Firulais y los Reyes
Pese a la intervención de Zoonosis, un perro callejero se coló detrás de la pareja real española
La Habana/De poco sirvió que días antes el Centro de Observación Canina de Zoonosis pusiera a circular sus vehículos por varios municipios habaneros para limpiar la ciudad de perros callejeros. La idea de una urbe limpia, organizada y sin animales abandonados se rompió en un segundo, cuando los reyes Letizia y Felipe VI se cruzaron en su recorrido por el casco histórico de la capital cubana con un sato arrabalero que ni se inmutó por la comitiva de guardaespaldas, funcionarios y periodistas que los acompañaban.
Algunos aseguran que el perro que se cruzó en el camino de sus majestades fue solo un personaje preparado para limpiar la imagen que había dejado la recogida masiva y posterior sacrificio de animales abandonados antes de la llegada de la pareja real. Otros, prefieren interpretar su presencia como un símbolo de resistencia y de reclamo de unas criaturas que han sufrido la desidia, el maltrato y la ausencia de derechos desde siempre. Para ellos, ese sato representaba a todos los canes y gatos que aguardan por una Ley de Protección Animal, unas regulaciones que cada vez más activistas reclaman en voz alta.
Así que junto a la guayabera de Felipe y el vestido impecable de Letizia pasó el lomo curtido y algo sucio de este sato habanero. Su atrevida presencia en las fotos reales quedó opacada por el revuelo que causó la vestimenta de la primera dama cubana, Lis Cuesta, quien se robó el protagonismo de la jornada debido a su atuendo inapropiado para el tórrido sol cubano. No obstante, Firulais, Canelo, Chicho o Titán... llámese como se llame, aunque es muy probable que ni nombre tenga, se coló en la visita de los reyes de España a Cuba.
Ellos se marchan, pero él debe seguir lidiando con la dura vida de las calles cubanas.
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