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La Fiscalía cubana pide 20 años de prisión para un pequeño traficante de drogas

Los militares de la lucha contra el narcotráfico acusan a cubanos de EE UU de fomentar el consumo en la Isla

Inspección canina en un aeropuerto de Cuba. / Granma
14ymedio

09 de diciembre 2024 - 20:52

Madrid/“Impunidad cero, tolerancia ninguna”. Con ese contundente título se hace eco la prensa oficial de un juicio por drogas al ciudadano Osleyvis Alexey Tejeda González. En la vista oral, que no se especifica cuando ocurrió, la Fiscalía pidió una pena de 20 años de cárcel por comercializar marihuana, cannabinoide sintético y hachís, algo que, dicen, quedó comprobado por “pruebas periciales” a través del “trabajo operativo secreto”.

Al ser detenido, explica Tribuna de La Habana basándose en los testigos, se le incautó “una cápsula” con 24 envoltorios de marihuana y 0,20 gramos de ADB-Butinaca, un cannabinoide sintético –algo que no especifica la nota oficial–, que es base para el llamado químico. En el posterior registro de su casa, prosigue la nota, se le “ocupó” varios bienes entre ellos “una pesa digital, grandes sumas dinerarias y varios gramos más de marihuana y ADB-Butinaca”.

“La Fiscalía, teniendo en cuenta la política cero de tolerancia con respecto a esta actividad relacionada con las drogas, fuimos veladores de que se cumplan las garantías constitucionales en este caso”, dice en su petición el ministerio público.

"Hay una superproducción en los países del sur con intencionalidad de llegar al norte y nosotros estamos en el camino"

La nota forma parte de toda una campaña mediática por parte del Gobierno sobre el mismo tema. El viernes, por tercera vez en una semana, el oficialismo volvió a tratar el tema de las drogas en Cuba, reconociendo que es “de permanente preocupación para la sociedad” y ofreciendo algunos datos que no se habían publicado hasta ahora.

“Hay un grupo de cubanos radicados en Estados Unidos que intentan fomentar un mercado con las metanfetaminas, que lo tenemos localizada fundamentalmente en La Lisa y en San Miguel del Padrón”, explicaba a Humberto López el coronel Juan Carlos Poey Guerra, jefe del Departamento Antidrogas del Ministerio del Interior, quien ya acudió el pasado abril a otra entrega del programa Hacemos Cuba dedicado a la misma cuestión. Según dijo el militar, en esos lugares –uno de ellos fue el escenario de un reportaje de 14ymedio sobre el tráfico y el consumo de estupefacientes en La Habana–, junto a Marianao y Arroyo Naranjo, “se concentran las bases de apoyo al tráfico internacional de droga”.

El “gran problema”, sin embargo, no lo achacan a la producción y consumo internos, que no obstante reconocen que está creciendo, sino a que “intentan entrar droga desde el extranjero”, especialmente EE UU, pues “Cuba no es un país productor, almacén o tránsito de droga”.

Junto a las metanfetaminas, otras dos sustancias presentes en la Isla son el cannabinoide sintético –base del llamado químico– y la cocaína. De las tres proporcionaron datos de elaboración y precio final en la calle.

El cannabinoide sintético, detalló Poey Guerra, entra al país en hojas tamaño carta. Cada una se impregna con un gramo de esa droga y puede cortarse hasta en 1.200 pequeñísimas partes (de ahí el nombre de papelillo). “Si esas 1.200 dosis la multiplicamos por 120 pesos, que es lo que cuesta cada papelito, estamos hablando de más de 144.000 pesos”, calculó el funcionario para ilustrar “el alto nivel lucrativo que tienen estos traficantes a la hora de introducir este tipo de drogas”.

La cocaína proviene de “recalos”, es decir, de alijos que son tirados al mar por narcotraficantes y acaban llegando a las costas cubanas. / Granma

En cuanto a la metanfetamina, una “droga de mayor potencia”, precisó el militar, de un gramo se obtienen entre 12 y 18 fragmentos, que se venden en la calle entre 1.000 y 1.500 pesos cada uno. 

La cocaína, por último, proviene de “recalos”, es decir, de alijos que son tirados al mar por narcotraficantes y acaban llegando a las costas cubanas. “Hay una superproducción en los países del sur con intencionalidad de llegar al norte y nosotros estamos en el camino”, en palabras de Poey. Una vez en la Isla, “elementos inescrupulosos” la sustraen y el 90% de ella, según el coronel antidroga, “se convierte en crack, que es mucho más adictivo, mucho más fuerte”. Un gramo de cocaína, especificó, se convierte en 12 o 15 piedras de crack, dependiendo de su tamaño, con un costo que va de los 1.500 a los 2.000 pesos.

