fila este martes para adquirir sábanas, un producto deficitario en el mercado nacional, al precio de 15 pesos convertibles cada módulo. La ropa de cama estaba diseñada con colores que representan, al decir de sus vendedores, pasión, ternura o tranquilidad.

Con la cercanía del fin de año, Fiart se convierte en un espacio para encontrar regalos, adornos y detalles ornamentales destinados a las fiestas navideñas. Eugenia, de 59 años, llega cada diciembre al recinto ferial para "comprar algún presente para la familia", asegura. La mujer dice preferir las producciones artesanales que aquellas de las tiendas en divisas, porque "son más originales y de mejor calidad". "Hay cosas muy bonitas para la cocina y lámparas que nada tienen que envidiarle a las que valen el doble en la shopping", dice en alusión al mercado estatal en pesos convertibles.

Una veintena de los kioscos instalados en Pabexpo hasta el próximo 18 de diciembre ofrecen mercancías de instituciones oficiales como Artex, Génesis, Coral Negro, la Empresa de Grabaciones Musicales (Egrem) y representaciones provinciales del Fondo Cubano de Bienes Culturales. Pero el grueso de las ofertas, entre ellas las más demandadas y originales, corre a cargo de los privados.

El grueso de las ofertas, entre ellas las más demandadas y originales, corre a cargo de los privados

"Vengo buscando un regalo para el Día del maestro, algo pequeño que no cueste mucho", explica Silvia, una jubilada originaria del municipio Centro Habana. "He venido con unos amigos que tienen carro, porque este lugar está muy lejos y gastaría mucho si llegara en almendrón", asegura.

La mujer considera que los artesanos locales "han mejorado el acabado estético de muchos productos, ahora también hay más variedad y se han inspirado en lo que se está usando a escala mundial". Cree que este cambio "muy positivo para salir de la rutina y la fealdad de muchos adornos que se venden por todas partes".

La cita no está exenta de críticas. Los expositores cubanos se quejan de no haber recibido ayuda, rebajas o facilidades para trasladar su mercancía desde las provincias. Han debido acarrear los productos a través de la complicada red de transporte nacional o pagando a transportistas por cuenta propia los altos precios del servicio. "Eso hace que suba el precio, porque ahora tengo que recuperar todo lo que gasté en mover mi mercancía hasta aquí", explica un talabartero que trabaja el cuero de vaca para la creación de carteras, monturas de caballo en miniatura y billeteras.

Los pequeños estands de unos 10 metros cuadrados que han sido arrendados a particulares tampoco incluyen una zona para almacenar la mercancía. Cada artesano ha debido resolver esta situación por su cuenta, apelando a residentes cercanos u otras soluciones.

No obstante, quienes han llegado desde provincia para ofrecer sus artesanías aseguran sentirse satisfechos de estar en Fiart. "En La Habana es donde está el dinero. Aquí puedo vender en 20 lo que nadie me quiere pagar allá por más de cinco", confiesa un joven procedente del oriente del país.

Los comerciantes extranjeros que ya han venido varias veces a la cita, como los provenientes de China, Perú e Italia, ya van conociendo el gusto de los cubanos y priorizan las propuestas más económicas y con mayor demandas. Pulseras, collares, bolsas tejidas y objetos domésticos "se venden bien", refieren algunos de ellos.

Con el paso de los días el suministro de Fiart va mermando y los compradores llegan más dispuestos a pagar un poco más para garantizar no salir del recinto con las manos vacías. "El último día algunos rematan la mercancía que les queda y otros le duplican el precio, así es esta feria", sostiene un cliente.

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