Sobre esos “recalos” habló también otro de los invitados al programa, el coronel Ibey Daniel Carballo Pérez, jefe del Estado Mayor de la Dirección de Tropas Guardafronteras. En concreto, dijo el militar, entre 2023 y 2024 “se ha asegurado aproximadamente 2,66 toneladas de droga” arribada de esta manera. Desde 2011, suman 43 toneladas.

Las autoridades descubrieron en 2023 un total de “22 hechos de escamoteo” –es decir, cubanos que encontraron droga y no la entregaron– en los que detuvieron a 43 personas y decomisaron más de 304 kilos.

Otro caso es el de las “operaciones combinadas de intento de introducción de drogas y de traficar personas”, de las que los funcionarios dieron algunos ejemplos. Uno de los más recientes, el pasado 9 de agosto en Pinar del Río, donde se decomisaron 8,19 kilogramos de metanfetaminas.

Los casos detectados de “droga ingestada” no son cubanos, dijo el militar, sino extranjeros

“Se pueden sacar los cálculos de lo que representa. Ahí hay 9.000 gramos de metanfetamina [en realidad son 8.190], multipliquemos cada gramo, que puede dar entre 12 y 18 dosis, y al precio que se comercializa en el mercado interno”, formuló Carballo Pérez, sobre lo que Humberto López preguntó a Juan Carlos Poey: “Son unos cuantos millones, ¿no, coronel? ¿Más de 100?”. Poey Gallardo respondió que suponen “200 o 300 millones de pesos”, aunque la cuenta precisa, según las cifras proporcionadas por ellos mismos, irían entre los 98 y los 221 millones.

Respecto a los operativos realizados en aeropuertos, habló el coronel Roberto Aguilera Puig, jefe de Aduanas del Aeropuerto Internacional José Martí de La Habana. En ese ámbito, dijo el militar, se valen del “procesamiento y análisis de la información adelantada de pasajeros”, esto es, los datos que envían las aerolíneas previamente a la llegada de los vuelos. Aunque Aguilera Puig mencionó una “herramienta propia desarrollada por nuestro país”, también reconoció que se trata muchas veces de “mecanismos de relaciones de cooperación y de intercambio de información a tiempo real con servicios homólogos de otros países y de otros mecanismos internacionales”, como Naciones Unidas.

Aguilera Puig desgranó alguno de los métodos utilizados para el contrabando de estupefacientes en aeropuertos, por ejemplo su camuflaje en paquetes de frutos secos, o de café, o latas de frijoles, atún o crema. De igual manera, se han detectado viajeros que intentaron pasar cocaína en envoltorios que tragan, “con los peligros que ello representa para la vida”, advirtió el coronel, así como un aumento del tráfico de medicamentos “controlados internacionalmente” como el tramadol.

Los casos detectados de “droga ingestada” no son cubanos, dijo el militar, sino extranjeros. Sin precisar nacionalidades, indicó que estos “generalmente provienen del sur, de países que tienen una situación socioeconómica muy desfavorable y emplean personas que tienen deudas y bajos ingresos”.

“¿Por qué tenemos droga si la tolerancia sigue siendo cero?”, se preguntó casi retóricamente Humberto López. Los militares le respondían sin abundar mucho: “Como bien tú acabas de explicar, esto es un enfrentamiento multifactorial y debemos a la vez lograr un equilibrio armónico entre ambas acciones, la prevención y el enfrentamiento”. 

Acababa el locutor y miembro del Comité Central del Partido Comunista con una petición enfática a la ciudadanía: “Donde usted sepa que hay droga, denúncielo. Si usted se siente afectado en su ambiente, denúncielo. Si usted siente después de denunciar que la respuesta institucional no es la más fuerte, no es la más enérgica, siga denunciando, no se conforme, vaya a otro lugar, vaya más alto”.

Así hizo, precisamente, el activista Alberto Turis Betancourt Pérez, el pasado septiembre, saliendo a la calle a protestar contra la venta de droga en su barrio, Jesús María, en La Habana Vieja. Cargando dos grandes carteles escritos a mano, el hombre se dejó grabar mientras caminaba y denunciaba que en la calle Gloria, entre Carmen y Rastro, se comercializan narcóticos –el “llamado químico, crack y heroína”– con total impunidad. Fue detenido y multado por “desorden público”.

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